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martes, 27 de febrero de 2018

CÓMO LE PIDO A DIOS


Ayer dije algo sobre |el sentido de “mantener el alma joven”, la primera de las actitudes que destacaba san Josemaría para recibir la gracia de Dios propia del tiempo de Cuaresma. Mantener el alma con la ilusión de recuperar el amor quizás entibiado, de recomenzar a vivir en cristiano como si hubiéramos descubierto hoy el tesoro de la fe en Jesucristo.

La segunda de las actitudes es “invocar al Señor”, es decir, dirigirme a Dios para pedirle ayuda. Vamos a ver: ¿no es cierto que pedir ayuda es lo normal en los niños? Mamá, ayudame, papá, ayudame… Los padres se quejan, cuando el hijo, chico o grande, no les piden: ¿por qué no me dijiste, por qué no me avisaste, por que no me pediste ayuda?... ¿Y en nuestra relación con Dios? De mil modos diferentes Jesús nos enseñó que nuestro Padre Dios espera que le pidamos, y más aún, Él mismo se puso de ejemplo –“quien me ve a mí, ve al Padre” Jn 14, 9- para que sepamos cómo invocar al Padre.


Entre muchas de esas lecciones, podemos fijarnos en esta que el evangelio de San Marcos recoge con todo detalle en el capítulo diez. Sucedió en la ciudad de Jericó: "al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosa. Bartimeo escucha un rumor de gente que no es habitual, y pregunta: ¿qué pasa?...Y al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¡Qué oración formidable!, ¿no creen?
La reacción de la gente es dura: Y muchos le reprendían para que se callara. Pero Bartimeo no se achica: pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús lo oyó desde el principio, pero dejó que insistiera: para enseñarnos a nosotros, que somos tan poco perseverantes en nuestras peticiones. Entonces Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Ahora cambia la actitud de los que antes le decían que se callara… Llamaron al ciego, diciéndole: ¡Ánimo!, levántate, te llama. Estas palabras las puede escuchar cada uno en esta Cuaresma: ¡Animo…! Te llama por tu nombre, no te quedes ahí, en el más o menos, “aquí vamos, tirando; la vamos llevando”…
Bartimeo, entonces, arrojando su capa, dio un salto y se acercó a Jesús. “Su capa”, su frazada vieja, lo único que tenía para cubrirse es un estorbo para acercarse a Jesús: yo también tengo que dejar algo para acercarme: mi comodidad, mi egoísmo… Jesús le preguntó: ¿qué quieres que te haga? Así de simple: Él puede hacerlo todo…Y el ciego le dijo: Maestro, que vea. Es otra preciosa oración, ¿no creen? Y Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino." Feliz, viendo…
Invocar al Señor es llamarlo, pedirle con fe, con perseverancia, sin importarle a uno lo que piensa la gente, dejando de lado lo que estorbe…


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