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jueves, 30 de enero de 2020

¿DÓNDE RESIDE TU FUERZA, MAMÁ?




Madrid. Me cuenta un sacerdote amigo la conversación que escuchó esta mañana, mientras esperaba el semáforo verde. Un niño de seis años máximo, le dice orgulloso a su madre:

            - ¡Mira el guante que tengo, con él tengo la fuerza!...
            - La fuerza no está en los guantes...
            - ¡Ah!, ¿y dónde está?...
            - Está aquí (y la mamá señala su frente).
            - ¿Cómo que está ahí?
            - Pues sí: aquí está el pensamiento, aquí están los amigos a los que quiero...
            (El semáforo se pone verde; madre e hijo cruzan La Castellana, tan ancha).
            - ¡Pero debe haber algo más! ¿Dónde reside (sic) tu fuerza?
            - ¡Aquí, fíjate! En este anillo, ¡aquí reside mi fuerza!
            - Papá también tiene un anillo...
            - Claro, en nuestros anillos reside la fuerza.
            - Oye, mamá, ¿y yo, cuándo tendré un anillo?
            - Cuando seas mayor y te cases.
            - ¿Y eso cuándo será?
            - Cuando consigas una mujer...
            - ¡Entonces me casaré contigo!...

Madre e hijo se fueron. Mi amigo sacerdote guardó la conversación en su memoria. Y yo se la cuento a ustedes.

sábado, 18 de enero de 2020

¿POR QUÉ O PARA QUÉ MUERE UN OBISPO?


El 13 de octubre de 2019, al terminar en la Plaza de San Pedro la Misa de canonización del cardenal John Henry Newman, pude acercarme al Papa Francisco para decirle dos cosas:

-          Santo Padre, ¡lo esperamos en Uruguay!
-          (Silencio por respuesta).
-          Y le quería contar de Fernando Gil, Obispo de Salto…
-          ¡Sí, me dijeron que está muy mal!... ¡Fijate qué cosa, que fue aquí, en Roma!...

Estaba el Papa bien enterado de lo que había ocurrido. En septiembre, mientras participaba en el curso para los obispos nombrados durante el último año (también asistía monseñor Pablo Jourdán, Auxiliar de Montevideo), monseñor Fernando se sintió mal, con un malestar imposible de localizar pero que le provocaba agobio, desazón, dolor de cabeza…


Terminó el curso de diez días exigiéndose mucho, suspendió el viaje que pensaba continuar y voló a Buenos Aires. Aquí lo internaron en el Hospital Austral y, después de los exámenes, el diagnóstico no pudo ser peor: tumor maligno en el cerebro, de un tipo muy agresivo, imposible de operar por el lugar en el que se encontraba…

Monseñor Fernando Gil, nombrado Obispo de Salto por el Papa Francisco, había sido ordenado el 23 de septiembre del año anterior: ha servido a la Iglesia hasta ayer, cuando falleció en su sede, a los 66 años. Su episcopado duró apenas poco más de un año.

Cuando conoció el diagnóstico de su enfermedad, lo recibió con una gran paz, la misma que tuvo siempre y que me sorprendió muy gratamente cuando, ya nombrado obispo pero aun siendo sacerdote, participó en la primera reunión de la Conferencia Episcopal Uruguaya: tranquilo, sonriente, escuchaba con atención lo que le decías… Su actitud reflejaba con exactitud su lema episcopal: “Cristo es nuestra paz”.  

En la segunda reunión me contó que estaba contento, porque en cada sitio al que iba era bien recibido… En la tercera reunión, en abril de 2019, su alegría era mayor: - ¡Ya recorrí toda la Diócesis!, me dijo. No es poca cosa: la Diócesis de Salto abarca los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro, es la más grande del Uruguay. 

¡Qué misteriosos son a veces los planes de Dios!... En esta ocasión (y la sugerencia puede servir para otras similares) más que preguntarse “¿por qué?”... conviene decir "¿para qué?”. Pienso que este camino facilita la aceptación e incluso la comprensión de algo que, humanamente hablando, no tiene lógica.

