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sábado, 9 de diciembre de 2017

ORGULLOSA ARROGANCIA...

Ayer el Papa fue a rezar delante de la imagen de la Inmaculada Concepción, que está al lado de la Piazza Spagna. Aquí están sus palabras. Llama la atención, en particular, la referencia a Alfonso Ratisbonne, famoso judío converso. Es evidente que Francisco está más allá de lo “políticamente correcto”. Asimismo, hablando de los “anticuerpos” que necesitamos para defendernos de los virus que nos acechan, para mí que la "orgullosa arrogancia” tiene nombre propio: no sirvió de nada que le pidiera "sensatez y prudencia".


                                                  Alfonso Ratisbonne: de judío ateo a jesuita

Madre Inmaculada,
Por quinta vez vengo a tus pies como Obispo de Roma,
a rendirte homenaje en nombre de todos los habitantes de esta ciudad.
Queremos darte las gracias por los cuidados constantes
con los que nos acompañas en nuestro camino,
el camino de las familias, de las parroquias, de las comunidades religiosas;
el camino de cuantos cada día, a veces con fatiga,
atraviesan Roma para ir al trabajo;
de los enfermos, de los ancianos, de todos los pobres,
de tantas personas inmigrantes de tierras de guerra y de hambre.

Gracias porque, en cuanto te dirigimos un pensamiento
o una mirada, o un Avemaría fugaz,
siempre sentimos tu presencia materna, tierna y fuerte.
Oh, Madre. Ayuda a esta ciudad a desarrollar los ‘anticuerpos’
contra algunos virus de nuestro tiempo:
la indiferencia, que dice: ‘No me preocupa’;
la mala educación cívica que desprecia el bien común;
el miedo al diferente, al extranjero;
el conformismo disfrazado de transgresión;
la hipocresía de acusar a los demás mientras se hacen las mismas cosas;
la resignación ante la degradación ambiental y ética;
la explotación de tantos hombres y mujeres.
Ayúdanos a rechazar estos y otros virus
con los anticuerpos que vienen del Evangelio.
Haz que adoptemos el buen hábito
de leer cada día un pasaje del Evangelio
y, con tu ejemplo, custodiar en el corazón la Palabra,
para que, como una buena semilla, de fruto en nuestra vida.
Virgen Inmaculada, hace 175 años, a poca distancia de aquí,
en la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte,
tocaste el corazón de Alfonso Ratisbonne, y en aquel momento
de ateo y enemigo de la Iglesia, se convirtió en cristiano.

A él te mostraste como Madre de gracia y de misericordia.
Concédenos también a nosotros, especialmente en las pruebas y en las tentaciones,
fijar la mirada en tus manos abiertas,
que dejan descender sobre la tierra la gracia del Señor
para librarnos de toda orgullosa arrogancia,
para reconocernos como verdaderamente somos:
pequeños y pobres pecadores, pero siempre hijos tuyos.
Y así meter nuestras manos entre las tuyas
para dejarnos llevar a Jesús, nuestro hermano y salvador,
y al Padre celestial, que no se cansa nunca de esperarnos
y de perdonarnos cuando regresamos a Él.
¡Gracias, oh, Madre, porque siempre nos escuchas!
Bendice a la Iglesia que está en Roma,
bendice a esta ciudad y al mundo entero.
Amén.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Monseñor,

soy un asiduo lector de su Blog. Siempre me resultan edificantes las noticias y meditaciones que publica.
Hoy estoy un poco perplejo...no termino de entender tanto el sentido como el alcance del siguiente párrafo:



En el pueblo español donde vivo hace 15 años, a los "duros de mollera", como yo, se les llama "catetos"....disculpe Ud. por tanto, mi "catetez".

Saludos cordiales!
Pau Josep

JAIME FUENTES dijo...

No me llegó el párrafo al que se refiere. Si puede copiarlo, por favor...

Anónimo dijo...

Este es el párrafo al que me refiero en mi anterior comentario:

Asimismo, hablando de los “anticuerpos” que necesitamos para defendernos de los virus que nos acechan, para mí que la "orgullosa arrogancia” tiene nombre propio: no sirvió de nada que le pidiera "sensatez y prudencia".

Gracias por su respuesta y disculpe el fallo en el primer texto.

Pau Josep

JAIME FUENTES dijo...

El Papa Francisco pidió a TRUMP "sensatez y prudencia ", después de anunciar que declararía a Jerusalén capital de Israel. Ya se ve el caso que le hizo: por su orgullosa arrogancia.