Estoy muy contento, porque
ayer fue un día magnífico, en todos los sentidos. La Virgen nos ayudó, de
manera que cayeron cuatro gotas, a primera hora de la mañana, las necesarias
para apisonar un poco el camino hasta la cumbre del Verdún, y luego salió un
sol radiante que de tarde, en la celebración de la Misa, a las 3, se lució
hasta por demás.
Lo más importante es que no
nos cansaremos nunca de comprobar cómo el amor a la Virgen se transmite de
generación en generación. La fiesta de la Virgen del Verdún, caiga en el día de
la semana que caiga, es el despertador de un amor a nuestra Madre que florece
en el corazón de miles y miles de uruguayos. Y de todos los sitios del país,
desde Rivera a Montevideo, de Rocha a Mercedes, de todas partes se ponen en
marcha familias enteras que vienen a honrar a la Virgen, a agradecerle sus indudables
favores y a pedirle otros, como es bien natural.
Una de estas fotos es bien
significativa. Una mamá joven con una criaturita en brazos, que me llamó la
atención por su tamaño, muy chiquita. Vinieron la mamá, su esposo y los padres
de ella. Me dijo la mamá que la niña había nacido el día 2, es decir, hace 17 días
con una afección pulmonar muy grave, que la llevó al CTI. Y la mamá le prometió
a la Virgen que si la sacaba adelante iba a venir al Verdún con ella, y que iba
a subir el cerro descalza… Bueno, aquí estaba, cumpliendo la promesa.
Otras fotos son de familias y
de niños que sus padres llevan sobre los hombros o en brazos… Esta preciosa tradición
familiar viene de lejos, de los abuelos o de los bisabuelos. Por lo demás, llegan
también al Verdún muchas abuelas y abuelos que ya no pueden subir el cerro,
pero igual vienen para ver a la Virgen y encomendarse a Ella.
Es una costumbre de aquí, de
Minas, que siguen muchas chicas: el 19 de abril se ponen su traje de fiesta y
llegan al Verdún para encomendarse a la Santísima Virgen. Otra quinceañera subía
también ayer, descalza. Y me impresionó porque caminaba rápido, como si
estuviera pisando una alfombra. Realmente admirable…
Fue un día estupendo. La Misa de
las 10 de la mañana la celebró el Obispo de San José, Monseñor Arturo Fajardo.
La del mediodía, en la capilla Madre de Misericordia, el párroco de Mariscala y
Aiguá, padre Fernando Pereira; en la Misa solemne de la tarde me acompañaron
los obispos de Canelones, Mons. Alberto Sanguinetti y el de Melo, Mons. Heriberto
Bodeant.
La Virgen Santísima es el
camino seguro; es nuestra Madre, de veras, con Ella todo es mucho más fácil.
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