Páginas

jueves, 31 de agosto de 2017

HERENCIA DE LA MUJER

Vamos al grano: ¿por qué este mundo nuestro necesita mujeres fuertes?... 

Hace unos días estaba releyendo algo que escribió Juan Pablo II en su último libro, Memoria e Identidad, en el que hace consideraciones profundas sobre distintos temas, entre ellos sobre el concepto de PATRIA. Escribió: “La expresión “patria” se relaciona con el concepto y la realidad de “padre” (pater). La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados. Es significativo que, en este contexto, se use con frecuencia la expresión “madre patria”. En efecto, todos sabemos por experiencia propia hasta qué punto la herencia espiritual se transmite a través de las madres”. 

Este pensamiento, que me parece indiscutible, se relaciona con lo que el Beato Pablo VI pedía a las mujeres en la clausura del mayor acontecimiento que vivió la Iglesia en el siglo XX, el Concilio Vaticano II. Fue un discurso memorable, en el que dijo: Esposas, madres de familia, primeras educadores del género humano en el secreto de los hogares, transmitid a vuestros hijos y a vuestras hijas las tradiciones de vuestros padres, al mismo tiempo que los preparáis para el porvenir insondable. Acordaos siempre de que una madre pertenece, por sus hijos, a ese porvenir que ella no verá probablemente.

¿Alguien puede dudar de que es así, tan enorme, la misión de las madres y, en otra medida, de todas las mujeres? Porque, en efecto, el Papa se dirigió a todas, sin más distinción que su capacidad para el dolor. Dijo: Mujeres que sufrís, que os mantenéis firmes bajo la cruz a imagen de María; vosotras, que tan a menudo, en el curso de la historia, habéis dado a los hombres la fuerza para luchar hasta el fin, para dar testimonio hasta el martirio, ayudadlos una vez más a conservar la audacia de las grandes empresas, al mismo tiempo que la paciencia y el sentido de los comienzos humildes.


                                                    Pintura de Isabel Guerra

Estas palabras fueron escritas hace algo más de medio siglo. Contemplando en aquel momento el estado del mundo (culturalmente, en los años sesenta nace el movimiento hippie; son los años de la “revolución sexual”, de la promoción del LSD; es cuando nace la “nueva izquierda” y comienza la “segunda ola del feminismo”, etcétera…) en fin, viendo Pablo VI cómo estaban las cosas y hacia dónde podría derivar la marcha del mundo, hacía esta consideración: llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora. Y concluía: Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga.

Han pasado 52 años, y este desafío parece hoy más vigente que entonces. ¿Se va entendiendo por qué hacen tanta falta mujeres fuertes en este mundo nuestro?... Seguiremos.









miércoles, 30 de agosto de 2017

MUJERES FUERTES COMO EL TEMPORAL

Hoy en el Perú, Uruguay y Argentina, al menos, es la fiesta de Santa Rosa de Lima. Cuando se reformó hace años el calendario universal de la Iglesia, la fiesta de santa Rosa de Lima se colocó el día 23 de agosto, pero en el Río de la Plata se mantuvo su celebración como siempre, el día 30. En realidad, no se por qué estos cambios, porque la historia dice que santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617, cuando tenía 31 años.
Hace ya unos años yo estuve en Lima y visité la casa, en la que vivió con su familia. En ella pude ver la ermita que construyó con su hermano Fernando, cuando tenía 20 años. Es una habitación mínima, de piedra y en ella vivía prácticamente todo el día. Salía de ella para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario y para atender a los enfermos y esclavos.

Santa Rosa de Lima había nacido en Lima el 20 de abril de 1586. Es curioso; su nombre, en realidad, era Isabel, Isabel Flores de Oliva, pero una india que servía a la familia la llamaba Rosa debido a que la niña tenía una extraordinaria belleza. Solamente sus parientes se dirigían a ella con ese nombre.
Qué misterio el de la Iglesia y sus santos, qué distintos entre sí y qué iguales en su amor a Jesucristo. La vocación de santa Rosa de Lima no fue corriente. Fue una mujer que buscaba el amor de Dios apasionadamente y de un modo que no es común: en el silencio, en duras mortificaciones, en intensos ayunos.
Sus padres intentaron casarla pero ella defendió su vocación. El 10 de agosto de 1606 ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo, imitando a Santa Catalina de Siena, su maestra espiritual.
En 1615, un grupo de piratas quiso atacar la ciudad de Lima. Cuando ya estaban en el puerto del Callao, santa Rosa y otras mujeres fueron a la iglesia de la Virgen del Rosario para rezar ante el Santísimo Sacramento. Incluso la santa puso su cuerpo delante del sagrario para protegerlo.
Días después murió el capitán de los piratas y estos se alejaron de la ciudad. Todos los limeños atribuyeron este “milagro” a Rosa.
Aquí es donde se mezcla la leyenda. Dicen que ella rezó mucho y que se levantó una tormenta tal que los piratas no pudieron entrar en el puerto del Callao. De aquí lo de la tormenta de santa Rosa…
Cuando ella murió, el virrey y toda la ciudad fueron a despedirla, tal era la fama de santidad que tenía. Termino con algo que dijo Juan Pablo II en Lima en 1992, hablando sobre santa Rosa. Dijo que su vida sencilla y austera era un “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.
Estas palabras nos pueden servir como introducción de un tema importante. Veníamos hablando de la importancia de la fortaleza; pienso que todos tenemos especial necesidad de ella, pero sobre todo hacen falta en el mundo mujeres fuertes, fuertes como el temporal.  Las necesitamos para mejorarnos a todos. Seguiremos.







martes, 29 de agosto de 2017

COHERENCIA

Veníamos hablando de fortaleza, y hoy, 29 de agosto, recordamos en la Iglesia el mayor ejemplo de esta virtud: hoy es la conmemoración del martirio de Juan el Bautista.

Jesús dijo que ningún hombre fue más grande que Juan el Bautista, ¡qué elogio! Con palabras de hoy, yo diría que es el ejemplo exacto de lo “políticamente incorrecto” y que tenemos que aprender de él a dar la vida, si es necesario, por la fidelidad a su conciencia, formada en la santa ley de Dios. 



¿Cuál fue el problema? Leo el evangelio de la Misa de hoy: Herodes había mandado apresar a Juan y le había encadenado en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo; porque se había casado con ella y Juan le decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía: porque Herodes tenía miedo de Juan, ya que se daba cuenta de que era un hombre justo y santo. Y lo protegía y al oírlo le entraban muchas dudas; y le escuchaba con gusto. Cuando llegó un día propicio, en el que Herodes por su cumpleaños dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea, entró la hija de la propia Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los que con él estaban a la mesa. Le dijo el rey a la muchacha: —Pídeme lo que quieras y te lo daré. Y le juró varias veces: —Cualquier cosa que me pidas te daré, aunque sea la mitad de mi reino. Y, saliendo, le dijo a su madre: —¿ Qué le pido? —La cabeza de Juan el Bautista  contestó ella. Y al instante, entrando deprisa donde estaba el rey, le pidió: —Quiero que enseguida me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales no quiso contrariarla. Y enseguida el rey envió a un verdugo con la orden de traer su cabeza. Éste se marchó, lo decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha y la muchacha la entregó a su madre. Cuando se enteraron sus discípulos, vinieron, tomaron su cuerpo muerto y lo pusieron en un sepulcro. (Mc , 17-29).

Creo que no hace falta hacer ningún comentario o, quizás, son tantos los comentarios que despierta el relato que es preferible no hacer ninguno… Juan es ejemplo de integridad hasta el final, de coherencia completa. Hoy, con los criterios al uso, tan difundidos, quizás saltarían comentarios de este estilo: ¿y por qué no se calló la boca, y para qué se metió en líos? Dejá, que cada uno haga lo que le parezca

En el siglo XV tenemos a un santo que terminó su vida igual que san Juan Bautista. Fue Santo Tomás Moro; es el patrono de los gobernantes y los políticos. Hay una película formidable, que ganó el Oscar, Un hombre para la eternidad, la recomiendo. Estudió en Oxford y en Londres, fue un gran abogado y humanista. De gran prestigio profesional, en la Corte le piden su colaboración, y luego es elegido Canciller del Reino. Pero cuando Enrique VIII, con presiones y sobornos consigue la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, Tomás Moro renuncia a su cargo intuyendo que eso le costará muy caro.
Se niega a firmar el Acta de Sucesión y de Supremacía, por la que el rey se proclama Cabeza de la Iglesia Anglicana. Moro acata la autoridad civil del rey, pero no quiere ser infiel a su conciencia. Poco después es juzgado y encerrado en la Torre de Londres; muchos le piden que firme, que ceda, aunque sea disimulando, pero su conciencia no se lo permite. Fue decapitado, como Juan el Bautista. Seguiremos.



lunes, 28 de agosto de 2017

NATURALIDAD

Hoy es lunes 28 de agosto y celebramos en la Iglesia a un santo enorme, doctor de la Iglesia, que es una cantera inagotable de sabiduría y amor de Dios: es san Agustín, y aprovecho para felicitar a todos los que lo tienen como santo patrono.

Nosotros estábamos tratando de la fortaleza, una de las cuatro virtudes cardinales, y el sábado decía que una de sus expresiones es saber decir que NO cuando algo contradice nuestro modo de vivir en cristiano. Esta actitud me parece relevante hoy en día, en un mundo tan plural como es el que vivimos.

¿Por qué? Porque es una gran verdad aquello que nos dijo san Juan Pablo II en su primer viaje a México: La Iglesia tiene hoy necesidad de cristianos dispuestos a dar claro testimonio de su condición y que asuman su parte en la misión de la Iglesia en el mundo, siendo fermento de religiosidad, de justicia, de promoción de la dignidad del hombre, en todos los ambientes sociales, y tratando de dar al mundo un suplemento de alma, para que sea un mundo más humano y fraterno, desde el que se mira hacia Dios.



En otras oportunidades, el mismo Papa, y después de él Benedicto y también Francisco, han dicho que nuestra época es como la de los primeros cristianos. Les recomiendo un libro que es un clásico, LA VIDA COTIDIANA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS, de Adalbert Hamman, gran estudioso de los tres primeros siglos de la historia de la Iglesia. Y otro autor, Rodney Stark, sociólogo, profesor de la Universidad de Washington, que también se ha especializado en esa época y ha escrito EL AUGE DEL CRISTIANISMO.

En definitiva, ¿cómo se extendió el cristianismo en sus comienzos? Se extendió gracias al ejemplo de hombres y mujeres que supieron ser “políticamente incorrectos”, es decir, que dijeron que NO a modos de vivir de aquel tiempo que eran considerados normales. Mirándolo desde otro lado, supieron vivir con NATURALIDAD su fe cristiana.

Aquellos primeros debieron enfrentarse a retos muy parecidos a los de hoy: el reto de la familia, el papel de la mujer, el aborto y el infanticidio, la atención a los enfermos y huérfanos… Era chocante, en los medios de la época, decir que NO al aborto, a las relaciones sexuales extra matrimoniales; no participar del espectáculo de los circos, etcétera. Y también era chocante, por ejemplo, cuando llegó a Roma una epidemia de peste, que muchos cristianos, en vez de irse de la ciudad o tratar de evitar el contagio por todos los medios, se dedicaran a cuidar a los enfermos… ¿por qué estás haciendo esto?, les preguntaban. Porque Jesús nos lo mandó… Se bautizaban...

Naturalidad de cristianos. Tiene completa validez este pensamiento de Camino: "Y ¿en un ambiente paganizado o pagano, al chocar este ambiente con mi vida, no parecerá postiza mi naturalidad?", me preguntas.

     —Y te contesto: Chocará sin duda, la vida tuya con la de ellos; y ese contraste, por confirmar con tus obras tu fe, es precisamente la naturalidad que yo te pido.



sábado, 26 de agosto de 2017

NO ES PARA TANTO...

