El abuelo
cumple hoy 92 años. Ayer fue a saludarlo Francisco, su sucesor. ¿Habrán
recordado lo que dijo acerca de él, delante de una multitud en la Plaza de San
Pedro, hace cuatro años largos, el 28 de septiembre de 2014?: “¡me gusta que viva aquí, en el Vaticano; es como tener al abuelo
sabio en casa!”. La plaza asintió con un fuerte aplauso. Benedicto XVI se
puso de pie y sonrió, agradeciendo al Papa Francisco y a la gente. No dijo
nada, como lo venía haciendo desde su renuncia, en febrero de 2013.
Hoy y ahora, en cambio, viendo que la nave de
la Iglesia anda bastante a la deriva, ha roto su silencio y se ha decidido a
hablar. El día 11 de abril pasado publicó un escrito que, como bien decía
Francisco, respira sabiduría.
El Papa emérito, gran catedrático
universitario, está habituado a ir a la raíz de las cosas. El
adjetivo “brillante” no le cuadra, desde el momento en que “brillante”, si se
piensa un poco, es un calificativo de superficie. Lo suyo es el estudio a fondo
de los problemas, el análisis que sólo está comprometido con la verdad. Por
eso, lo que escribe es el fruto maduro de una honda reflexión: son palabras
sabias.
En este tiempo nuestro en el que todo
es “ya” y a golpe de clicks, leer dieciséis páginas es casi heroico. Ayer,
una monja benedictina, hablando del escrito de Benedicto me decía ejemplarmente: - Yo me hice
un esquema, para leerlo meditándolo. ¡Es tan profundo lo que dice!
Algunos teólogos y otros que piensan
que lo son, afirman que lo que dice el Papa emérito sobre la causa de los
abusos sexuales en la Iglesia, está en contra de lo que piensa Francisco.
Quizás ayer, en el encuentro de los dos haya salido esta supuesta contraposición.
No me extrañaría que hayan sonreído… Y estoy seguro de que ambos habrán rezado
por la Iglesia, como Francisco lo pide a todos y Benedicto urge ahora la misma
petición.
Hay que leer su escrito, insisto, con
calma y sin prejuicios, para caer en la cuenta de que en su análisis hila muy
fino el Papa emérito: la causa de los abusos está en el
clericalismo, pero, a su vez, la causa del clericalismo la encuentra en el clima
moral desmadrado de los sesenta, que afectó hondamente a la sociedad y a la
Iglesia, a la teología moral, a la formación de los futuros sacerdotes y a la
elección de los obispos, imbuidos entonces del llamado espíritu conciliar… que estaba lejos, en aspectos esenciales, con
lo que realmente enseñaba el Concilio.
Hay más, en el escrito de Benedicto
XVI, que completa y perfecciona las propuestas de Francisco para eliminar los
abusos sexuales en el clero. Recuerda, por ejemplo, sin pelos en la lengua, que
en aquellos años, en diversos seminarios
se formaron clubs homosexuales que actuaban más o menos abiertamente y que
transformaron el clima de los seminarios.
El Papa emérito trae a la luz otro problema, que debe ser encarado
y resuelto: se trata del bien precioso de
la fe y de su protección, en particular de quienes sufren un abuso. Es una situación preocupante, escribe, que los pastores de la Iglesia deben
reflexionar y considerar seriamente.
Los abuelos repiten y repiten las mismas cosas… Uno puede aburrirse
de ellos, ignorarlos… o, si son sabios, escucharlos en silencio y aprender de ellos.
El Viernes Santo de 2005, siendo todavía cardenal Joseph Ratzinger, el Papa emérito
comentó el Via Crucis que se celebraba en el Coliseo. En la octava Estación,
cuando Jesús cae por tercera vez, dijo: Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece
una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que
trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos
nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos
ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en
ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás
se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú,
siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has
reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu
Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos.
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