El día en que casé a Raúl y Mariana -¿cómo olvidarlo?- les dije que eran "un par de insensatos"... Se iban a trabajar fuera del país, sólo con el amor enorme que se tenían y con el deseo de formar una familia grande...
Conforme pasaron los años y los distintos destinos laborales, la divina insensatez de los dos se concretó en una preciosa familia de siete hijos. Ahora viene en camino el octavo, Íñigo, y Mariana, que es médico, me cuenta con detalle:
Desde el primer trimestre de embarazo sabemos que es altamente probable que tenga Síndrome de Down. Con Íñigo no quisimos hacer ninguna prueba para confirmarlo, porque no nos cambiaba en nada el saberlo con certeza: igual que sus hermanos, es un hijo nuestro al que tenemos que ayudar a llegar al Cielo. Lo que sí nos importaba era ir viendo en las ecografías si se podían descartar las patologías que se asocian a la condición genética, por ejemplo las cardíacas y hasta ahora no se veía nada fuera de lo normal.
Esta semana me hicieron dos ecografías, y se ve que Íñigo tiene algo de líquido en el tórax y edema cutáneo. Además se vio una malformación en el corazón, tiene una comunicación aurículoventricular completa. Y también se ve que tengo mucho líquido amniótico; por eso mi útero tiene una altura como si estuviera a término y mi panza está gigante y solo estoy de 31 semanas. El tema con el líquido, tan abundante, es que puede darme contracciones fuertes en cualquier momento. Por eso el doctor me mandó cierto reposo. (Como tengo 3 cesáreas previas no puedo tener contracciones por el riesgo de rotura uterina). Dependiendo de la evolución, que es muy dinámica, vamos viendo si se adelanta la cesárea.
La malformación cardíaca es típica del Síndrome de Down, pero las otras condiciones no, así que no sabemos si Íñigo tiene solo sd de Down o alguna otra condición genética o metabólica. El tema es que el riesgo vital es alto para él. Vamos a ir monitoreando cómo va evolucionando todo, intentando que crezca lo máximo posible en mi panza.
Por ahora solo podemos rezar y confiar. Quería contarle, para que nos encomiende mucho, para que Íñigo pueda sobrellevar todo lo que viene y que nosotros no dejemos de estar confiados en Dios que tanto nos quiere.
Mi oración estos días es decirle a Dios que Él nos conoce y sabe cómo somos y lo poco que podemos solos, que nos dé la gracia y fortaleza para lo que nos pida, que no perdamos la paz .
Le vamos a contar a los niños la próxima semana, y después a nuestra familia y amigos para que nos ayuden a rezar. Pero a usted necesitaba contárselo ahora para que nos encomiende especialmente.
Por mi parte, después de superar el shock anímico y espiritual (lo confieso abiertamente, más aún contrastado con la serenísima actitud de Mariana, que habla de sí misma con una objetividad desarmante), le sugerí que encomiende todo al Dr. Ernesto Cofiño, pediatra guatemalteco de primer nivel, en proceso de canonización. En esto estamos. La fe siempre puede más.