Hablábamos de la virtud de la fortaleza. Saben…, pienso que es realmente necesario educarnos y educar a los hijos en esta virtud, que es el cimiento sobre el que se puede edificar el edificio espiritual. Me llamó la atención algo que dice David Isaacs cuando hablando de un vicio que se opone a la fortaleza se refiere a la indiferencia. Y dice: se trata de las personas que, por no reconocer su deber de mejorar o por no reconocer o querer enterarse de las influencias perjudiciales, adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa”.

Esto hay que entenderlo según la descripción que él hace de la fortaleza. Decía: “en situaciones ambientales perjudiciales a una mejora personal, la fortaleza resiste las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía en caso de poder influir positivamente para vencer las dificultades y para acometer empresas grandes”. 



Creo que hoy son muchas las influencias nocivas provocadas por el ambiente, y lo fácil es adoptar frente a ellas una actitud pasiva, comodona, frente a la cual se pretende disolver la responsabilidad diciendo “todo el mundo lo hace”, “bueno, no exageres, no es para tanto”… Y la verdad es que sí es para tanto: si queremos mejorar este mundo nuestro, no hay otro camino más que decir que NO a muchas de esas “situaciones ambientales” que me perjudican.

La verdad es que me llamó la atención hace un tiempo, cuando fui a una reunión y conocí a un matrimonio joven que sistemáticamente dijeron que NO cuando les ofrecieron un arrolladito de jamón, una croquetita de carne y alguna cosita más. Cuando iba a preguntarles si no iban a comer nada, la dueña de casa se acercó con unos pancitos que tenían tomate y no sé si algo más, y me dio la explicación: - Es que son vegetarianos…

Yo, qué quieren que les diga: me merece todo el respeto una persona que es fiel a una decisión exigente en la propia conducta. Es verdad que requiere fortaleza, pero nuestro contexto es distinto: cuando hablamos de decir que NO en situaciones ambientales perjudiciales, nos referimos a conductas que ofenden a Dios, que son impropias de un hijo de Dios: espectáculos, videos, juegos, películas, modos de vestir, modos de divertirse… despedidas de solteros/as… No se trata de ser aguafiestas, sino de vivir con naturalidad.

Hay mas consideraciones sobre la fortaleza, pero por hoy lo dejamos aquí.








miércoles, 23 de agosto de 2017

¿FUERTES SIN FORTALEZA?



Ayer de tarde había salido a hacer una gestión, aquí, en Minas, y tenía en la cabeza el tema de la fortaleza, del que venimos hablando en estos días. Lo insólito fue que, al dar vuelta una esquina me encontré nada menos que con un elefante… Pensé: ¡este sí que es ejemplo de fortaleza! Le saqué una foto.



Se dan cuenta de que, en realidad, una cosa es la fuerza bruta  y otra muy distinta la fortaleza. Por eso hay flacos incapaces de levantar una pluma y tienen una fortaleza extraordinaria, y al revés… Y, por lo que hablábamos ayer -tenemos una naturaleza humana con un fallo de fábrica, por así decir- es necesario que cada uno se dedique a la “doma” de uno mismo y que los padres de familia eduquen a sus hijos de manera que crezcan derechos. No hay que olvidar que “árbol que nace torcido, nunca su tronco endereza”.

En el libro LA EDUCACIÓN DE LAS VIRTUDES HUMANAS Y SU EVALUACIÓN, el profesor David Isaacs dice algo que hace pensar: “los hijos necesitan saber que su vida sirve para algo; que cada persona tiene una misión intransferible de glorificar a Dios. Cada persona puede y debe amar, salir de sí, servir a los demás, superarse personalmente para trabajar mejor. El que es egoísta, que busca nada más que el placer, no tiene motivos para desarrollar la fortaleza porque es indiferente al bien”.

Es esencial que los padres enseñen a sus hijos cómo desarrollar una vida buena y no una buena vida. Dice Isaacs: “si educamos a nuestros hijos a esforzarse, a dominarse, pero no les enseñamos lo que es bueno, pueden acabar buscando lo malo con una gran eficacia”.

Pienso que tiene mucha razón. Hoy por hoy, hay chicos y chicas que dedican bastante tiempo en la semana a ir al gimnasio a “hacer fierros”, como se dice, a mejorar la forma; que se empeñan en sus entrenamientos de rugby con una devoción y un sacrificio casi religiosos… y nada más, como si eso fuera un fin en sí mismo. Si se les propone hacer algo por los demás gratuitamente, dedicarles un tiempo a otras personas,…, se achican, se acobardan. Son muy fuertes, pero no tienen fortaleza.

Al empezar el capítulo dedicado a esta virtud, Isaacs describe así la virtud de la fortaleza: “En situaciones ambientales perjudiciales a una mejora personal, la fortaleza resiste las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía en caso de poder influir positivamente para vencer las dificultades y para acometer empresas grandes”. Hay mucho para meditar en esta definición de la virtud cardinal de la fortaleza. Seguiremos.



martes, 22 de agosto de 2017

COMO BOTELLA DE PLÁSTICO EN EL RÍO

Les deseo a todos una muy feliz fiesta de Santa María Reina. Esta fiesta que celebramos hoy, 22 de agosto, la introdujo en la Iglesia el Papa Pío XII. Es muy lógico, que después de haber celebrado hace una semana la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo, hoy la admiremos como la Mujer de la que habla el Apocalipsis: “Vestida de sol, con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”(Ap 12, 1): la Madre de Dios es la Reina de la Creación entera.

Nosotros hablábamos ayer de la virtud de la fortaleza. Es necesario pedirla a la Virgen y ejercitarnos en esta virtud. Dentro de nosotros encontramos la tendencia a desmororarnos, a renunciar a lo que cuesta trabajo, por el esfuerzo que lleva consigo. Es decir, la naturaleza humana, creadas por Dios para lo más alto pero herida por el pecado, es capaz de grandes sacrificios pero también de un completo afloje en la conducta. Es necesario ejercitarse en la fortaleza, para poder hacer de nuestra vida algo valioso a los ojos de Dios y de los demás. ¿Se acuerdan del lema de la familia Zorrilla de San Martín, tomado de Santa Teresa de Jesús? Es todo un programa: Velar se debe la vida de tal suerte, que viva quede en la muerte.



