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miércoles, 28 de febrero de 2018

LA MADRE DE TODAS LAS VIOLENCIAS



Tengo que interrumpir el hilo de lo que veníamos hablando estos días, mantener el alma joven invocar al Señor, saber oír, descubrir lo que va mal, pedir perdón  El motivo de la interrupción es que ayer escribí algo, en Twitter, que tuvo una fuerte repercusión y, como muchos de ustedes seguramente no siguen esa red social, es obligado que sepan qué es lo que pasó.

Lo primero que escribí fue esto: Dijo el Ministro: ¡bajó la mortalidad infantil! Y agregó, como cambiando de tema: se han hecho 815 abortos legales por mes. 9.780 uruguayitos/as menos por año; estos no cuentan para la mortalidad infantil. Surrealista, macabro, horrendo.

Realmente, pienso que me quedé corto con esos tres adjetivos. ¿Cómo es posible una contradicción de tal calibre? ¿Se puede hablar de de que bajó la mortalidad infantil, ignorando que hay casi 10.000 niños a los que no se les ha permitido nacer en 2017? Me resulta imposible entenderlo.

Por eso, horas más tarde de escribir esto, volví al tweet para decir algo relacionado con la violencia, que es un asunto que con toda razón nos preocupa mucho: La mayor #VIOLENCIA es #abortar a un niño no nacido. Si después un adolescente mata sin asco, por favor no condenarlo: la culpa es nuestra, que le dimos licencia para matar, como quiera y a quien quiera. Si la ley dice que la vida del no nacido no vale nada, TODO vale.

Lo escribí porque es un hecho elemental y sin embargo tan olvidado: el niño, en el vientre de su madre, es el ser más indefenso del mundo. Atacarlo, ya sea directamente o con Misoprostol, para que no siga viviendo, es la mayor de las violencias, la agresión más injusta. Y esto lo permite la ley, y lo facilita. Lo que está diciendo de hecho es que la vida del no nacido no vale nada; siendo así, ¿cómo extrañarnos, cómo sorprendernos de las otras formas de violencia que padecemos todos los días? “De aquellos polvos vienen estos lodos”, dice el refrán con toda razón.

Por donde se lo mire, el aborto es siempre un desastre, porque supone la muerte de un ser humano que está en el vientre de su madre. Es la mayor violencia que puede sufrir una madre y es la madre de todas las violencias. En 1992, el gran filósofo español Julián Marías, que falleció en 2005, escribió: «la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en el siglo XX”. Es muy fuerte, y es la verdad. No se trata de un tema religioso, es el asunto más humano del mundo, y lo hemos resuelto mal como sociedad. Siempre es tiempo de volver a pensar en cómo cuidar el mayor de los tesoros: la vida de un niño en el vientre de su madre.



martes, 27 de febrero de 2018

CÓMO LE PIDO A DIOS


Ayer dije algo sobre |el sentido de “mantener el alma joven”, la primera de las actitudes que destacaba san Josemaría para recibir la gracia de Dios propia del tiempo de Cuaresma. Mantener el alma con la ilusión de recuperar el amor quizás entibiado, de recomenzar a vivir en cristiano como si hubiéramos descubierto hoy el tesoro de la fe en Jesucristo.

La segunda de las actitudes es “invocar al Señor”, es decir, dirigirme a Dios para pedirle ayuda. Vamos a ver: ¿no es cierto que pedir ayuda es lo normal en los niños? Mamá, ayudame, papá, ayudame… Los padres se quejan, cuando el hijo, chico o grande, no les piden: ¿por qué no me dijiste, por qué no me avisaste, por que no me pediste ayuda?... ¿Y en nuestra relación con Dios? De mil modos diferentes Jesús nos enseñó que nuestro Padre Dios espera que le pidamos, y más aún, Él mismo se puso de ejemplo –“quien me ve a mí, ve al Padre” Jn 14, 9- para que sepamos cómo invocar al Padre.


