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martes, 9 de enero de 2018

AQUEL 9 DE ENERO...

Me van a permitir que, en cierto sentido, haga un corte en el tema que venimos tratando, para referirme a este 9 de enero. Y es que en esta fecha, en el año 1902, en un pueblo de Aragón que se llama Barbastro, nació san Josemaría Escrivá. Digo que sólo en cierto sentido suspendemos el tema, porque él, como es bien sabido, fue un sacerdote tocado por la gracia de Dios para llevar a cabo una “nueva evangelización” o, lo que es igual, una movilización general de hombres y mujeres dispuestos a buscar la santidad en las circunstancias de la vida ordinaria.


Es cosa de Dios, va creciendo en silencio. Si el árbol se conoce por los frutos, es evidente que el mensaje de San Josemaría tiene validez universal.  Él fue canonizado por Juan Pablo II en el año 2002. Don Álvaro del Portillo, José Luis Múzquiz y José María Hernández de Garnica, fueron los tres primeros sacerdotes del Opus Dei. El Papa Francisco decretó la beatificación de Don Álvaro, que se efectuó el 27 de septiembre de 2014; los otros dos tienen abiertos sus procesos de beatificación y canonización. Montserrat Grases, una chica de 18 años; Isidoro Zorzano, ingeniero nacido en Argentina, seguidor de san Josemaría en los primerísimos tiempos;  Guadalupe Ortiz de Landázuri, investigadora; Toni Zweifel, suizo, ingeniero; Ernesto Cofiño, guatemalteco, pediatra de gran prestigio; Dora del Hoyo, empleada del hogar, y varios más, tan distintos como la vida misma y todos encarnando la espiritualidad de san Josemaría, están en proceso de beatificación.

Esta mañana, en mi rato de oración, volví a abrir el libro Camino, al que le tengo especial cariño porque fue el primero que conocí, hace ya muchos años. Me quedé dándole vueltas a su prólogo: Lee despacio estos consejos. Medita pausadamente estas consideraciones. Son cosas que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre. Y estas confidencias las escucha Dios. No te contaré nada nuevo. Voy a remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera: y así mejores tu vida y te metas por caminos de oración y de Amor. Y acabes por ser alma de criterio.

Leer despacio, meditar pausadamente… Después de Camino, vinieron otros libros de san Josemaría. Dos de ellos, de homilías, Es Cristo que pasa y Amigos de Dios. Otros dos, de consideraciones, como Camino: Surco y Forja. Y el libro Santo Rosario y Amar a la Iglesia, y el de Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, que son entrevistas. Y el Via Crucis. Él bromeaba, decía que era Escrivá y escribía…

Lo que yo quisiera subrayar es la invitación a leer despacio y a meditar con calma, que él hizo en el prólogo de su primer libro. Esa disposición es necesaria para captar todo lo que escribió.

Esta mañana releí también la Presentación de la primera edición de Camino, hecha por el entonces Obispo de Vitoria, Monseñor Xavier Lauzurica: En estas páginas aletea el espíritu de Dios. Detrás de cada de sus sentencias hay un santo que ve tu intención y aguarda tus decisiones.


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