Durante el año en que hemos disfrutado al Obispo de Salto, nos ha dejado un ejemplo de los que perduran. Leo en un mensaje de la Conferencia de Religiosos del Uruguay: “Entre sus primeras palabras a las Comunidades de su diócesis, Monseñor Fernando expresó: “quiero quererlos más que a mi propia vida”. Y sin duda así lo hemos visto en medio del pueblo de Dios, como padre, hermano y pastor, capaz de entregar la vida siguiendo las huellas del Buen Pastor”. Son palabras que no necesitan ninguna glosa: son una buena respuesta al “para qué”…

Aquel domingo 13 de octubre, el Papa Francisco, preocupado por la salud de Fernando, también me comentó:

- Me dijeron que está llevando bien su enfermedad, serenamente... Y añadió: - ¡Decile que rezo por él, que le mando todas las bendiciones!

El Obispo de Salto se sintió reconfortado cuando supo esto. Y siguió llevando no bien sino MUY BIEN su enfermedad: con sosiego, aceptando sus limitaciones, ofreciendo a Dios las molestias y, superándose a sí mismo, trabajando hasta que no pudo hacerlo más. Es otra contestación al "para qué": sin ninguna duda, estos cuatro meses de enfermedad han sido eficacísimos para toda la Iglesia, en especial para la nuestra.

Nos hacen falta más pastores (sacerdotes y obispos) que seamos capaces de querer como quiso monseñor Fernando. Que descanse en paz y nos ayude a que así sea. (Esta también es una respuesta al "para qué").

martes, 14 de enero de 2020

EL LIBRO POLÉMICO

              La previsible polémica en torno al libro del Papa emérito y del cardenal Robert Sarah, que mañana saldría a la venta en Francia, comenzó antes incluso de su publicación. Reproduzco la información de la agencia Zenit, que explica cómo se han dado las cosas.

              «Teniendo en cuenta la polémica provocada por la publicación del libro ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’, se decidió que el título del libro para futuras publicaciones será: Cardenal Sarah, con la contribución de Benedicto XVI. Sin embargo, el texto completo permanece absolutamente inalterado».

             Con este mensaje, el cardenal Robert Sarah, autor del libro sobre el celibato que se publicará mañana en Francia con su firma junto a la de Benedicto XVI, zanja la polémica creada en torno a la autoría del libro. En la mañana del martes, 14 de enero, varios medios se hicieron eco de la versión ofrecida por una fuente cercana al Papa emérito, asegurando que él no tenía conocimiento de la co-autoría atribuida a su firma.
                       

Petición del Papa emérito
                 Horas más tarde, monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia y secretario particular del Papa emérito, afirmó en declaraciones a las agencias KNA y ANSA que Benedicto XVI no había autorizado la doble firma como coautor del ensayo del cardenal Sarah.
            “Puedo confirmar que esta mañana, por indicación del Papa emérito, he pedido al cardenal Robert Sarah que se ponga en contacto con los editores del libro y les pida que retiren el nombre de Benedicto XVI como coautor del libro mismo, y también que retiren su firma de la introducción y las conclusiones”, aseguró Mons. Gänswein, según Vatican News.
             “El Papa emérito, de hecho, sabía que el cardenal estaba preparando un libro -añadió Gänswein – y había enviado un breve texto suyo sobre el sacerdocio autorizándole a usarlo como él deseara. Pero no había aprobado ningún proyecto para un libro de doble firma, ni había visto y autorizado la portada. Fue un malentendido, sin cuestionar la buena fe del cardenal Sarah”.
              Por último, tras estas declaraciones, el cardenal Sarah confirmó de nuevo a través de su cuenta oficial de Twitter que habló esta mañana con el obispo Georg Gänswein e hizo referencia a un comunicado emitido por él mismo el 14 de enero, indicando que esta es su «única versión del curso de los acontecimientos». Igualmente asegura en este mensaje, mantuvo «una conversación con la dirección de Fayard para poner en práctica las peticiones específicas de Monseñor Gänswein».
Correspondencia con Benedicto XVI
              Mons. Robert Sarah también ha publicado tres cartas de correspondencia con el Papa Emérito, detallando su contribución. En la primera, con fecha 20 de septiembre de 2019, Benedicto XVI confió que «comenzó a escribir algunas reflexiones sobre el sacerdocio» pero que, al sentir que sus fuerzas se debilitaban, interrumpió su trabajo.
               Después, el Papa emérito anuncia que retomó la pluma después de la «inesperada» petición del prefecto relativa a «un texto sobre el sacerdocio, con particular atención al celibato». «Le dejo a usted la tarea de ver si estas notas, cuya insuficiencia siento fuertemente», agrega, «pueden ser de alguna utilidad».
               Benedicto XVI transmitió su texto el 12 de octubre de 2019. Luego, el 25 de noviembre, escribió de nuevo, agradeciendo al cardenal: «Me conmovió profundamente la manera en que usted comprendió mis intenciones finales. Yo había escrito siete páginas de ideas metodológicas en mi texto y me alegra decir que usted fue capaz de decir lo esencial en media página».
               Benedicto XVI autorizó entonces la publicación de su texto, presumiblemente sin saber que se indicaría su nombre como coautor de la obra.

lunes, 13 de enero de 2020

EL LIBRO DE RATZINGER Y SARAH

               Se viene una fuerte polémica con el libro que pasado mañana se publicará en Francia y unas semanas más tarde en otros idiomas. Los autores son Joseph Ratzinger y Robert Sarah. Lo sustantivo es que son obispos de la Iglesia Católica; lo adjetivo, los cargos que ocupan en ella: Papa emérito y actual Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos.

          El "cargo" de Papa emérito no tiene antecedentes..., pero es indudable el peso moral de su portador, peso aun más grande por la indiscutida autoridad intelectual de Joseph Ratzinger. Robert Sarah, a su vez, tiene una fama sólidamente ganada de hombre sabio, en el sentido más profundo de la palabra: un hombre que mira la realidad sub specie aernitatis, a la luz de la eternidad divina. Leyendo sus libros es donde ella se advierte: Dios o nada, La fuerza del silencio, Se hace tarde y anochece. 

          Ratzinger y Sarah han escrito a cuatro manos el libro DESDE LO PROFUNDO DE NUESTROS CORAZONES, título expresivo por demás del grave motivo que los ha llevado a publicarlo como obispos que son de la Iglesia Católica y tienen, por lo tanto, el deber de custodiar el tesoro de su doctrina: "Vivimos estos tiempos difíciles y problemáticos con tristeza y sufrimiento. Era nuestro preciso deber recordar la verdad sobre el sacerdocio católico. Con ello, de hecho, se pone en tela de juicio toda la belleza de la Iglesia. La Iglesia no es sólo una institución humana. Es un misterio. Ella es la mística Esposa de Cristo. Esto es lo que nuestro celibato sacerdotal nunca deja de recordar al mundo. Es urgente, necesario, que todos, obispos, sacerdotes y laicos, no se dejen impresionar por los malos consejeros, la escenificación teatral, las mentiras diabólicas, los errores de moda que pretenden desvalorizar el celibato sacerdotal".

           La publicación del libro en este momento responde a que, dentro de pocas semanas, se espera que el papa Francisco presente el documento en el que podría hacer suya una de las propuestas aprobadas por el Sínodo sobre la Amazonia: que, excepcionalmente, puedan ser ordenados sacerdotes hombres casados, para atender a las comunidades indígenas. Como se ha comentado no pocas veces, este recurso de excepción es un modo oblicuo de introducir el sacerdocio casado en la Iglesia Católica.

          Frente a este intento, Ratzinger y Sarah se definen dejando a un lado "las ofensas personales, las maniobras políticas, los juegos de poder, las manipulaciones ideológicas y las críticas amargas que juegan el juego del diablo, del que divide, del padre de la mentira". Sarah llega a decir que "hablar de excepción sería un abuso del lenguaje o una mentira" y "no se puede proponer a la Amazonia sacerdotes de "segunda clase"".

          En definitiva, es tal la importancia de lo que está en juego, que el Papa emérito y el Cardenal africano afirman: "Es urgente, necesario, que todos, obispos, sacerdotes y laicos, encuentren una mirada de fe sobre la Iglesia y sobre el celibato sacerdotal que protege su misterio. Tal mirada será el mejor baluarte contra el espíritu de división, contra el espíritu partidista, pero también contra la indiferencia y el relativismo".

          Varios comentarios sobre el libro, del que se conocen apenas unos párrafos publicados ayer por Le Figaro, ya aparecen teñidos de partidismo ideológico: frente al progresismo de Francisco, el conservadurismo de los retrógrados... 

