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sábado, 25 de mayo de 2019

FRANCISCO, MÁS CLARO QUE EL AGUA


Esta mañana, 25 de mayo, el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes en un congreso sobre el tema “¡Sí a la vida! El cuidado del precioso don de la vida en las situaciones de fragilidad. En dos momentos se apartó del discurso preparado y habló con mucha claridad sobre el aborto. Dijo:
A veces escuchamos: “Ustedes, los católicos, no aceptan el aborto porque es un problema de la fe que tienen”. No, es un problema pre-religioso. La fe no tiene nada que ver. Viene después, pero no tiene nada que ver: es un problema humano. Es un problema pre-religioso. No carguemos sobre la fe algo que no le compete desde el vamos. Es un problema humano. Solamente dos frases nos ayudarán a entender bien esto, dos preguntas. La primera pregunta es: ¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es lícito contratar a un sicario para resolver un problema? Ustedes respondan. Este es el punto. Por eso, no se puede cargar a lo religioso algo que se refiere a lo humano. No es lícito. Jamás, jamás eliminar una vida humana ni contratar un sicario para resolver un problema.
La segunda improvisación:  
 “Me viene al recuerdo una historia que conocí en mi otra diócesis (Buenos Aires). Había una adolescente de 15 años, Down, que quedó embarazada y sus padres habían ido al juez para pedirle permiso para que abortara. El juez, un hombre recto, de verdad, estudió el caso y dijo: “Quiero interrogar a la criatura. “Pero es Down, no entiende”… “No, no, que venga”. Y la chica de 15 años fue, se sentó allí y empezó a hablar con el juez. Él le dijo: “¿Tú sabes lo que te pasa? Sí, estoy enferma. ¿Y cómo es tu enfermedad? Me han dicho que tengo dentro un bicho que me come el estómago y por eso tienen que operarme. - No, tú no tienes un bicho que te come el estómago. ¿Sabes lo que tienes? ¡Un niño! Y la niña Down exclamó: ¡Oh, que hermoso! Con esto, el juez no autorizó el aborto, la mamá no lo quería.
Pasaron los años. Nació una niña. Estudió, creció, fue abogada. Aquella niña, desde que conoció su historia, porque se la contaron, el día de su cumpleaños siempre llamaba al juez para agradecerle el regalo de su nacimiento. El juez murió y ella fue promotora de justicia. ¡Qué hermosura! El aborto nunca es la respuesta que las mujeres y las familias buscan.


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