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sábado, 15 de julio de 2017

TUS HIJAS TE NECESITAN

Mañana, 16 de julio, es la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, y a Ella le encomiendo de modo particular a todos los PADRES de nuestro país.

Ayer, tomando el ejemplo de san Camilo, que sintió mucho la ausencia de su madre y de su padre en su educación, les decía que seguiríamos hablando de esto. En el Día del Padre, que celebramos mañana, quisiera referirme a la importancia que tienen los papás en la educación de sus hijas. Esto se me presentó con especial fuerza después de leer, hace ya algunos años, un libro que no dudo en recomendarles. Se titula PADRES FUERTES, HIJAS FELICES, y su autora es la doctora Meg Meeker, médico norteamericana, madre de familia y con mucha experiencia en el trato con adolescentes. (El libro de la doctora Meeker está en Amazon, en su versión digital y vale mucho la pena leerlo).

En su libro, la doctora Meeker cuenta muchas experiencias de su consulta. Por ejemplo:

A los 18 años Ana se fue de su casa para estudiar en una prestigiosa universidad americana. Durante el primer curso todo marchó sobre ruedas: hizo muchas amigas y sacó buenas calificaciones. Pero después la cosa se torció. Empezó a  beber demasiado, dejó de asistir a clase y al final fue expulsada de la universidad.
Al volver a su casa, su madre se mostró inflexible. “Te has comportado estúpidamente, le dijo. Has arrojado tu futuro por la ventana. Has avergonzado a tu familia”. En mitad de la bronca, su padre se acercó a Ana y le dijo al oído: “¿Te encuentras bien, hija?. Ella se echó a llorar”.
“No se puede imaginar cómo me afectó aquello, le explica Ana a la doctora Meeker. Eso pasó hace treinta años, pero el amor que siento por mi padre en este momento es algo tan fresco y tan reciente como lo fue entonces… supe que era a mí y no a los logros que pudiera alcanzar a quien realmente amaba”.



El subtítulo del libro PADRES FUERTES, HIJAS FELICES es Diez secretos que todo padre debería conocer. Cada uno de los capítulos es uno de los “secretos”. Leo solamente los títulos: Usted es el hombre más importante de su vida. Ella necesita un héroe. Usted es su primer amor. Enséñele humildad. Protéjala y defiéndala. Pragmatismo y firmeza. Sea usted el hombre que quisiera para marido de su hija. Enséñele a conocer a Dios. Enséñele a luchar. Unido a ella.

De entrada un padre puede pensar que no es fácil lo que se pretende de él. Es verdad, tiene toda la razón, pero la dificultad se resuelve en facilidad si cuenta con la gracia de Dios y el empeño en formarse para ser un buen padre: es necesario leer, consultar y poner en práctica.

La experiencia me dice que hay padres cómodos que tienen muy asumido este silogismo: “es imposible entender a las mujeres; mi hija es mujer; en consecuencia, que se encargue su madre educarla”. Eso, además de comodidad es una gran cobardía.  
Es verdad que con los varones es más fácil entenderse: ver juntos un partido de fútbol, casi no decir nada y estar muy a gusto los dos. Pero con ellas es diferente. La doctora Meeker dice: “esté donde esté, asegúrese de que ella percibe que usted se da cuenta de que está a su lado, hágale preguntas, escúchela. Las mujeres odian el sentirse invisibles”.
En otro momento escribe: “Permítanme que les cuente un secreto sobre las hijas de todas las edades: les gusta presumir de lo duro que son sus padres, y de lo estricto y exigentes que son con ellas. ¿Por qué? Porque esto les permite hacer notar lo mucho que ellos las quieren”.
Y en otro lugar escribe: “Por lo que se refiere a inculcarles sus creencias, tampoco tengan miedo a hablarles de Dios. Si usted no le proporciona una guía a su hija, ella buscará las respuestas por su cuenta y la autoridad de Usted quedará suplantada por otra persona. Su hija necesita a Dios por dos razones: porque necesita ayuda y porque necesita esperanza. Él le proporciona esa ayuda y le promete que el futuro será mejor”


Los dejo por hoy. Me pasé en el tiempo, pero el Día del Padre es solamente una vez al año y este tema requiere la mayor atención. Créanme, papás, que rezo por ustedes. 

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