           Es urgente rezar: para que la "mirada de fe sobre la Iglesia" cunda, se propague, se difunda. Así sea.  

jueves, 2 de enero de 2020

RETIRARSE A TIEMPO


Dentro de dos meses justos, el 2 de marzo, llegaré Dios mediante a la edad. LA edad, lo subrayo, por esto que señala el código del derecho de la Iglesia, que me afecta directamente: Al Obispo diocesano que haya cumplido 75 años de edad, se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias (c. 401).

Bueno, en las manos del Papa está la renuncia y yo me encuentro en la “dulce espera”. Esta expresión, que se usa en otras circunstancias, quizás no sea la más adecuada, pero refleja bien lo que siento. ¿Pero usted quiere que el Papa le acepte su renuncia al oficio de Obispo de Minas? La respuesta no es fácil, trataré de explicarme.



Me viene al recuerdo un editorial del diario Madrid, de hace muchos años, del 30 de mayo de 1968. Fue un editorial que al diario le costó una suspensión de cuatro meses, por parte del gobierno franquista. Se trataba de un tiro, por elevación, dirigido al Generalísimo. Su título: RETIRARSE A TIEMPO. NO AL GENERAL DE GAULLE.

Sin entrar en el contenido del editorial, el caso es que siempre he tenido presente ese título: retirarse a tiempo es una máxima llena de sabiduría. Y pienso que el momento de hacerlo, fijado por el Papa Pablo VI para los obispos en los 75 años, es muy justo.

Ya estoy escuchando quejas del tipo “¡pero si usted está muy bien!” y variaciones. Y yo digo por propia experiencia que, al menos en este oficio, es una edad adecuada: porque ya me doy bien cuenta, sencillamente, que no pocas cosas se me olvidan; que me cuesta bastante ponerme a pensar en resolver otras que, hasta ayer o anteayer nomás, no ofrecían especiales dificultades; porque tres o cuatro cosas en la cabeza al mismo tiempo ocupan mucho sitio en el disco duro y son motivo de cierto agobio; porque las personas que dependen de ti empiezan a pensar, con razón, que no las atiendo bien; porque se te hace también muy real y difícil de concretar, el imperativo del profeta Isaías: “Fortalezcan las rodillas vacilantes” (35, 3)…

A su vez, es indudable que otras personas más jóvenes harán mejor tu papel, y es bien natural dejarles sitio. Por estas razones, califico como “dulce espera” el tiempo que estoy viviendo, sin alimentar esperanzas de ninguna clase: ni más tiempo de yapa, ni me quiero ir corriendo. Lo que Dios quiera y cuando Dios quiera; esto da paz, les aseguro.



miércoles, 1 de enero de 2020

NO POR MUCHO MADRUGAR...

Primer día del año 2020. El blog es un libro en blanco, a la espera de palabras. Teresa de Jesús suspiraba por tener "palabras nuevas", con las cuales urgir a la gente a buscar las cosas importantes, esas que vale la pena perseguir, sí o sí. Estoy con ella: al menos, tengo muchas ganas de encontrar esas palabras con las que narrar historias de vida... e historias de muerte, que son las que más enseñan.

Y estoy contento, al menos porque ayer me propuse volver al blog... ¡y hoy estoy cumpliendo el propósito! ¡Arrancamos bien el año! Proponerse algo, aun chiquito y concretarlo, anima  a cualquiera.



Este blog es veterano, cumplió ya once años, ¿qué les parece? Y si miran la columna de la izquierda, verán que en 2019 fue el año que menos escribí. ¿Por qué? En buena medida porque me vendí a Twitter. No tengo nada que decir en contra de esa red, ¡sólo faltaría! Pero ahora caigo en la cuenta de que eso de dejarte doscientos y pocos caracteres es un arma traicionera: te vas acostumbrando al pío-pío del tweet y, cuando queres acordar, se te olvidó contar una historia, ir más a lo hondo del  relato...

Es verdad, también, que de Lunes a Viernes mando por Whatsapp un audio de pocos minutos, que llega a no pocas personas. Creo que esto, a su vez, ha contribuido a que dejara de lado el blog. En fin, sea lo que sea, la idea que tengo es prestarle más atención.

Tarde silenciosa, mientras escribo, la del primer día del año. Se agradece. Necesitamos el silencio: para escucharnos, para hablar con Dios, para escucharlo, para pensar... Los dejo por hoy, no sé hasta cuándo, que "no por mucho madrugar amanece más temprano".