Entre muchas de esas lecciones, podemos fijarnos en esta que el evangelio de San Marcos recoge con todo detalle en el capítulo diez. Sucedió en la ciudad de Jericó: "al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosa. Bartimeo escucha un rumor de gente que no es habitual, y pregunta: ¿qué pasa?...Y al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¡Qué oración formidable!, ¿no creen?
La reacción de la gente es dura: Y muchos le reprendían para que se callara. Pero Bartimeo no se achica: pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús lo oyó desde el principio, pero dejó que insistiera: para enseñarnos a nosotros, que somos tan poco perseverantes en nuestras peticiones. Entonces Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Ahora cambia la actitud de los que antes le decían que se callara… Llamaron al ciego, diciéndole: ¡Ánimo!, levántate, te llama. Estas palabras las puede escuchar cada uno en esta Cuaresma: ¡Animo…! Te llama por tu nombre, no te quedes ahí, en el más o menos, “aquí vamos, tirando; la vamos llevando”…
Bartimeo, entonces, arrojando su capa, dio un salto y se acercó a Jesús. “Su capa”, su frazada vieja, lo único que tenía para cubrirse es un estorbo para acercarse a Jesús: yo también tengo que dejar algo para acercarme: mi comodidad, mi egoísmo… Jesús le preguntó: ¿qué quieres que te haga? Así de simple: Él puede hacerlo todo…Y el ciego le dijo: Maestro, que vea. Es otra preciosa oración, ¿no creen? Y Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino." Feliz, viendo…
Invocar al Señor es llamarlo, pedirle con fe, con perseverancia, sin importarle a uno lo que piensa la gente, dejando de lado lo que estorbe…


lunes, 26 de febrero de 2018

¿CAMINO DE IMPERFECCIÓN?


Hoy es 26 de febrero, un mes traicionero, que se termina enseguida. Tenemos que aprovechar el tiempo. El buen tiempo para pasear, que enseguida empiezan las clases; pero Dios quiera que llueva. El buen tiempo, también, porque en Europa, como se ve, están con un frío desacostumbrado: seis años hace que no nevaba en Roma.

Ya se ve que, en lo que se refiere al tiempo atmosférico, el tan traído y llevado y criticado “cambio climático”, está ahí, desconcertando a todos. Sin embargo, en lo que se refiere a la temperatura espiritual, mantenemos –o, al menos, pretendemos mantener- un nivel parejo, que nos une a todos más allá de fríos y calores, de inundaciones o falta de lluvia.



Ayer entramos en la segunda semana de la Cuaresma y nos viene muy bien recordar algo que escribió san Josemaría en la meditación La conversiónde los hijos de Dios. En ella decía que, para aprovechar la abundante gracia que Dios nos quiere dar durante la Cuaresma, hace falta “mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal y pedir perdón”.

“Mantener el alma joven”, esto es lo más importante: el alma joven. Porque hay gente joven que de hecho es vieja, y al revés, hombres y mujeres de edad que son realmente jóvenes. Ejemplos sobran. En todo caso, mantener el alma joven es mantener despierta la capacidad de entregarse, de ser generoso, de volver a empezar… Es cultivar el espíritu deportivo del que trata de ganar y, si pierde, intenta ganar el siguiente partido…

Esto, que lo entendemos bien en el terreno humano, se manifiesta también en el ámbito espiritual: las metas humanas se hacen divinas si hay juventud en el alma. ¿Tratamos en esta Cuaresma de ponernos unas metas de renuncia al propio yo, a lo que forma parte de nuestro yo más
íntimo y, no obstante, deberíamos sin lástima luchar para cortarlo de raíz?

Un ejemplo por “elevación al absuro”, puede ser este poema de Miguel D’Ors, titulado CAMINO DE IMPERFECCIÓN:

Joven,
yo era un vanidoso inaguantable.
'Esto va mal', me dijo un día el espejo.
'Tienes que corregirte'.
Al cabo de unas semanas era menos vanidoso.
Unos meses después ya no era vanidoso.
Al año siguiente era un hombre modesto.
Modestísimo.
Uno de los hombres más modestos que he conocido.
Más modesto que cualquiera de ustedes,
o sea
un vanidoso inaguantable
viejo.


Bueno, aprovechemos el tiempo, el de la Cuaresma, irrepetible.

jueves, 22 de febrero de 2018

AVISO A LOS NAVEGANTES






Desde Mayo del año pasado, de Lunes a Viernes, envío por Whatsapp un audio de 3-4 minutos, sobre cuestiones de vida cristiana. Ahora se pueden escuchar también en Twitter en mi dirección:

   @obispojaime


lunes, 12 de febrero de 2018

MENSAJE PARA LA CUARESMA 2018





¿QUÉ ES LA SALVACIÓN?