Por contraste, la señora Olga terminaba así la confesión a su nieta, que les leía ayer: A los mortales corrientes, a las personas como yo, como tu madre, no les queda otro destino que el de las ramas y los envases de plástico. Alguien –o el viento- de pronto te arroja a la corriente de un río: gracias a la materia de que estás hecha, en vez de hundirte, flotas; eso ya te parece una victoria y por lo tanto, inmediatamente, empiezas a viajar, te deslizas veloz según la dirección que te impone la corriente; de vez en cuando, a causa de alguna maraña de raíces o de alguna piedra, te ves obligada a detenerte; allí permaneces un tiempo, golpeada por las aguas agitadas; después el agua sube y te libera, avanzas nuevamente; cuando la corriente es tranquila te mantienes en la superficie, cuando hay rápidos, el agua te sumerge; no sabes hacia dónde estás yendo ni te lo has preguntado nunca; en los trechos más tranquilos tienes ocasión de observar el paisaje, las riberas, los matorrales; más que los detalles, ves las formas, los colores, vas demasiado rápido para ver más; después, con el tiempo y los kilómetros, las riberas son cada vez más bajas, el río se ensancha, todavía tienes márgenes, pero por poco tiempo. “¿Adónde estoy yendo?”, te preguntas entonces, y en ese momento se abre ante ti el mar.

Gran parte de mi vida ha sido así. Más que nadar, he manoteado desordenadamente. Con gestos inseguros y confusos, sin elegancia ni alegría, tan sólo he conseguido mantenerme a flote.


Pienso que esto da para meditar bastante y para pedirle a Santa María Reina que nos ayude  a cultivar la virtud de la fortaleza.  Seguiremos.

HABLAR CUANDO HAY QUE HABLAR



Hace ya unos cuantos años, Susana Tammaro escribió una novela excelente, de la que se han vendido 13 millones de ejemplares: DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE. Olga, una mujer anciana, a punto de morir, le escribe a su nieta una larga carta en la que le cuenta la verdad acerca de sí misma y especialmente de la relación que tuvo con su hija, Ilaria, que en su adolescencia y juventud, en la época de los sucesos de mayo del 68, había empezado a andar por mal camino y había terminado mal. La madre le escribe a la hija de Ilaria:

El remordimiento más grande que tengo es no haber tenido nunca la valentía de plantarle cara, el de no haberle dicho nunca: “Estás equivocada del todo, estás haciendo una tontería”. Sentía que en sus palabras había eslóganes peligrosísimos, cosas que, por su bien, yo hubiera tenido que cortar de cuajo inmediatamente; y, sin embargo, me abstenía de intervenir. Lo que me hacía actuar –mejor dicho, no actuar- era la actitud que me había enseñado mi madre. Para ser amada tenía que eludir el choque, simular que era lo que no era. Ilaria era prepotente por naturaleza, tenía más carácter y yo temía el enfrentamiento abierto, tenía miedo de oponerme. Si la hubiese amado verdaderamente habría tenido que indignarme, tratarla con dureza; tendría que haberla obligado a hacer determinadas cosas o a no hacerlas en absoluto. Tal vez era justamente lo que ella quería, lo que necesitaba.

Si en aquella circunstancia yo hubiese comprendido que la primera cualidad del amor es la fuerza, probablemente los sucesos se habrían desarrollado de otra manera. Pero para ser fuertes hay que amarse a uno mismo; para amarse a uno mismo hay que conocerse a fondo, saberlo todo acerca de uno, incluso las cosas más ocultas, las que resulta más difícil aceptar.¿Cómo se puede llevar a cabo semejante proceso, mientras la vida te arrastra hacia adelante con su estrépito? Puede hacerlo desde el comienzo solamente quien está provisto de extraordinarias dotes. A los mortales corrientes, como yo, como tu madre, no les queda otro destino que el de las ramas o los envases de plástico (que alguien o el viento) arroja de pronto a la corriente de un río…


¡Qué lamentos tardíos, ¿verdad?, que remordimientos por no haber hablado! ¿Se entiende la necesidad de cultivar la fortaleza?... Seguiremos. 

sábado, 19 de agosto de 2017

APRENDER DE LOS NIÑOS

Hoy es aniversario de la cuarta aparición de la Virgen en Fátima, hace cien años. No pudo ser el día 13, porque la autoridad de aquel tiempo había detenido a los niños, Lucía, Jacinta y Francisco -¡qué increíble atropello!- y los habían amenazado de muerte para que negaran la verdad de las apariciones de la Virgen. Por eso, en lugar del día 13, la Virgen fue a visitarlos el 19 de agosto.

Pensaba esta mañana en esto, cuando consulté el evangelio de hoy y me encontré con el siguiente texto: “Le fueron presentados a Jesús unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos los reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan; porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos- Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí (Mt 19, 13-15)
¿Por qué los apóstoles reprendieron a los niños, que seguramente habían sido llevados por sus madres hasta Jesús? Hay interpretaciones más complejas; a mi modo de ver fue por simple falta de paciencia.

Pero así como ellos reprendieron a los niños, así Jesús los reprende a ellos y nos dice a todos que tenemos que aprender de los niños. ¿Aprender qué? Copio de un autor: en la vida cristiana, la madurez se da precisamente cuando nos hacemos niños delante de Dios, hijos suyos que confían y se abandonan en Él como un niño pequeño en brazos de su padre. Entonces vemos los acontecimientos del mundo como son, en su verdadero valor, y no tenemos otra preocupación que agradar a nuestro Padre y Señor.
Hacerse como niños, la vida de infancia, es un camino espiritual que exige la virtud sobrenatural de la fortaleza para vencer la tendencia al orgullo y a la autosuficiencia. La piedad filial, en cambio, fortalece la esperanza, la certeza de llegar a la meta, y da la paz y la alegría en esta vida (Fernández Carvajal).

