Hoy, más que ayer y anteayer, es necesario rezar: por la Iglesia en el mundo entero; por el Papa Francisco; por sus colaboradores inmediatos; por los obispos; por los sacerdotes; por las religiosas y los religiosos; por todos, mujeres y hombres de toda raza, de toda condición. No doy razones. Si alguien las pide, póngase a rezar de apuro porque está en el horno.
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