Queridos hermanos:

¿cómo podremos vivir bien la Cuaresma de este año? Sabemos que es un tiempo especial de gracia de Dios, que culmina con la celebración dolorosa y gloriosa de la muerte y resurrección de Cristo, ¡la Pascua!, pero ¿verdad que nos gustaría que nos llegara más el acontecimiento central de nuestra fe?

En el libro La evangelización de los católicos, Scott Hahn, buen teólogo católico converso del protestantismo, cuenta cómo él le explicó una vez a un pastor protestante lo que Dios ha hecho por nosotros. Creemos que, por su muerte y resurrección, Jesucristo “nos ha salvado”, pero ¿cuál es el alcance de la salvación?

“Imagínate, le dijo Scott Hahn al pastor, un hombre que ha cometido una serie de crímenes atroces. Le han condenado a muerte por esos crímenes, ha hecho todas las apelaciones a las que tenía derecho y todas han sido rechazadas. Para complicar aún más las cosas, resulta que tiene una enfermedad terminal, con lo que, aunque no tuviera que pasar por la silla eléctrica, sus días están contados. Llega el día de la ejecución. Pero, minutos antes de que el verdugo ejecute la sentencia, llama el gobernador del estado para decirle al criminal que lo ha indultado.

“Por un lado, el criminal se siente aliviado, pero, por otro, se está muriendo. Además, los procesos de apelación le han dejado en la bancarrota, y no tiene a nadie: ni amigos, ni familia…, nadie. A este hombre, no le parece que merezca la pena salvar su vida.

“Sin embargo, antes de que le dé tiempo a acabar de considerar estas cosas, el gobernador le dice: “Espera, hay más. No sólo te indulto, sino que los científicos han descubierto una cura para tu enfermedad y hay un médico esperando fuera de la cárcel para administrarte esa cura. Además, he pagado todas tus deudas, y cuando salgas de la cárcel te estará esperando una enorme limusina blanca que te llevará a mi casa, donde vas a vivir como hijo mío. Ya he hecho todo el papeleo para la adopción y te he incluido en mi testamento, así que heredarás todo lo mío junto con mis otros hijos”.

“Esto es lo que Dios ha hecho por nosotros. A eso me refiero cuando digo que la salvación es mucho más que perdón. Muchos protestantes –y católicos también- solo piensan en la muerte de Cristo en la cruz, en términos de lo que nos ha evitado. Ven el amor de Dios manifestándose en su perdón. Y el amor de Dios se manifiesta en su perdón. Pero la plenitud de su misericordia y amor, la plenitud de su grandeza y gloria y la abundancia de su gracia, no brillan en todo su esplendor en el perdón que nos concede. Brillan en todo su esplendor en la relación y la vida a las que nos llama. Brillan en todo su esplendor en su invitación a la filiación divina, a ser partícipes de su propia vida”.

Espero que el ejemplo ayude a comprender mejor el alcance de lo que vamos a vivir en la Semana Santa. San Pablo lo explica de esta manera: (Dios Padre) “nos arrebató del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados” (Col, 1, 13-14). Contemplando cómo ha obrado Dios con nosotros –amor con amor se paga-  se despertará la necesidad de que la Cuaresma sea un tiempo de más oración, meditando a diario las lecturas de la Santa Misa; un tiempo en el que trataremos, mediante el ayuno, de desprendernos de esclavitudes que nos impiden amar más a Dios y a los demás: la comida y la bebida, en primer lugar, pero no solo: hay otros vicios que pueden también dominarnos y cada uno tiene que descubrirlos. Y la Cuaresma nos llama a superar la avaricia, “raíz de todos los males” (1 Tim 6, 10) con la generosidad en la limosna.

La Cuaresma, en suma, es el tiempo adecuado para que se opere en nuestra vida, con la ayuda de la gracia de Dios, una verdadera conversión, una decidida decisión de corresponder mejor al amor que Dios nos tiene: es tiempo de reconocernos pecadores y de ir a la fuente de la misericordia que es el sacramento de la Confesión.

María Santísima conoce mejor que nosotros mismos los deseos de nuestro corazón. Que Ella nos ayude, en este tiempo fuerte, a dar los pasos que nos lleven a ser mejores hijos de Dios.

Los bendice con todo afecto,
                                                          + Jaime
                                                 Obispo de Minas