Estamos pasando el ecuador de
nuestra Novena de preparación para la fiesta grande de la Inmaculada
Concepción, que en Minas celebraremos de modo especial porque es la patrona de
nuestra diócesis. A ella, la Purísima Concepción de Minas, está dedicada la
Catedral y en la solemnidad de la Virgen sacaremos en procesión su imagen, una
antigua talla preciosa que durante el año está en un salón de la parroquia: el
Salón de la Purísima.
Estoy contento porque desde
hace dos días tenemos instalado el nuevo portón de la Catedral. Cuando pintamos
toda la fachada hubo que sacarlo y cortar un poco el muro, para que pudiera
entrar la máquina, de esto hace ya unos cuantos meses.
Se ve que no fue fácil el
trabajo y supongo que el herrero tenía mucho trabajo, porque tardó bastante en
entregar el portón nuevo, pero ahora ya está instalado. Cuando el P. Pablo,
párroco de la Catedral, le preguntaba cómo iba el trabajo, contestaba “va
marchando, va marchando”…
¿Por qué les cuento estas cosa
doméstica? Por la cercanía del 8 de Diciembre. La fiesta de la Inmaculada
Concepción de la Virgen podría, equivocadamente, hacer pensar a alguien que
ella fue una mujer excepcional, que apenas rozaba la vida ordinaria, con todo
lo que trae consigo. Sería un error grande: María fue la llena de gracia desde
el primer instante de su existencia, lo cual quiere decir que tuvo una perfecta
santidad y no conoció la inclinación al pecado con la que todos venimos al
mundo.
Pero Ella, como nosotros, fue
creciendo en su fe. San Juan Pablo II enseñaba: “María era la primera en la peregrinación de la fe,
era la más iluminada, pero también la
más sometida a la prueba en la aceptación del misterio. A ella le tocaba
aceptar el plan divino, adorado y meditado en el silencio de su corazón.
Por aquí tenemos que ir, ¿no
les parece? Hay una oración que en un tiempo especialmente difícil de su vida
compuso Saint Exupéry, el famoso autor de El
Principito, que empieza así: “No pido
milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el
arte de los pequeños pasos”. La oración sigue, pero hoy nos quedamos aquí. Seguiremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario