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viernes, 11 de agosto de 2017

¿POR QUÉ SUFRIR? (2)

En este 11 de agosto, fiesta de santa Clara, mis felicitaciones a quienes llevan este nombre de una mujer excepcional, que siguió las huellas de san Francisco de Asís, y que nos introduce en el tema que veníamos tratando.

El autor que citaba ayer escribió esto, que fue encarnado de una forma extraordinaria precisamente por santa Clara: La grandeza de la humanidad  (es decir, de ser hombres o mujeres)  está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. El individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza.

Dice también: aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Y entonces explica que hacerlo mío significa practicar el consuelo. ¿Saben de dónde viene el verbo CONSOLAR? Quiere decir compartir la soledad de otro, que al estar compartida deja de ser soledad.



¿No les parece que debemos practicar más y mejor el consuelo? San Pablo entendió sobre esto, mucho más que santa Clara. Fíjense cómo empieza su segunda carta a los cristianos de  Corinto: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de  las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así abunda también nuestra consolación por medio de Cristo. Porque si somos atribulados, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que muestra su eficacia en la paciencia con que soportan los mismos sufrimientos que nosotros. Y es firme nuestra esperanza acerca de ustedes, porque sabemos que así como son solidarios en los padecimientos, también lo serán en la consolación." (2 Cor 1, 3-7).

Consolación, consuelo, consolado… Les propongo escuchar de nuevo este texto o ir a leerlo directamente en el Nuevo Testamento y contar cuántas veces las usa.

Vuelvo al principio. Nuestro autor decía: aceptar al otro que sufre  significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Aceptar su sufrimiento y consolarlo haciéndolo mío.



1 comentario:

Paola dijo...

gracias por publicar todos los dias algo nuevo para meditar ☺