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jueves, 29 de marzo de 2018

EL JUEVES PARA SIEMPRE


Hoy es Jueves y, como todos los jueves, en las dos cuadras de mi casa, al lado de la Catedral de Minas, hay feria. Es un día en la semana que no miro con mucha simpatía, porque empieza bastante temprano el ruido de los cajones de verdura, el montaje de los toldos en los puestos, etcétera.

La verdad es que hoy, concretamente, me gustaría que no hubiera feria: porque hoy es el Jueves más importante de la historia, ¡nada menos! Hoy empieza el que ya san Agustín, hace muchos siglos, llamaba “el triduo del crucificado, sepultado y resucitado”, que también se llama Triduo pascual, porque con su celebración se hace presente y se realiza  el misterio de la Pascua, es decir, el misterio del PASO (eso quiere decir Pascua), de Jesucristo de este mundo al Padre.

A las siete de la tarde celebraremos en la Catedral, la Misa de la Cena del Señor. Todos los años celebraba Jesús con sus apóstoles la Pascua, que era la principal de las fiestas judías. Esta vez le encomendó a Pedro y Juan que prepararan todo lo necesario: llevaron el cordero al templo y lo inmolaron, lo trajeron para asarlo… Pienso que la Virgen estaba también en esta celebración de la Pascua: su corazón de Madre intuía perfectamente que era la última pascua, la última cena pascual. Estaría con otras mujeres en un lugar apartado, desde el que veía o escuchaba a Jesús.



Decía el Papa Pablo VI, hace ya muchos años, que el mismo Jesús “quiso dar a aquella reunión tal plenitud de significado, tal riqueza de recuerdo, tal conmoción de palabras y sentimientos, tal novedad de actos y de preceptos, que nunca terminaremos de meditarlos y explorarlos. Es una cena testamentaria; es una cena afectuosa e inmensamente triste, al tiempo que misteriosamente reveladora de promesas divinas, de visiones supremas. Se echa encima la muerte, con inauditos presagios de traición, de abandono, de inmolación; la conversación se apaga enseguida, mientras la palabra de Jesús fluye continua, nueva, extremadamente dulce, tensa en confidencia supremas, moviéndose así entre la vida y la muerte”.   

Cuánta razón tenía este Papa santo: falta tiempo en toda la vida para leer y meditar las palabras y los gestos de Jesús en aquella Última Cena. Hoy es el día para abrir el evangelio de san Juan y leer en el capítulo 13: “la víspera de la fiesta de Pascua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Este es el resumen de todo lo que entonces sucedió: les dio a los apóstoles, para que lo enseñaran con su vida y su palabra, el “mandamiento nuevo”: Ámense, como yo los he amado. Tomó pan, lo partió y se lo dio mientras decía: “Esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes”. Después, el vino: “Esta es la sangre de la nueva y eterna alianza, que será derramada para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía”.

Así, de esta manera tan divinamente sencilla, instituyó la Eucaristía y el sacerdocio que la hace posible. ¡Qué quieren que les diga!... Es tan grande el Jueves Santo que las palabras resultan pobres, muy pobres…

miércoles, 28 de marzo de 2018

EL DÍA DE LA TRAICIÓN


Miércoles Santo. Es el día de la traición. ¿Qué es traicionar? Es fallarle a alguien. A Jesús le falló, le traicionó uno de los doce hombres que Él había elegido. Dice el Evangelio de hoy que “Judas fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ¿cuánto me darán si se lo entrego? Y decidieron darle 30 monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo”.

Llegan entonces a la última cena. Me pregunto: ¿cuántas cenas, cuántos almuerzos, compartió Judas con Jesús? Mucho más que eso: durante tres años, compartió su vida con Él: vio sus milagros, escuchó sus enseñanzas en primera fila, las que Jesús dirigía a todos y en particular a ellos, a los apóstoles; conoció el Corazón inagotablemente bueno del Señor, que le dio toda su confianza.

¿Cómo puede llegar a lo que llegó? La explicación la da san Juan en su Evangelio, cuando explica que Judas era el que administraba el dinero de esa comunidad de Jesús y los doce, y era ladrón y robaba. La infidelidad empieza por pequeñeces, por cosas a las que uno les da al principio poca importancia, y el proceso de infidelidad sigue creciendo. Y cuando uno quiere acordar…

En la última cena Jesús siente un tremendo agobio en su alma. Y les dice: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. La reacción de los apóstoles es una enseñanza de muchísimo valor: “Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: ¿Seré yo, Señor?

Es muy grande el valor de esta pregunta: quiere decir que no se fían de sí mismos. Saben que Jesús sabe, acerca de ellos, más que lo que ellos mismos pueden saber… San Agustin decía: “Dios es Aquel que me es más íntimo que yo mismo”.

Judas, cuando le llegó el turno, en el colmo de la fallutería también le preguntó a Jesús: ¿Seré yo, Maestro? Tú lo has dicho, le respondió Jesús.

Les animo a leer despacio este pasaje del Evangelio de San Mateo, capítulo 26, siguiendo los pasos que señalábamos el otro día: leer, meditar, rezar, actuar.

Frente a la traición de Judas y en el marco de corrupción generalizada en que vivimos, es bueno cultivar una sana desconfianza en uno mismo, como lo hicieron los apóstoles: todos somos capaces de traición, en todos los campos, y tenemos que estar en guardia. Por el contrario, frente a la traición, ¡cómo valoramos la virtud de la lealtad! En el diccionario de la Real Academia hay dos definiciones de lealtad. La segunda dice así y es desanimante: Amor y fidelidad que muestran a su dueño algunos animales, como el perro y el caballo. La primera –menos mal- afirma que la lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes del honor y hombría de bien.

¿Será necesario explicar hoy los tres conceptos: fidelidad, honor y hombría de bien?…







domingo, 25 de marzo de 2018

¿QUÉ PASA EN SEMANA SANTA?



         Esto ocurrió en Minas, hace apenas dos semanas. En la parroquia Nuestra Señora de Fátima, a una cuadra de la ruta 8, reinaba un activo silencio. De rodillas algunos, sentados otros, quince chicas y chicos universitarios, durante una hora adoraban la Eucaristía, expuesta en el altar.
         Vestían con la universal uniformidad de los jóvenes; por su aspecto podían ser de Montevideo o de cualquier lugar: la mayoría provenían de la Universidad de Texas.
         ¿Por qué, trabajando para costear sus pasajes, viajaron más de 8.000 kilómetros y regresaron sin “hacer turismo”? En pocas y esenciales palabras: porque Jesucristo vive, porque lo quieren, porque creen en él y se lo toman en serio.
         En Uruguay también hay muchos jóvenes, motivados por el mismo amor. Como los “tejanos”, rezan, aprenden a vivir en cristiano, se preocupan por los demás, y en Semana Santa dedican más tiempo a la contemplación de Jesús.
          Algunos de los chicos USA que nos visitaron sabían español; otros, lo chapurreaban; pero todos se entendían con todos en el idioma de la sonrisa y el servicio desinteresado.
         La Semana Santa no es “sentimental”: es tiempo de revivir el orgullo de pertenecer a Jesucristo y a la Iglesia que él fundó. La “dictadura del relativismo” –el fenómeno es mundial- está provocando un efecto imprevisto también mundial: hombres y mujeres jóvenes encuentran el amor radical de Jesús por cada uno y le corresponden radicalmente.
Viven enamorados y, como bien lo entendió el poeta, “un hombre enamorado es un peligro: puede deshacer muros, cerrojos y abrir los ataúdes. Un hombre enamorado puede hablar de la vida, convencer a las gentes y unirlas a su causa (Carlos J. Morales, Certezas).
Por todo esto, ¿cómo no desearnos de corazón ¡Felices Pascuas!?

domingo, 18 de marzo de 2018

LOS HOMBRES ATRÁS - y 2


La figura penal del “femicidio”, la nueva ley de cuotas políticas y la ley sobre “violencia de género”, tienen en común que no apuntan al mejoramiento de la situación general de las mujeres. La figura del femicidio no evitará la muerte de mujeres, como no lo ha hecho en ninguno de los países  que la aprobaron, básicamente porque se aplica después de producida la muerte y, dada la clase de delito, tiene cero efecto disuasorio. La ley de cuotas, como es obvio, en nada cambia la situación de las mujeres pobres y carentes de poder político, pero beneficiará a las que actúan en el campo de la política partidaria, y, entre ellas, especialmente a las que ya ocupan cargos políticos, que difícilmente podrán ser excluidas de las listas partidarias si hay que llenar un cupo femenino obligatorio. Respecto a la ley sobre “violencia de género”, además de su filosofía represiva y censuradora, cuesta creer que no se apunte a lo que las verdaderas víctimas necesitan: protección y lugares seguros donde alojarse en tanto la Justicia investiga su situación.