¿Por qué para ser niños delante de Dios es necesario cultivar la fortaleza? Lo iremos viendo. Hoy sólo digo que ella es una de las cuatro virtudes cardinales, junto con la prudencia, la justicia y la templanza. Cardinal viene del latín cardo-cardinis, que significa bisagra, gozne, el punto alrededor del cual gira algo. Y  así como hay cuatro puntos cardinales para orientarse en el espacio, hay cuatro virtudes esenciales para vivir una vida buena.


Los niños… Aprender de ellos. Los niños insisten en pedir y pedir hasta que consiguen de sus madres lo que quieren… Son todo un ejemplo: como una niña que durante un viaje a Paysandú, me acuerdo muy bien, sólo quería jugar con su madre…




viernes, 18 de agosto de 2017

CULTIVAR EL OLIVO

En este 18 de agosto el primer pensamiento y la primera oración van hacia Barcelona, a las personas que ayer perdieron la vida en el terrible atentado terrorista, y a las que están heridas; y tenemos también bien presentes a los familiares de todos ellos. Le pido a Dios que termine de una vez esta locura que parece cosa del demonio.

Les quería contar que ayer fui a Maldonado a visitar a un amigo. (Debo decirles que el recorrido desde Minas, por la ruta 12, es de una belleza única). A la altura del kilómetro 355 de esta ruta, me llamó especialmente la atención una preciosa plantación de olivos.



Es curioso: hasta hace poco más de diez años, no se plantaban olivos en Uruguay. Yo siempre oí comentarios como que “aquí no prende el olivo”, necesita otra clase de clima… Y ahora resulta que ya hay, según parece, unas 10.000 hectáreas plantadas y con buen rendimiento… No sé quién habrá sido el primero que se animó a probar si prendía o no prendía, pero merece un gran aplauso, ¿no creen? ¡Rompió el tabú!

Pienso que, en el plano espiritual, no pocas veces pensamos lo mismo: no nos animamos a buscar la santidad y ponemos excusas de aparente humildad, de “eso no es para mí”, “yo me conformo con ser buena persona”…Quisiera recordarles algo que dijo san Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980: “la tentación más engañosa y que se repite siempre, es la de querer cambiar la sociedad, cambiando solamente las estructuras externas; querer hacer feliz al hombre en la tierra, satisfaciendo únicamente sus necesidades y sus deseos (…). El compromiso primero y más importante es el de cambiarse a sí mismo, santificarse a sí mismo, en la imitación de Cristo, en la metódica y perseverante ascética cotidiana; lo demás vendrá como consecuencia”.

La metódica y perseverante ascética cotidiana es el cultivo del olivo, a ver si me explico. En un reportaje leí esto sobre su cultivo: necesita una cierta dosis de paciencia. En los primeros tres años hay que poner 500 dólares por hectárea por año sin pedir nada a cambio. A partir del tercer año comienza el camino hacia el equilibrio. Entre los tres y los cinco años cada planta da aproximadamente dos kilos de aceitunas. Recién en el octavo año el árbol ingresa en su período de mayor productividad.

Un poco más adelante, decía un ingeniero agrónomo que sabe del tema: es un cultivo que puede durar años, décadas, e incluso siglos. En Europa hay olivicultura vigente y en gran forma con 300 años o más. (El Observador, 8-8-2013).

La santidad que Dios nos pide cultivar en la vida ordinaria dura hasta la eternidad. ¿Verdad que es un negocio en el que vale la pena invertir? Les sugiero mirar de otra manera la ramita de olivo que habrán recibido el Domingo de Ramos, mirarla con gran esperanza.


jueves, 17 de agosto de 2017

JUEVES DE FERIA


Hoy es 17 de agosto y es jueves. Subrayo el día: hoy es jueves, hoy es día de feria y la verdad es que no me entusiasma mucho que digamos, porque la feria se instala precisamente en la calle Rodó, en la puerta misma de mi casa. Lo cual significa que bien de madrugada los feriantes empiezan a instalar sus puestos, a descargar cajones…

Me levanté bastante temprano, hice la oración, desayuné y me asomé después por la ventana, porque me gusta ver la feria y también hablar con algunos feriantes. Y resulta que esta mañana pude ver algo que no conocía. Uno de los vendedores de fruta, encapuchado porque hace frío, con un cepillo suave estaba sacándole el polvo a las manzanas que tenía en un cajón: tomaba una, la miraba y, con mucho cariño, iba dándole vueltas con una mano mientras con la otra la cepillaba. Así, con cada una: las dejaba lustrosas. Y si encontraba alguna machucada, la apartaba. Lo miré unos minutos y le saqué una foto.


Me hizo pensar. Dicen que todo el lío empezó con una manzana, aunque el texto del Génesis no habla más que del “fruto” del árbol de la ciencia del bien y del mal, que tentó a Eva y vino después todo lo que vino. Pero no pensé en esto, sino en el cuidado con que el feriante lustraba cada manzana…

Les cuento también que el domingo pasado celebré la Misa de 10 en la parroquia San José, de Minas. En ella, Pepe y Ana, un matrimonio de esa comunidad, renovaron su compromiso matrimonial al celebrar sus Bodas de Oro. Fue una gran alegría, como se imaginan. Volví a bendecir sus anillos –anillos que tienen un nombre bien expresivo; se llaman “alianzas”- y me di cuenta de que tenían cincuenta años de desgaste…

Sus dueños no necesitan, como el feriante, lustrar sus alianzas para que las vean brillantes, porque en realidad, en ese desgaste está precisamente su mayor valor, ¿no les parece?

Yo tengo también un anillo, que me fue entregado el día de mi ordenación episcopal, y lo beso todos los días pidiéndole al Señor serle fiel. Y al hacerlo tengo bien presentes a todos los matrimonios que un día sí y el otro también, van desgastando su anillo de compromiso y, paradójicamente, sacándole brillo. Lo mismo ocurre a quien, a pesar de los pesares, trata de ser fiel al compromiso que asumió un día: para Dios, todos los días son Jueves de feria.

miércoles, 16 de agosto de 2017

EL METROPOLITA

No sé si ustedes saben qué quiere decir en el Derecho de la Iglesia el Metropolitano. Les cuento: el metropolitano es el obispo de la sede que preside una provincia eclesiástica. Y desde el siglo IX, al título de metropolitano se le ha unido el título honorífico de arzobispo.

En el caso de nuestro país, la sede que preside la Iglesia en el Uruguay es Montevideo y su arzobispo es el Cardenal Daniel Sturla. ¿Quiénes son los Cardenales? En el Derecho de la Iglesia, o Derecho Canónico, se explica que los Cardenales son los que ayudan al Papa en el gobierno de la Iglesia universal y a quienes compete elegir a un nuevo Papa.

Estas explicaciones vienen a cuento, porque ayer, en la Catedral de Minas, pudimos celebrar la Santa Misa en honor de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al cielo, con el Cardenal Sturla. Por lo que acabo de señalar acerca del Metropolita, la fiesta de ayer tuvo un realce particular. Él ya había venido más de una vez a visitar nuestra Catedral, pero no a celebrar la Santa Misa. Fue una alegría grande para todas las personas que la llenaron y que escucharon con mucha atención lo que nos dijo.



En pocas palabras: que es necesario que anunciemos más a Jesucristo, Nuestro Señor; que no esperemos que vengan a la iglesia, por la sencilla razón de que no van a venir, sino que es necesario salir a buscarlos y hablarles de tú a tú de la alegría que sólo Jesús puede dar.

Destacó dos problemas grandes que tenemos: la bajísima natalidad y la muy alta cantidad de suicidios, en especial de gente joven, que se dan en nuestro país. ¿No habla esto de la ausencia de sentido de la vida que padecen tantas personas? Tenemos que reaccionar.

¿De qué manera? Confiando cada día más en el poder de la oración, como principio esencial de nuestro apostolado. En concreto, nos habló del amor a la Santísima Virgen, que siempre nos lleva a Jesús, y, de entre las muchas oraciones con las que a Ella nos dirigimos, subrayó en la Salve tres adjetivos que le llegan muy hondo, tanto que animó a todos a repetirlos en voz alta: resonaron entonces en la Catedral estas tres invocaciones: VIDA, DULZURA, ESPERANZA NUESTRA, que comentó con especial fervor.

En el marco del Año Mariano que celebra nuestra Diócesis (el  Cardenal animó a todos a ganar en la Catedral la indulgencia plenaria) la de ayer fue una preciosa fiesta. La Virgen Santísima estará contenta. El Cardenal Sturla es joven, tiene 58 años, y es un gran trabajador. El lema de su escudo episcopal está tomado del Salmo número 100: SERVIR AL SEÑOR CON ALEGRÍA. Esto fue lo que hizo ayer en Minas.


martes, 15 de agosto de 2017

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN




María ha sido llevada por Dios, en cuerpo y alma, a los cielos. Hay alegría entre los ángeles y entre los hombres. ¿Por qué este gozo íntimo que advertimos hoy, con el corazón que parece querer saltar del pecho, con el alma inundada de paz? Porque celebramos la glorificación de nuestra Madre y es natural que sus hijos sintamos un especial júbilo, al ver cómo la honra la Trinidad Beatísima.

Así empieza una homilía de san Josemaría Escrivá dedicada a la Asunción de Nuestra Señora. Y continuaba: Misterio de amor es éste. La razón humana no alcanza a comprender. Sólo la fe acierta a ilustrar cómo una criatura haya sido elevada a dignidad tan grande, hasta ser el centro amoroso en el que convergen las complacencias de la Trinidad. Sabemos que es un divino secreto. Pero, tratándose de Nuestra Madre, nos sentimos inclinados a entender más —si es posible hablar así— que en otras verdades de fe.



¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que hubiésemos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer.

Tenemos una Madre en el Cielo: esto es lo que hoy nos llena de alegría y de esperanza. San Juan Pablo II se preguntaba: ¿Es posible que María de Nazaret haya experimentado en su carne el drama de la muerte? Y respondía: Reflexionando en el destino de María y en su relación con su Hijo divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre. ¿De qué habrá muerto María? El Papa respondía que eso no importaba demasiado. En cambio, sí puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en ese caso la muerte pudo concebirse como una «dormición».

Yo pienso que la Virgen se durmió de puro agotamiento. Y es que después de que Jesús ascendió al Cielo, Ella debió quedarse unos cuantos años en la tierra ejerciendo su papel de Madre de la Iglesia. Y no se le ahorró nada: el dolor de la muerte del apóstol Santiago, la angustia porque Pedro había sido encarcelado, las persecuciones… Y tenía que consolar y animar a todos… Juan se la llevó después a Éfeso…


Ahora, porque es Madre, su preocupación somos nosotros, sus hijos. Debemos rezar mucho el Santo Rosario, para conseguir paz: Ella es la Reina de la Paz. Ella nos ha asegurado que su Corazón Inmaculado triunfará. 

lunes, 14 de agosto de 2017

EL CABALLERO DE LA INMACULADA

Estoy seguro de que todos sentimos una gran alegría en la víspera de la gran fiesta de mañana, la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al cielo.

Benedicto XVI nos recordaba que un alimento esencial de la esperanza es el ejemplo de los santos. Hoy, 14 de agosto, celebramos en la Iglesia a uno de ellos, canonizado por el Papa san Juan Pablo II en 1982: san Maximiliano María Kolbe, “el Caballero de la Inmaculada”, que murió precisamente en este día, en 1941,  en el campo de concentración de Auschwitz, cuando tenía solamente 47 años. Su muerte fue la coronación de una entrega completa a Dios y al amor por la Santísima Virgen.



El P. Kolbe fue polaco, capuchino conventual, doctor en Filosofía y en Teología. Y fue, sobre todo, un gran amante de la Inmaculada Concepción. A ella se consagró y se dedicó a difundir en su patria y fuera de ella la devoción a su Inmaculado Corazón, sobre todo mediante la Milicia de la Inmaculada, que él fundó.

