Ayer me llegó un meme muy simpático
al celular. Es un diálogo de padres a hija: - Hija, tenemos que confesarte que
los Reyes somos los padres… Y ella: - ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Sabía que era una
princesa!
Todos somos príncipes, ellas y
nosotros, porque somos hijos de Dios, hermanos de Jesús. Los Reyes son un
ejemplo formidable de hombres de fe, de fe activa: vieron la estrella y se
pusieron en marcha. Un viaje largo, seguramente, que no sabían dónde terminaba…
Pero se había encendido en sus corazones la alegría de la fe y allá van.
En la zamba Guitarra de medianoche se repite este
estribillo: Andaré la huella siguiendo
una estrella, que aunque esté muy alta yo sé que un día la he de alcanzar.
Con el auxilio de Dios, por supuesto que la alcanzaremos. Es como si el niño
chico le pide a su padre ayuda, que lo levante, para colocar la estrella en la punta del árbol de Navidad. Su padre lo alza del suelo y el niño coloca la
estrella, feliz. Su padre lo felicita, lo anima diciéndole que es un campeón…
Tenemos que aprender de los
Reyes Magos y ponernos en marcha. A mí me gustaría mucho conocer la Catedral de Colonia, en
Alemania, donde está el relicario con los huesos de los Reyes Magos. Las reliquias fueron traídas de Milán por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico Barbarroja, en 1164. La construcción de la catedral de Colonia, una maravilla de la
arquitectura gótica, se empezó en el año 1248, para albergar estas importantes reliquias.
Pero
en vez de ir a Colonia, hoy los invito a volver, con la memoria agradecida, al Parque
Mattos Neto, de Salto. Es 9 de mayo de 1988. Nos habla un Papa santo, Juan
Pablo II. Citando el Salmo 85, que se había leído entre una y otra lectura de
la Misa, nos dijo: “Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus
amigos, / a los que se convierten de corazón”, comentó: El tiempo nuevo de evangelización se inicia por la conversión del
corazón.
Aquí están los Reyes, para que aprendamos de ellos, de su corazón
lleno de fe. Lo primero que necesitamos para llevar a cabo la nueva evangelización, nos decía el Papa, es convertir
nuestro corazón. Reiteraba: “Dios anuncia la paz... a sus amigos”. Para
entender este anuncio de paz hemos de ser sus amigos. ¿Qué significa esto? Termino
con la explicación que dio san Juan Pablo II: significa que hemos de descubrir
nuevamente que la vocación cristiana es vocación a la santidad (cf. Lumen gentium, 11), pues Cristo dijo a todos: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre
celestial” (Mt 5, 48). Seguiremos.
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