Vamos al grano: ¿por qué este
mundo nuestro necesita mujeres fuertes?...
Hace unos días estaba releyendo algo
que escribió Juan Pablo II en su último libro, Memoria e Identidad, en el que hace consideraciones profundas sobre
distintos temas, entre ellos sobre el concepto de PATRIA. Escribió: “La expresión “patria” se relaciona con el
concepto y la realidad de “padre” (pater).
La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el conjunto
de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados. Es
significativo que, en este contexto, se use con frecuencia la expresión “madre
patria”. En efecto, todos sabemos por experiencia propia hasta qué punto la herencia espiritual se transmite a través de las
madres”.
Este pensamiento, que me parece
indiscutible, se relaciona con lo que el Beato Pablo VI pedía a las mujeres en
la clausura del mayor acontecimiento que vivió la Iglesia en el siglo XX, el
Concilio Vaticano II. Fue un discurso memorable, en el que dijo: Esposas,
madres de familia, primeras educadores
del género humano en el secreto de los hogares, transmitid a vuestros hijos
y a vuestras hijas las tradiciones de vuestros padres, al mismo tiempo que los
preparáis para el porvenir insondable. Acordaos siempre de que una madre pertenece, por sus hijos, a ese
porvenir que ella no verá probablemente.
¿Alguien puede dudar de que es
así, tan enorme, la misión de las madres y, en otra medida, de todas las
mujeres? Porque, en efecto, el Papa se dirigió a todas, sin más distinción que
su capacidad para el dolor. Dijo: Mujeres que sufrís, que os mantenéis
firmes bajo la cruz a imagen de María; vosotras, que tan a menudo, en el curso
de la historia, habéis dado a los
hombres la fuerza para luchar hasta el fin, para dar testimonio hasta el
martirio, ayudadlos una vez más a conservar la audacia de las grandes empresas,
al mismo tiempo que la paciencia y el sentido de los comienzos humildes.
Pintura de Isabel Guerra
Estas palabras fueron escritas hace algo más de medio siglo. Contemplando
en aquel momento el estado del mundo (culturalmente, en los años sesenta nace
el movimiento hippie; son los años de la “revolución sexual”, de la promoción
del LSD; es cuando nace la “nueva izquierda” y comienza la “segunda ola del
feminismo”, etcétera…) en fin, viendo Pablo VI cómo estaban las cosas y hacia
dónde podría derivar la marcha del mundo, hacía esta consideración: llega la hora, ha llegado la hora en que la
vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en
el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora. Y concluía: Por eso, en este momento en que la
humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que
la humanidad no decaiga.
Han pasado 52 años, y este desafío parece hoy más
vigente que entonces. ¿Se va entendiendo por qué hacen tanta falta mujeres
fuertes en este mundo nuestro?... Seguiremos.
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