Lo que brilla por su ausencia en la gestión de las organizaciones feministas es la preocupación por los cientos de miles de mujeres, de niños y de familias en general que sufren condiciones de vida inaceptables.



LA REALIDAD NO IMPORTA

Barrios en los que gobiernan bandas de delincuentes, chiquilines acribillados a balazos todos los días, deserción educativa de un 70%, aumento de los asentamientos con condiciones de vida inadmisibles, contaminación del agua potable y disminución creciente de los puestos de trabajo no calificado no son tema de las organizaciones feministas. Los principales males sociales, para esas organizaciones, son el patriarcado, la violencia doméstica, el “techo de cristal” y el número de parlamentarias mujeres.

Ese discurso feminista se basa además en falsedades estadísticas e históricas que es importante desmentir. No es cierto que las mujeres cobren menos en el Uruguay por igual tarea. La “brecha salarial” es un dato copiado de otras sociedades y no tiene en nuestro país respaldo fáctico. Tampoco es cierto que las políticas de equidad de derechos aprobadas en el Uruguay entre fines del Siglo XIX y la primera mitad del Siglo XX fueran obra de organizaciones feministas.

Ni la reforma escolar vareliana, que equiparó a niñas y niños en el plano escolar, ni el derecho de las mujeres a votar y a ser elegibles, ni el divorcio por sola voluntad de la mujer, ni la ley de derechos civiles de la mujer (que equiparó la situación jurídica de hombres y mujeres)  fueron obra de organizaciones feministas, que no existían. Fueron resultado de un admirable clima cultural en el que participaron hombres y mujeres, pero las voces que expresaron ese clima y los votos que lo materializaron en leyes fueron de hombres que sentían vivamente la vocación igualitaria. La gran mayoría de los derechos de que gozan las mujeres no fueron obtenidos contra los hombres sino con los hombres.

¿Por qué se falsea la historia y los datos estadísticos y se ignoran los problemas más graves de nuestra sociedad?

EL PARTIDO FEMINISTA

Mi hipótesis es que varias de las organizaciones feministas que organizan esta marcha de los 8 de marzo constituyen una entidad política con intereses propios, que no necesariamente coinciden con los de la mayoría de las mujeres.
Como suele pasar con muchas organizaciones políticas, no son plenamente autónomas. Están ligadas a organizaciones internacionales y algunas reciben financiación de esas organizaciones. ¿No llama la atención que el paro y las marchas de los 8 de marzo se hayan reproducido desde el año pasado en tantos países del mundo? ¿Quién lo decidió, quién dispuso de los medios para organizar y comunicar lo decidido a tantas agrupaciones feministas a lo largo y ancho del mundo?

El otro fenómeno que le confiere semejanzas con los partidos políticos es su imperioso avance sobre los cargos y posiciones de poder estatal. ¿Cuántas y cuántos militantes de las políticas “de género” revistan hoy en el Estado? ¿Cuántas/os reparten sus esfuerzos entre la militancia en sus organizaciones y la función pública? ¿Cuántos trasladan indistintamente su poder de uno a otro ámbito?

Lo dicho no se contrapone con que en la interna de la “coordinación” de feminismos haya conflictos, luchas de poder y diferencias de ideas. Pasa en las mejores familias y en los mejores partidos.

La gran pregunta es cuál es el objetivo último. Y yo apostaría a que ni siquiera todas las dirigentes de las organizaciones feministas lo saben con propiedad. Porque esta movida que hoy se manifiesta en casi todo el mundo no fue pensada por ellas.

Lo que podemos saber es lo que vemos: la lucha por acumular poder y cargos,  el estímulo de los rencores entre los sexos y la indiferencia ante los más graves problemas que aquejan a la sociedad como conjunto.En un mundo de por sí complejo y violento, parece casi una apuesta a profundizar la división y el caos. Al punto que cabe preguntarse a quién le sirve ese resultado.



Después de todo, tal vez no sea deshonroso quedar atrás en algo así.

miércoles, 14 de marzo de 2018

LOS HOMBRES ATRÁS-1


Es mucho lo que se ha escrito sobre el Día Internacional de la Mujer. Una mirada lúcida, a mi entender, es la de este artículo de Hoenir Sarthou, en el semanario Voces


“El 8M es una jornada de lucha y movilización donde las mujeres tenemos el protagonismo, por ello exhortamos a todos los hombres a marchar detrás de las compañeras junto a sus organizaciones mixtas”. (Convocatoria de la “Coordinadora de Feminismos”  para la marcha del 8/3/18).
El valor de los símbolos es que condensan en un acto, en un gesto, a veces en una palabra, algo que mil discursos no podrían transmitir mejor o con más fuerza.

El contenido simbólico de ubicar a los hombres detrás, en una marcha que pretende reclamar igualdad de derechos entre los sexos, es muy revelador. Revela el espíritu de las organizaciones feministas militantes (que son algo muy distinto de las mujeres). ¿Por qué los hombres deben ir detrás?



Sí, ya sé. Algunas voceras de la marcha dirán que no es tan así, que algunas feministas piensan eso y otras no, que ellas, en lo personal, celebran que los hombres las acompañen. Pero los hechos son los que cuentan. Y los hechos son que la organización de la marcha dispuso que los hombres deberán permanecer detrás. Lo cual indica quiénes mandan en el tema.

Muchos hombres y no pocas mujeres discrepan con esa decisión. Creen que demuestra una actitud sexista y tan discriminatoria como el machismo, sólo que con signo inverso. Una actitud que no desean ver convertida en regla de nuestra organización social. Quizá  no les falte razón. ¿Se imaginan qué se diría en el mundo occidental de cualquier acto público en que las mujeres debieran ubicarse detrás de los hombres? Tal vez, a algunas militantes feministas, el rencor o la frustración personal las haga sentir la necesidad de agraviar al sexo masculino, incluso, paradójicamente, a aquellos miembros del sexo masculino más dispuestos a apoyarlas en sus reivindicaciones. Pero tengo para mí que hay otros motivos.

LAS MUJERES NO IMPORTAN

Lucía Topolanski, Marina Arismendi, María Julia Muñoz, Carolina Cosse, Liliam Kechichian y Eneida De León, entre otras, son mujeres que ocupan cargos ejecutivos de mucho poder. Sin embargo, rara vez oirán a voceras del feminismo uruguayo preciarse de que estén en cargos de gobierno. Incluso algunas, como Topolanski, más bien despiertan ira en las dirigentes feministas, como ocurrió a partir del último reportaje que le hizo “El País”. El casi nulo apoyo feminista que reciben estas mujeres es incomparable, por ejemplo, con las hemorragias de alegría que causó en esos círculos el ingreso al senado de Michelle Suárez. Ni con la ferviente solidaridad defensiva que despierta, en los mismos círculos, cualquier ataque a Fabiana Goyeneche. ¿Por qué?

Probablemente la clave esté en que la vicepresidente y las ministras son mujeres, pero son sólo mujeres, no militantes feministas. Llegaron a sus cargos por la lógica política, no mediante cuotas y reivindicaciones “de género”. Y, sobre todo, no están atadas a las organizaciones feministas militantes ni tienen obligaciones hacia ellas.

La hipótesis de que las organizaciones feministas tengan su propia agenda, es decir que usen la reivindicación de los intereses de todas las mujeres para lograr objetivos propios, se robustece viendo, por ejemplo, cuáles fueron sus metas y sus logros en el último año. (Continuará).


¿DETRÁS DE o JUNTO CON?...


No sé si a ustedes les gusta el tenis, a mí sí. Es un deporte que practiqué unos cuantos años y cuando hay algún partido en televisión disfruto viéndolo. Mi jugador preferido, el más grande, es Roger Federer: por el estilo clásico con que juega, por la cantidad de golpes diferentes que usa, por su serenidad, porque no hace aspavientos cuando gana, porque no se derrumba cuando pierde, porque ha sabido estar afuera del circuito y regresar y ganar, hasta ser el mejor del mundo.

El caso es que, con motivo del Día Internacional de la Mujer, que tanto ha dado que hablar, me llegó un videito que se refiere a Roger Federer, pero desde el punto de vista de su esposa, Mirka.



Mirka es eslovaca pero emigró a Suiza cuando tenía dos años. Ella también jugaba al tenis y se conocieron en los Juegos Olímpicos del año 2000. Roger empezaba su carrera como tenista profesional y tuvo que trabajar muy duro para subir la cuesta de los triunfos internacionales. Mirka estuvo con él en las duras y en las maduras.

