El día 11 de noviembre falleció en Madrid, a los 91 años, Ángel Benito Jaén, maestro de periodistas, impulsor de las facultades de comunicación en España y gran estudioso del fenómeno informativo.
Ángel Benito acaba de terminar su
carrera en este mundo. Y siento una pena grande. El año pasado, estando yo en
Madrid unos pocos días, hablamos por teléfono y quedamos en que iría a verlo a
su casa: - ¡Señor obispo, me darás una gran alegría!, me dijo. Pero no pudo
ser: tuve que ir a ver a un amigo, muy enfermo, y debí conformarme con otra
llamada a Ángel para avisarle del desencuentro. Y aproveché para preguntarle: -
Oye, ¿por cuántos años estás ya? – Bueno, me respondió, esta información no
suelo darla, pero en fin… ¡Ya estoy en los 90! Pensé: ¡genio y figura…! Quedamos
en que, sí o sí, nos veríamos en mi próximo viaje…
Conocí a don Ángel en julio de 1964, cuando,
recién llegado a la Universidad de Navarra, yo iba de asombro en asombro recorriendo
el Edificio Central: cada cosa estaba exactamente en su sitio, muy limpios los
pisos y hasta delicadamente perfumados los baños, algo nunca visto. Don Ángel
apareció en un pasillo (nos conocíamos sólo por cartas) y me saludó
cordialmente. Y me descolocó con esta pregunta: - ¿Cómo está el Cardenal
Barbieri?... Solté un “bieeen”, recurso inútil
para esconder mi ignorancia sobre el tema. ¿Cómo este hombre, pensé, puede
conocer al arzobispo de Montevideo? Fue el mayor asombro de aquella mañana. (Ángel
disfrutaba con estos desconciertos).
Al terminar un mes más tarde un curso
de verano, don Ángel presidió el tribunal que examinaba a los futuros alumnos
de Periodismo. De todas las preguntas, solamente recuerdo la que él me hizo. -
¿En qué modelo de avión viajó usted desde Uruguay a España? – En un DC 8 de
Iberia. - ¿Quién lo fabrica? – La Boeing. - ¿Y los motores? – Los motores son
Rolls Royce. Está bien, hemos terminado, me despidió complacido.
En el primer año de la carrera, don
Ángel explicaba Redacción Periodística. Aprendí muchas cosas. Por ejemplo, que
antes de ponerte a escribir es necesario hacer un esquema, “y cuanto más
completo sea, mejor escribirán”. Buena enseñanza, la tengo experimentada. También
aprendí a titular, “un arte difícil, en el que interviene la sonoridad de las
palabras, que suele ser heredada”…, pero en todo caso, “más importa ser
honrados al titular”.
Una vez, nunca lo olvidé, elogió con
entusiasmo una entrevista a Pablo J. de Irazazábal, publicada en el periódico Redacción:
- ¿Qué es un periodista? – Es la persona más importante de la actualidad. - ¿Y
qué es un intelectual? – Lo previo a ser periodista. (Y Ángel le sacaba punta a
esta idea…).
Don Ángel explicaba también Teoría
general de la información y Teoría de la opinión pública. Eran clases
magistrales, muy bien preparadas, muy bien leídas, que nadie interrumpía. Nos hablaba
de la finalidad de los medios de información, del respeto a la libertad informativa
y de la necesaria responsabilidad del que informa… (De yapa, digamos, a veces
transmitía experiencias como estas: “El periodista vive de la discreción
propia… y de la indiscreción ajena”. O, hablando sobre la importancia de la
actualidad: “Más que lo que pasa, importa lo que queda”…).
Al terminar la carrera me fui a Roma
dos años y estuve estudiando Teología. Pero algunas mañanas, en distintas
bibliotecas, seguí leyendo sobre las dos “Teorías” que explicaba Ángel: me
habían conquistado. De manera que, al regresar a Pamplona en el curso 69-70, me
ofrecí por si había algo…
Me nombró Ayudante de Teoría de la
información y, siendo él director de la revista Nuestro Tiempo, quiso
que me desempeñara también como secretario de redacción.
Durante dos cursos nos vimos
diariamente, en el Instituto de Periodismo y en la redacción de la revista, en
la calle Paulino Caballero. Trabajé mucho y me reí mucho con Ángel: siempre
elegante en su vestir, siempre amable, ligeramente irónico, siempre confiado, dándome
responsabilidades y escuchando mi opinión, no es poco.
Otros han dado ya buena cuenta, y más
la darán, de la trascendencia de su labor en el campo de la Comunicación. Esta
mañana yo ofrecí por el alma de Ángel la Misa que celebré; es lo mejor y lo más
grande que puedo hacer por él, infinitamente más que aquella visita que no pudo
ser y que me ha dejado un regusto agrio…