Esta
mañana, 25 de mayo, el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes
en un congreso sobre el tema “¡Sí a la vida! El cuidado del precioso don de la vida
en las situaciones de fragilidad. En dos momentos se apartó del discurso preparado y habló con
mucha claridad sobre el aborto. Dijo:
A veces escuchamos: “Ustedes, los católicos, no aceptan el
aborto porque es un problema de la fe que tienen”.
No, es un problema pre-religioso. La fe no tiene nada que ver. Viene después,
pero no tiene nada que ver: es un problema humano. Es un problema
pre-religioso. No carguemos sobre la fe algo que no le compete desde el vamos. Es
un problema humano. Solamente dos frases nos ayudarán a entender bien esto, dos
preguntas. La primera pregunta es: ¿es lícito eliminar una vida humana para
resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es lícito contratar a un sicario para
resolver un problema? Ustedes respondan. Este es el punto. Por eso, no se puede
cargar a lo religioso algo que se refiere a lo humano. No es lícito. Jamás, jamás
eliminar una vida humana ni contratar un sicario para resolver un problema.
La segunda improvisación:
“Me viene al recuerdo una historia que conocí
en mi otra diócesis (Buenos
Aires). Había una adolescente de 15 años,
Down, que quedó embarazada y sus padres habían ido al juez para pedirle permiso
para que abortara. El juez, un hombre recto, de verdad, estudió el caso y dijo:
“Quiero interrogar a la criatura. “Pero es Down, no entiende”… “No, no, que
venga”. Y la chica de 15 años fue, se sentó allí y empezó a hablar con el juez.
Él le dijo: “¿Tú sabes lo que te pasa? Sí, estoy enferma. ¿Y cómo es tu
enfermedad? Me han dicho que tengo dentro un bicho que me come el estómago y
por eso tienen que operarme. - No, tú no tienes un bicho que te come el estómago.
¿Sabes lo que tienes? ¡Un niño! Y la niña Down exclamó: ¡Oh, que hermoso! Con esto,
el juez no autorizó el aborto, la mamá no lo quería.
Pasaron
los años. Nació una niña. Estudió, creció, fue abogada. Aquella niña, desde que
conoció su historia, porque se la contaron, el día de su cumpleaños siempre
llamaba al juez para agradecerle el regalo de su nacimiento. El juez murió y
ella fue promotora de justicia. ¡Qué hermosura! El aborto nunca es la respuesta
que las mujeres y las familias buscan.
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