Una mujer está de ocho meses de
embarazo. Sabe que espera un varón y tiene todo preparado para cuando llegue. La
pregunta de parientes y amigos –de las mujeres, sobre todo- tiene una sola letra:
-
¿Y?...
La que va a ser madre sonríe y
responde: - En cualquier momento; cuando Dios quiera…
Todos sabemos quién es esa madre; aún más, sabemos bien quién es el hijo que nacerá de ella. Y año tras
año, con mayor ilusión conforme pasa el tiempo, queremos prepararnos para la
celebración de la Navidad.
Mañana empezamos a disponer nuestro corazón para
el nacimiento de Jesús. No es un acontecimiento que forme solamente parte de la
Historia. El Papa Benedicto XVI hacía notar algo importante siguiendo al profeta
Isaías: "Anuncien a todos los pueblos y díganles:
Miren, Dios viene, nuestro Salvador" (...). Comentaba el Papa emérito: no usa el pasado —Dios ha venido— ni el futuro, —Dios vendrá—, sino el
presente: "Dios viene". Se trata de una acción que se realiza
siempre: está ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En
todo momento "Dios viene".
Bueno, yo diría que durante el tiempo del Adviento (es
decir, del advenimiento, de preparación para la llegada de Jesús), ya no se
trata de que nosotros le preguntemos a la Madre: ¿Y?... Es Dios mismo, seguramente
por medio de Ella, quien me dice a mí con todo cariño: ¿Y?... En esa sola
pregunta está contenido el sentido de mi existencia: en esta Navidad, la de 2017, ¿qué lugar ocupará mi Hijo en tu vida?
El papa Benedicto continuaba: El Adviento invita a los creyentes a tomar conciencia de esta verdad y
a actuar coherentemente. Resuena como un llamamiento saludable que se repite con
el paso de los días, de las semanas, de los meses: Despierta. Recuerda que
Dios viene. No ayer, no mañana, sino hoy, ahora.
Ahora es muy fácil acercarse. ¿Quién no se conmueve ante
el nacimiento de un Niño-Dios que, sin necesidad de nada ni de nadie, necesita todo? La Madre nos mira y nos pregunta:
¿Y?...
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