A su vez, por ella emprendió obras humanamente imposibles. La más conocida fue la Ciudad de la Inmaculada, un enorme convento, en el que llegaron a vivir más de 900 frailes, dedicados a redactar, imprimir y distribuir por toda Polonia la revista EL CABALLERO DE LA INMACULADA.

Kolbe siempre había deseado ir a un país de misión. Con el permiso de sus Superiores se trasladó a Japón con otros cuatro religiosos, y aquí se dedicó también a difundir la revista en japonés… Era como un milagro.

Tenía mala salud. Debió volver a Polonia y fue el rector de la Ciudad de la Inmaculada. Cuando estalla la segunda guerra mundial y los nazis invaden Polonia, la destruyen por completo. El P. Kolbe fue encarcelado y posteriormente enviado al campo de concentración de Auschwitz. Dio a todos un ejemplo extraordinario de entrega, de olvido de sí mismo…hasta que llegó la prueba final.

Un preso de su unidad se había evadido. El comandante del campo decide tomar represalias y condena a 10 presos al búnker de la muerte, donde morirán de hambre. Uno de los elegidos es padre de familia, llora por ellos… Entonces el P. Kolbe se ofrece a ocupar su lugar… Será el último en morir con una inyección, después de dos semanas de agónica oración.

"Efectivamente, como a través de María tuvo inicio la salvación, así también a través de Ella la salvación llegará a su consumación... Reflexionemos bien sobre todas estas cosas" 

"Ella es sólo Madre de Misericordia, por ende, se apresura a acudir, aunque no sea de ninguna manera invocada, allí donde se manifiesta de manera más grave la miseria de las almas" (San Maximiliano Ma. Kolbe)

sábado, 12 de agosto de 2017

¿POR QUÉ SUFRIR? (y 3)

Voy directamente al tema del dolor, del sufrimiento, de hacerlo mío aliviándolo mediante el consuelo. Nuestro autor se pregunta con razón: pero ¿el otro es tan importante como para que, por él, yo me convierta en una persona que  sufrimiento? Y se responde afirmativamente,  porque, dice, el hombre tiene un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús. Dios es nuestro consuelo, porque Él mismo ha compartido el sufrir y el padecer. Y de esta certeza es de donde se nutre el consuelo y se enciende la estrella de la esperanza.



¡Cuántas canciones de nuestro folklore hablan de la estrella! Yo busco una estrella que alumbre mi vida, recuerdo una; andaré la huella, siguiendo una estrella, dice otra; y muchas más. En definitiva, todos necesitamos consolación en las dificultades más o menos grandes y agradecemos a la persona que nos da consuelo, tantas veces sin decir nada: “gracias por estar”, nada más que “por estar”… Pero en las pruebas verdaderamente graves, en las cuales tengo que tomar mi decisión definitiva de anteponer la verdad al bienestar, a la carrera, a la posesión, el consuelo sólo puede provenir de la seguridad de una esperanza definitiva. Dice nuestro autor: Los santos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes de nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza.

El autor es Benedicto XVI, en la encíclica sobre la esperanza cristiana, Spe salvi, que vale la pena leer y meditar serenamente. Algunos de los temas que trata en ella son: La vida eterna – ¿qué es? ¿Es individualista la esperanza cristiana? La verdadera fisonomía de la esperanza cristiana…. Hay algunas partes de la encíclica que son más académicas, quizás no fáciles de leer, pero quise hacerle un poco de propaganda, presentando algo de ella en estas tres sesiones, porque pienso que muchas personas viven en su hoy con amargura, o tratando de evitar el dolor a toda costa, escondiendo el miedo de plantearse preguntas definitivas… Pienso que más que nunca debemos ser hombres y mujeres que viven de esperanza y saben transmitir esperanza, ¿no creen?




viernes, 11 de agosto de 2017

¿POR QUÉ SUFRIR? (2)

En este 11 de agosto, fiesta de santa Clara, mis felicitaciones a quienes llevan este nombre de una mujer excepcional, que siguió las huellas de san Francisco de Asís, y que nos introduce en el tema que veníamos tratando.

El autor que citaba ayer escribió esto, que fue encarnado de una forma extraordinaria precisamente por santa Clara: La grandeza de la humanidad  (es decir, de ser hombres o mujeres)  está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. El individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza.

Dice también: aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Y entonces explica que hacerlo mío significa practicar el consuelo. ¿Saben de dónde viene el verbo CONSOLAR? Quiere decir compartir la soledad de otro, que al estar compartida deja de ser soledad.



¿No les parece que debemos practicar más y mejor el consuelo? San Pablo entendió sobre esto, mucho más que santa Clara. Fíjense cómo empieza su segunda carta a los cristianos de  Corinto: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de  las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así abunda también nuestra consolación por medio de Cristo. Porque si somos atribulados, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que muestra su eficacia en la paciencia con que soportan los mismos sufrimientos que nosotros. Y es firme nuestra esperanza acerca de ustedes, porque sabemos que así como son solidarios en los padecimientos, también lo serán en la consolación." (2 Cor 1, 3-7).

Consolación, consuelo, consolado… Les propongo escuchar de nuevo este texto o ir a leerlo directamente en el Nuevo Testamento y contar cuántas veces las usa.

Vuelvo al principio. Nuestro autor decía: aceptar al otro que sufre  significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Aceptar su sufrimiento y consolarlo haciéndolo mío.



¿POR QUÉ SUFRIR? (1)

Les cuento que desde hace unos diez días estoy releyendo algo que quiero compartir con ustedes. Hubo un tiempo en que trataba de “estar al día” en el capítulo de lecturas, atendiendo al menos a lo que se estaba publicando en los campos que tienen que ver con mi “quehacer profesional”, es decir, con la teología, con libros de vida espiritual, en primer lugar, y después, pero menos, relacionados con la literatura y el periodismo.

De un tiempo a esta parte –debe ser un síntoma no sé si de madurez o de vejez nomás- trato de volver a leer libros o capítulos de libros que en su momento me “llegaron” en especial. Y ayer mismo, sin ir más lejos, estuve repasando unos pensamientos que responden a un tema que a todos nos toca muy de cerca, como es el tema del dolor, del sufrimiento.



