Hoy es 5 de Diciembre. Ayer terminábamos nuestro encuentro con el comienzo de una oración de Saint Exupéry: No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el arte de los pequeños pasos. Faltando apenas tres días para la fiesta grande de la Virgen, esta es una excelente petición, ¿no creen?
María nunca pidió ni visiones ni explicaciones, y motivos tuvo en cantidad para hacerlo. Desde el lugar en el que tuvo que dar a luz a su Hijo, hasta la muerte tremenda de Jesús, pasando por el silencio incomprensible durante los treinta años que duró su vida oculta, María tuvo “razones” para pedir a Dios alguna explicación: "¿por qué?"... Pero no lo hizo. Pienso que la Virgen es maestra en el arte de enseñar “los pequeños pasos” -los de la aceptación de los planes de Dios- y esto sí que nosotros podemos pedirlo a Ella.
La oración sigue así: Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la más importante. Finalmente, tenemos el portón nuevo en la Catedral de Minas. Está muy bien hecho, abre y cierra a la perfección. Y algo que no les dije: el herrero no quiso cobrar nada por su trabajo: ¿por qué? Porque es para la Catedral, obviamente, porque es para Dios.
Continúa la oración: Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente mi tiempo: dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.
Te pido fuerza, auto-control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y organizar sabiamente el curso del día.
Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien. Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos son oportunidades en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor de decirme la verdad con amor.
Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren. Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin palabras.
No me des lo que yo pido, sino lo que necesito. En tus manos me entrego.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!
Los dejo por hoy. La Virgen, insisto, es la maestra de los pequeños pasos...

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