Estoy seguro de que todos
sentimos una gran alegría en la víspera de la gran fiesta de mañana, la Asunción
de la Virgen en cuerpo y alma al cielo.
Benedicto XVI nos recordaba
que un alimento esencial de la esperanza es el ejemplo de los santos. Hoy, 14
de agosto, celebramos en la Iglesia a uno de ellos, canonizado por el Papa san
Juan Pablo II en 1982: san Maximiliano María Kolbe, “el Caballero de la
Inmaculada”, que murió precisamente en este día, en 1941, en el campo de concentración de Auschwitz,
cuando tenía solamente 47 años. Su muerte fue la coronación de una entrega
completa a Dios y al amor por la Santísima Virgen.
El P. Kolbe fue polaco, capuchino
conventual, doctor en Filosofía y en Teología. Y fue, sobre todo, un gran
amante de la Inmaculada Concepción. A ella se consagró y se dedicó a difundir en
su patria y fuera de ella la devoción a su Inmaculado Corazón, sobre todo
mediante la Milicia de la Inmaculada,
que él fundó.
A su vez, por ella emprendió
obras humanamente imposibles. La más conocida fue la Ciudad de la Inmaculada, un enorme convento, en el que llegaron a
vivir más de 900 frailes, dedicados a redactar, imprimir y distribuir por toda
Polonia la revista EL CABALLERO DE LA INMACULADA.
Kolbe siempre había deseado ir
a un país de misión. Con el permiso de sus Superiores se trasladó a Japón con
otros cuatro religiosos, y aquí se dedicó también a difundir la revista en
japonés… Era como un milagro.
Tenía mala salud. Debió volver
a Polonia y fue el rector de la Ciudad de la Inmaculada. Cuando estalla la
segunda guerra mundial y los nazis invaden Polonia, la destruyen por completo.
El P. Kolbe fue encarcelado y posteriormente enviado al campo de concentración
de Auschwitz. Dio a todos un ejemplo extraordinario de entrega, de olvido de sí
mismo…hasta que llegó la prueba final.
Un preso de su unidad se había
evadido. El comandante del campo decide tomar represalias y condena a 10 presos
al búnker de la muerte, donde morirán de hambre. Uno de los elegidos es padre
de familia, llora por ellos… Entonces el P. Kolbe se ofrece a ocupar su lugar…
Será el último en morir con una inyección, después de dos semanas de agónica
oración.
"Efectivamente, como a través de
María tuvo inicio la salvación, así también a través de Ella la salvación
llegará a su consumación... Reflexionemos bien sobre todas estas
cosas"
"Ella es sólo Madre de Misericordia, por
ende, se apresura a acudir, aunque no sea de ninguna manera invocada, allí
donde se manifiesta de manera más grave la miseria de las almas" (San Maximiliano Ma. Kolbe)
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