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jueves, 1 de marzo de 2018

DIOS ES MISTERIO (no olvidarlo)


Volvamos a lo que veníamos tratando, que es cómo aprovechar lo mejor posible la gracia de Dios en este tiempo de Cuaresma.

Después de “invocar al Señor”, san Josemaría escribió que es necesario “saber oír”, saber oír la respuesta de Dios a mi invocación. Esto implica, obviamente, QUERER oír. El profeta Jonás, del que hablábamos la semana pasada, es un buen ejemplo del hombre que no quería oír la voz de Dios: salió corriendo, se tomó un barco… Los apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, en cambio, cuando menos lo esperaban, oyeron nada menos que la voz de Dios Padre: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”.

¡Qué cosas misteriosas son las cosas de Dios! Y qué importante es vivir familiarizados con el misterio: lo propio de Dios es el misterio; si pretendemos entenderlo todo, estaríamos haciendo un Dios a nuestra propia medida, y nos sentiríamos muy solos y tristes.


Hay un libro formidable, que ayuda mucho a conocer a Jesús, humanamente y en su misterio: es de un escritor polaco, Jan Dobraczinski, y se llama “Cartas de Nicodemo”. El libro empieza con esta cita de Saint-Exupery: 

Señor -dije-, en la rama de aquel árbol hay un cuervo, comprendo que tu majestad no puede rebajarse hasta mí. Pero yo necesito un signo. Cuando termine mi oración, ordena a este cuervo que emprenda el vuelo. Esto será como una indicación de que no estoy completamente solo en el mundo... 
Y observé al pájaro.  Pero siguió inmóvil sobre la rama. Entonces me incliné de nuevo ante la piedra. Señor -dije-, tienes razón. Tu majestad no puede ponerse a mis órdenes. Si el cuervo hubiera emprendido el vuelo, yo ahora me sentiría más triste aún. Porque este signo lo hubiera recibido de alguien igual a mí, es decir, de mí mismo; sería el reflejo de mis deseos. Y de nuevo no hubiera encontrado sino mi propia soledad. Me prosterné y me volví. Pero en aquel preciso instante mi desesperación se transformó en una inesperada alegría..."

¿Se entiende que debemos aprender a vivir con el misterio de Dios? “Saber oír”, como consecuencia de haber invocado al Señor, que junto con “mantener el alma joven” era la segunda actitud básica para recibir la gracia de Dios en este tiempo, requiere la disposición de dejarme ganar por la inmensidad de Dios, por su grandeza, que en un momento puede ponerse al nivel bajito de mi comprensión, y otras, en cambio, se me presenta como incomprensible y espera de mí una respuesta, para la cual Él me dará su gracia.

Me explico: Etty Hillesum, (en la foto) que morirá en la cámara de gas de Auschwitiz a los 28 años, escribe en su diario algo fantástico: “si Dios deja de ayudarme, seré yo quien tenga que ayudar a Dios”. Esto lo repite una y otra vez en su Diario y es fundamental para encontrar el sentido del sufrimiento.


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