Hasta qué punto él depende de ella, lo contó el propio Federer con toda sencillez, cuando dijo:

“Sin ella, yo no podría seguir jugando. Si dijera que no quiere seguir viajando yo contestaría: OK, hasta aquí llegamos; mi carrera ha terminado. Es así de simple”.

Roger y Mirka se casaron en 2009 y tienen dos hijas gemelas y dos hijos gemelos.

Hoy traigo aquí el ejemplo de Mirka, en el marco del Día Internacional de la Mujer, no porque quiera subrayar eso tan repetido de que “siempre detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Quizás hoy haya que decir que “siempre junto con un gran hombre hay una gran mujer”. No sé si a las mujeres les parece necesario el cambio de expresión o si lo consideran irrelevante…

En todo caso, pienso que el mensaje queda claro: el amor a un hombre, hace que una mujer deje su futuro profesional y se dedique profesionalmente a seguir a su esposo y a sus hijos. Y el marido quiere a su esposa, hasta el punto de que, por ella, está dispuesto a abandonar sus triunfos profesionales que le han dado y le siguen dando fama mundial. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

sábado, 3 de marzo de 2018

ESO DE PROCRASTINAR...


                 
Hoy es 3 marzo y desde ayer soy un día más viejo, lo cual no quiere decir que me sienta más viejo. En fin, más allá de consideraciones varias sobre el tema, el caso es que recibí una enorme cantidad de felicitaciones vía Whatsapp, vía e mail, vía teléfono. Las agradecí hasta donde pude, pero un montón se quedaron sin respuesta. A las seis de la tarde apagué el celular, porque una hora más tarde tenía la Misa en la Catedral, y volví a prenderlo a las 9 y media; era una cascada de mensajes, que terminé de leer esta mañana. Muchas gracias a todos y no dejen de rezar por mí, que lo necesito especialmente.

“Saber oír”, en esto estábamos; saber oír la voz de Dios significa nada menos que saber qué quiere de mí y tener la voluntad pronta y dócil para llevarlo a cabo. Se dan cuenta de que, en este nivel, lo único razonable y deseable es responder rápidamente y con alegría, a lo que Dios me pide.

Me doy cuenta de que esto requiere una aclaración: no podemos imaginar que, queriendo oír la voz de Dios, ella se nos presente de una forma extraordinaria, como a Samuel, al que Dios llamaba de noche y él respondía “aquí estoy porque me has llamado”… Lo normal es otra cosa.

Lo normal es que el Espíritu Santo, que habita en el centro de nuestra alma, nos sugiera una y otra vez vencimientos chicos de nuestro propio yo –estoy seguro que los percibimos todos; lo normal, en una persona que quiere cumplir la voluntad de Dios en su vida ordinaria, es responder sí a lo que en este momento tiene que hacer: esto no es fácil, reclama sacrificio.

Hay que ver cómo progresa la ciencia. Quizás escucharon el verbo PROCRASTINAR. Viene del latín “cras”, que quiere decir “mañana”; pro cras, querrá decir, dejar para mañana. Fui al diccionario y encontré que procrastinación  es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Encontré también que puede haber procrastinadores eventuales, cuya actitud evasiva no se repite habitualmente, y procrastinadores crónicos, cuya conducta evasiva es constante y repetida en el tiempo. En la actualidad se dice que hay adicciones que contribuyen a este trastorno: la televisión, la computadora, y más concretamente Internet, y el celular.

Bueno, seguramente esto puede ayudar a conocerse mejor. En mi época no se hablaba de “procrastinar”, sino sencillamente de PEREZA. Volviendo a “saber oír” la voz de Dios, diría que una forma muy eficaz de facilitar su escucha es preguntarme: ¿hago en este momento lo que debo hacer, lo que Dios quiere que haga? Y luchar con uno mismo, por amor a Dios, para empezar y terminar bien, hasta el final, lo que tenga entre manos. ¿No les parece que “saber oír” es más fácil y al mismo tiempo más difícil, -¡qué paradoja!- de lo que uno puede imaginar?

viernes, 2 de marzo de 2018

DIOS NECESITA DE MÍ



Hoy es 2 de marzo, y me gustaría continuar con lo de ayer. “Saber oír” a Dios, aprender a oírlo, esto sí que es importante, Importante con mayúsculas…

Terminábamos con algo que escribió Etty Hillesumen su Diario. Esta joven judía holandesa, que murió en la cámara de gas en Auschwitz a los 28 años, tuvo una particular experiencia de Dios. De ella habla Iván López Casanova en su libro Pensadoras para el siglo XXI, vale la pena este libro.

En su Diario, impresiona fuertemente algo que ella escribe sobre “ayudar a Dios”, así lo percibía. La suya es una experiencia personal e intransferible, un ejemplo de cuál fue SU percepción de la voz de Dios.

Escribió así, cuando ya estaba en el campo de concentración: “Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica… Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado.

Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias… Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior… Mantendré en un futuro próximo muchísimas más conversaciones contigo y de esta manera impediré que huyas de mí. Tú también vivirás pobres tiempos en mí, Señor, en los que no estarás alimentado por mi confianza. Pero, créeme, seguiré trabajando por ti y te seré fiel y no te echaré de mi interior“(12 de julio de 1942) 

“Seguiré trabajando por ti y te seré fiel”…  Pienso que una riqueza tan grande como esta, reclama meditación, contemplación, rumiar los textos, como decían los antiguos Padres de la Iglesia.

En otro momento, Etty escribió también: “Todo progresa según su ritmo interno peculiar en cada uno de nosotros y se debería enseñar a la gente a escuchar y a respetar dicho ritmo; esto es lo más importante que un ser humano puede aprender en esta vida.







jueves, 1 de marzo de 2018

DIOS ES MISTERIO (no olvidarlo)


Volvamos a lo que veníamos tratando, que es cómo aprovechar lo mejor posible la gracia de Dios en este tiempo de Cuaresma.

Después de “invocar al Señor”, san Josemaría escribió que es necesario “saber oír”, saber oír la respuesta de Dios a mi invocación. Esto implica, obviamente, QUERER oír. El profeta Jonás, del que hablábamos la semana pasada, es un buen ejemplo del hombre que no quería oír la voz de Dios: salió corriendo, se tomó un barco… Los apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, en cambio, cuando menos lo esperaban, oyeron nada menos que la voz de Dios Padre: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”.

¡Qué cosas misteriosas son las cosas de Dios! Y qué importante es vivir familiarizados con el misterio: lo propio de Dios es el misterio; si pretendemos entenderlo todo, estaríamos haciendo un Dios a nuestra propia medida, y nos sentiríamos muy solos y tristes.


Hay un libro formidable, que ayuda mucho a conocer a Jesús, humanamente y en su misterio: es de un escritor polaco, Jan Dobraczinski, y se llama “Cartas de Nicodemo”. El libro empieza con esta cita de Saint-Exupery: 

Señor -dije-, en la rama de aquel árbol hay un cuervo, comprendo que tu majestad no puede rebajarse hasta mí. Pero yo necesito un signo. Cuando termine mi oración, ordena a este cuervo que emprenda el vuelo. Esto será como una indicación de que no estoy completamente solo en el mundo... 
Y observé al pájaro.  Pero siguió inmóvil sobre la rama. Entonces me incliné de nuevo ante la piedra. Señor -dije-, tienes razón. Tu majestad no puede ponerse a mis órdenes. Si el cuervo hubiera emprendido el vuelo, yo ahora me sentiría más triste aún. Porque este signo lo hubiera recibido de alguien igual a mí, es decir, de mí mismo; sería el reflejo de mis deseos. Y de nuevo no hubiera encontrado sino mi propia soledad. Me prosterné y me volví. Pero en aquel preciso instante mi desesperación se transformó en una inesperada alegría..."

¿Se entiende que debemos aprender a vivir con el misterio de Dios? “Saber oír”, como consecuencia de haber invocado al Señor, que junto con “mantener el alma joven” era la segunda actitud básica para recibir la gracia de Dios en este tiempo, requiere la disposición de dejarme ganar por la inmensidad de Dios, por su grandeza, que en un momento puede ponerse al nivel bajito de mi comprensión, y otras, en cambio, se me presenta como incomprensible y espera de mí una respuesta, para la cual Él me dará su gracia.

Me explico: Etty Hillesum, (en la foto) que morirá en la cámara de gas de Auschwitiz a los 28 años, escribe en su diario algo fantástico: “si Dios deja de ayudarme, seré yo quien tenga que ayudar a Dios”. Esto lo repite una y otra vez en su Diario y es fundamental para encontrar el sentido del sufrimiento.