¿Cuál fue la enseñanza sobre la Virgen que le dejó san Juan Pablo II a la Iglesia? Hay libros enteros dedicados a este tema, tanto fue lo que hizo y escribió. El Papa Wojtyla ha sido el Pontífice que más enseñó sobre la Madre de Dios, en toda la historia de la Iglesia. Se puede resumir su herencia mariana diciendo que Juan Pablo II vivió de su fe en la Virgen y la transmitió por medio de sus gestos, de sus palabras, de sus actos y de magisterio. Esta unidad de vida mariana, que la Iglesia ha heredado, es un tesoro de incalculable valor.
Cuando fue nombrado obispo auxiliar de Cracovia (tenía 38 años) eligió como lema esta oración en latín, tomada de san Luis María Grignon de Montfort: Totus tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor Tuum, Maria. “Soy todo tuyo y todas mis cosas te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu corazón, María”. En forma abreviada, Juan Pablo II puso en su escudo las dos primeras palabras: Totus Tuus.
Arístides Artal
Para ser todo de María es necesario un empeño decidido y constante de hacerlo realidad. Transcribo un servicio de ACI Prensa (4.IV.2011) que ilustra bien la idea: El Cardenal italiano Giovanni Coppa, Nuncio Emérito de República Checa, recuerda que Juan Pablo II expresaba su profundo amor a la Virgen María también por escrito, colocando de puño y letra en cada una de las páginas de sus discursos, homilías y encíclicas, una línea de la oración de San Luis María Grignon de Monfort de la que tomó la frase para su lema episcopal, "Totus tuus" (Todo tuyo).
En un artículo publicado por L’Osservatore Romano el 1 de abril, el Cardenal recuerda una costumbre de Karol Wojtyla cuando redactaba: "el Papa no solo recitaba cada día esta oración (de San Luis María Grignon de Monfort), sino que escribía una parte en cada una de las páginas de sus homilías, discursos, encíclicas, en la parte superior derech"En la primera página escribía el inicio de la oración: Tuus totus ego sum, ‘Soy todo tuyo’; en la segunda, Et omnia mea tua sunt, ‘Y todas mis cosas te pertenecen’; en la tercera, Accipio Te in mea omnia, ‘Te pongo al centro de mi vida’; en la cuarta, Praebe mihi cor tuum, ‘Dame tu corazón’".
Sobre este hábito mariano del Papa, el Cardenal recuerda que de este modo, el Pontífice "proseguía en la siguiente página, repitiendo, si era necesario, las invocaciones particulares, hasta que hubiera terminado de escribir. En los archivos de la Secretaría de Estado tenemos miles de estas páginas, donde Juan Pablo II ha manifestado de modo muy íntimo y conmovedor su amor a la Virgen".
Esta costumbre del Papa peregrino muestra, afirma el Cardenal Coppa, que "el amor de Juan Pablo II por la Virgen fue un amor sin límites. Nunca dejó pasar ocasión para hablar de María. Le dedicó la encíclica Redemptoris Mater: la redención fue de hecho el hilo conductor de su magisterio petrino. Y casi al final del pontificado, celebró el Año del Rosario, que tuvo tantos frutos de devoción y renovación espiritual. Recuerdo sus peregrinaciones a Lourdes y Fátima. En cada uno de sus viajes, además, programó una visita a los más importantes santuarios marianos del mundo", concluyó.
Ser todo de María, como se ve, reclama esfuerzo. Y oración: “El Rosario es mi oración preferida”, decía Juan Pablo II. ¿Cómo no recordarlo sacando del bolsillo de su sotana el rosario y poniéndose a rezar un misterio y otro, también durante sus viajes, en momentos de intensa actividad? Fue por el amor a su Madre del cielo como consiguió el Papa santo, para la Iglesia entera y para el mundo tantas y tan grandes gracias. Este es el camino seguro.
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