Madrid. Me cuenta un sacerdote amigo la conversación que escuchó esta mañana, mientras esperaba el semáforo verde. Un niño de seis años máximo, le dice orgulloso a su madre:
- ¡Mira el guante que tengo, con él tengo la fuerza!...
- La fuerza no está en los guantes...
- ¡Ah!, ¿y dónde está?...
- Está aquí (y la mamá señala su frente).
- ¿Cómo que está ahí?
- Pues sí: aquí está el pensamiento, aquí están los amigos a los que quiero...
(El semáforo se pone verde; madre e hijo cruzan La Castellana, tan ancha).
- ¡Pero debe haber algo más! ¿Dónde reside (sic) tu fuerza?
- ¡Aquí, fíjate! En este anillo, ¡aquí reside mi fuerza!
- Papá también tiene un anillo...
- Claro, en nuestros anillos reside la fuerza.
- Oye, mamá, ¿y yo, cuándo tendré un anillo?
- Cuando seas mayor y te cases.
- ¿Y eso cuándo será?
- Cuando consigas una mujer...
- ¡Entonces me casaré contigo!...
Madre e hijo se fueron. Mi amigo sacerdote guardó la conversación en su memoria. Y yo se la cuento a ustedes.
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