Páginas

sábado, 3 de marzo de 2018

ESO DE PROCRASTINAR...


                 
Hoy es 3 marzo y desde ayer soy un día más viejo, lo cual no quiere decir que me sienta más viejo. En fin, más allá de consideraciones varias sobre el tema, el caso es que recibí una enorme cantidad de felicitaciones vía Whatsapp, vía e mail, vía teléfono. Las agradecí hasta donde pude, pero un montón se quedaron sin respuesta. A las seis de la tarde apagué el celular, porque una hora más tarde tenía la Misa en la Catedral, y volví a prenderlo a las 9 y media; era una cascada de mensajes, que terminé de leer esta mañana. Muchas gracias a todos y no dejen de rezar por mí, que lo necesito especialmente.

“Saber oír”, en esto estábamos; saber oír la voz de Dios significa nada menos que saber qué quiere de mí y tener la voluntad pronta y dócil para llevarlo a cabo. Se dan cuenta de que, en este nivel, lo único razonable y deseable es responder rápidamente y con alegría, a lo que Dios me pide.

Me doy cuenta de que esto requiere una aclaración: no podemos imaginar que, queriendo oír la voz de Dios, ella se nos presente de una forma extraordinaria, como a Samuel, al que Dios llamaba de noche y él respondía “aquí estoy porque me has llamado”… Lo normal es otra cosa.

Lo normal es que el Espíritu Santo, que habita en el centro de nuestra alma, nos sugiera una y otra vez vencimientos chicos de nuestro propio yo –estoy seguro que los percibimos todos; lo normal, en una persona que quiere cumplir la voluntad de Dios en su vida ordinaria, es responder sí a lo que en este momento tiene que hacer: esto no es fácil, reclama sacrificio.

Hay que ver cómo progresa la ciencia. Quizás escucharon el verbo PROCRASTINAR. Viene del latín “cras”, que quiere decir “mañana”; pro cras, querrá decir, dejar para mañana. Fui al diccionario y encontré que procrastinación  es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Encontré también que puede haber procrastinadores eventuales, cuya actitud evasiva no se repite habitualmente, y procrastinadores crónicos, cuya conducta evasiva es constante y repetida en el tiempo. En la actualidad se dice que hay adicciones que contribuyen a este trastorno: la televisión, la computadora, y más concretamente Internet, y el celular.

Bueno, seguramente esto puede ayudar a conocerse mejor. En mi época no se hablaba de “procrastinar”, sino sencillamente de PEREZA. Volviendo a “saber oír” la voz de Dios, diría que una forma muy eficaz de facilitar su escucha es preguntarme: ¿hago en este momento lo que debo hacer, lo que Dios quiere que haga? Y luchar con uno mismo, por amor a Dios, para empezar y terminar bien, hasta el final, lo que tenga entre manos. ¿No les parece que “saber oír” es más fácil y al mismo tiempo más difícil, -¡qué paradoja!- de lo que uno puede imaginar?

1 comentario:

Anónimo dijo...

En plan broma y serio. ¿No le parece que a veces, con micro gotero, hay una procastinacion terapéutica? Es como salir de shopping. No cura pero cambia el aire.

Reiteró,, con microgotero.. Se toma menos Prozac.

Dr. V.