Todos los días tenemos conocimiento de sufrimientos ajenos que nos hacen sufrir, o sufrimos personalmente, ya sea físicamente o espiritualmente. Por supuesto que están incluidos aquí tantos actos de violencia como se dan en nuestra sociedad y en el mundo. Pero cuando percibimos la cercanía del dolor en personas muy queridas y en otras que no conocemos pero que, por sus duras historias personales, también nos afectan, queremos encontrar respuestas.

En este marco, las palabras que releí ayer dicen así: La grandeza de la humanidad  (es decir, de ser hombres o mujeres)  está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia, si los individuos mismos no son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza.

Todo esto me pareció realmente iluminador. Y tan profundo que lo dejo por aquí para seguirlo mañana. (No piensen que estoy tan gagá que me olvidé de decirles el autor que cité; lo que pasa es que seguiremos con él).



lunes, 7 de agosto de 2017

RUBÍES DE LA CORONA

Hoy, 7 de agosto, quiero recordar a san Cayetano, uno de los santos más populares, al que se le encomienda, sobre todo, el trabajo, tener trabajo. Y también quiero contarles algo que sucedió el 7 de agosto de 1931.

San Cayetano vivió desde finales del siglo XV hasta el 7 de agosto de 1547, cuando murió en Nápoles. Fue sacerdote a los 33 años. En una carta le escribía a un amigo: Me siento sano del cuerpo pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse". Y este fue el más grande anhelo de su vida: que la gente empezara a llevar una vida más cristiana.



En su tiempo estalla la rebeldía de Lutero, y san Cayetano, a los que pretendían reformar la Iglesia por caminos equivocados, les repetía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".

Se preocupó muy especialmente de los pobres, de los indigentes, de los enfermos… Instituyó los Montes de Piedad, para ayudar a la gente de pocos recursos, prestándoles dinero a un interés bajísimo… Cuando después de muchos esfuerzos, le llegó la hora, a los 67 años, el médico aconsejó a los que lo cuidaban que lo acostaran sobre un colchón de lana y san Cayetano le pidió: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas".

En otro 7 de agosto, pero en el año 1931, san Josemaría Escrivá tuvo una experiencia extraordinaria que dejó por escrito en sus Apuntes íntimos y  que vale le pena conocer. Él se encontraba en Madrid, y escribió:

“Hoy celebra esta diócesis la fiesta de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo. Al encomendar mis intenciones en la Santa Misa, me di cuenta del cambio interior que ha hecho Dios en mí durante estos años… Y eso, a pesar de mí mismo, sin mi cooperación, puedo decir. Creo que renové el propósito de dirigir mi vida entera al cumplimiento de la Voluntad divina: la Obra de Dios. (Propósito que, en este instante, renuevo también con toda mi alma). Llegó la hora de la Consagración: en el momento de alzar la Sagrada Hostia, sin perder el debido recogimiento, sin distraerme, vino a mi pensamiento, con fuerza y claridad extraordinarias, aquello de la Escritura: “et si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum” (Jn 12, 32) (cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré todo hacía Mí). Ordinariamente, ante lo sobrenatural, tengo miedo. Después viene el “¡no temas!, soy Yo”. Y comprendí que serán los hombres y mujeres de Dios, quienes levantarán la Cruz con las doctrinas de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana… Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas. A pesar de sentirme vacío de virtud y de ciencia (la humildad es la verdad…, sin garabato), querría escribir unos libros de fuego, que corrieran por el mundo como llama viva, prendiendo su luz y su calor en los hombres, convirtiendo los pobres corazones en brasas, para ofrecerlos a Jesús como rubíes de su corona de Rey”.
  

sábado, 5 de agosto de 2017

SUB TUUM PRAESIDIUM...

Tenemos que ir hoy, 5 de agosto, a Roma, y ubicarnos en el siglo IV. Encontraremos allí a un patricio romano que se llamaba Juan, casado con una mujer de la que no nos ha llegado su nombre. No tenían hijos, los dos eran muy devotos de la Santísima Virgen y decidieron nombrar como heredera de sus bienes a Ella, aunque no sabían qué hacer.

Dice la tradición que en la noche del 4 de agosto de no sabemos bien qué año, Juan tuvo un sueño en el que la Virgen le decía que quería que construyera una iglesia en el lugar que aparecería con nieve, cosa imposible en este mes (hoy en Roma hay 37 grados). Al día siguiente, 5 de agosto, la cumbre del monte Esquilino, una de las siete colinas de Roma, apareció nevada y allí fue edificada la que hoy es Basílica de Santa María la Mayor, el primer santuario dedicado a la Virgen en Occidente

En ella se encuentra desde hace siglos la imagen de la Salus Populi Romani, María Salvadora del pueblo de Roma, a la que  tienen todos gran devoción. A ella va a rezar el Papa Francisco antes de emprender un viaje y al terminarlo, cuando vuelve a Roma. Le lleva siempre un ramo de flores…


 La primera visita que hizo a la Virgen el Papa san Juan Pablo II, fue en la Basílica de Santa María la Mayor. Dijo entonces: María está llamada a llevar a todos al redentor. A dar testimonio de Él aun sin palabras, sólo con el amor, en el que se manifiesta la índole de la madre. A acercar incluso a quienes oponen más resistencia, para los que es más difícil creer en el amor”…

Este sábado, entonces, celebrando a la Virgen de las Nieves, es un día para dirigirnos con mucha fe a la Madre de Dios y Madre nuestra. Ayer les envié un videito que viene de Colombia. Habrán visto que, antes que en nuestro país, la ideología de género ya está metida también ahí en la educación de los niños. Sé que no pocos padres de familia se están moviendo para frenar este disparate, lo bien que hacen. Y junto con el trabajo, no dejen de pedirle a la Madre de Dios y Madre nuestra que nos ayude en este trabajo.

La oración más antigua dirigida a la Virgen,  que se remonta al siglo III, es Sub tuum praesidium, Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios; no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen, gloriosa y bendita!