El divino
misterio de la maternidad
El nacimiento de Jesús, nuestro Redentor, de una mujer
llamada María, a la que veneramos y
queremos como nuestra Madre del cielo, nos impulsa a mirar con asombro
agradecido el misterio de la maternidad.
¡Qué alegría tan singular provoca siempre la noticia de que
una mujer va a ser madre! Ella, la portadora del misterio, durante nueve meses
vivirá pensando e imaginando al hijo que crece en su vientre. Quizás no lo
esperaba, tal vez la noticia de su llegada ha sido un motivo de agobio… No
obstante, este sentimiento se disuelve al contacto con el hecho magnífico de su
próxima maternidad.
Quisiera, en esta Navidad, animar a todas las mujeres que
serán madres, a encomendarse a la Santísima Virgen –¡nuestra Virgen del
Verdún!-, en primer lugar para vivir con madurez la divina capacidad de dar la
vida. Que sea una maternidad ejercida responsablemente, tanto por la madre como
por el padre de la criatura: tener un hijo no es un juego de adolescentes. El hijo que nace tiene derecho
a vivir en un hogar, en el que recibirá de sus padres, unidos por el sacramento
del matrimonio, cariño, buen ejemplo, educación…
Al mismo tiempo, quiero pedir a todos los miembros de la
Iglesia Católica, que hagan lo máximo para ayudar a las futuras madres. Por
difícil que pudiera ser un embarazo inesperado, que ninguna mujer caiga en la
tentación de recurrir al aborto: terminar con la vida de una criatura que está
creciendo en su vientre, además de un grave pecado es un gravísimo error, del
que la mujer se arrepentirá durante toda su vida.
Es mi deseo que esta Navidad sea para todos la celebración,
llena de alegría, del nacimiento del Niño Dios: Jesús, Hijo eterno del Padre,
se ha hecho uno de nosotros para que seamos hijos de Dios.
Reciban una bendición con todo afecto,
+ Jaime Fuentes
Obispo de Minas
Minas, Navidad de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario