Rueguen
al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies… Rueguen que Dios
nuestro Señor nos mande, especialmente, vocaciones de sacerdotes, que las
necesita nuestro país como la tierra necesita el agua. ¿Ya se han propuesto
algo?: tres Avemarías, un misterio del Rosario; hoy es Miércoles, día dedicado
a San José, Patrono de toda la Iglesia… Tenemos muchos intercesores en el Cielo
que nos ayudan, si les pedimos ayuda. Pidan
y se les dará, llamen y se les abrirá…
Es un misterio la vocación,
decíamos ayer. No hay explicación para esa elección divina. Miro a mi alrededor
y veo a la Hermana Ana Laura, una de las Siervas
de los Corazones Traspasados de Jesús y María que trabajan en Minas: ella encontró
la llamada de Dios a seguirlo mientras estudiaba Escribanía en la UDELAR; me acuerdo
de Vicky, hoy Superiora de un convento de las Carmelitas: también encontró su
vocación mientras estudiaba Notariado en la UDELAR; el Padre Pablo Graña,
Vicario de la Diócesis de Minas: la descubrió igual, mientras estudiaba
Abogacía en la misma Universidad… (Ayer estábamos pensando que podría ser
interesante hacer una reunión de antiguos alumnos de nuestra Universidad
estatal, que hoy son sacerdotes y religiosos o religiosas… Hay muchos más. En
el marco de nuestra laicidad sería un signo de no sé bien qué… pero
interesante).
En todo caso, es evidente que
la vocación la da Dios. Es Él quien mete la divina inquietud de dejarlo todo y
seguirlo en exclusiva. Y la experiencia me dice que, hoy por hoy, a no pocos
jóvenes les da miedo el compromiso para siempre: les da miedo casarse para
siempre, entregarse para siempre por amor a Dios…
Creo que estamos pasando por
una crisis de fe, de confiar en Dios, también por supuesto en el compromiso
matrimonial. Claro, como alrededor cunden los matrimonios divorciados, el miedo
está justificado aparentemente: ¿por qué a mí no me va a pasar lo mismo?
Entonces se experimenta: no nos casamos, esperamos a ver si la cosa funciona,
nos vamos a vivir juntos…
La experiencia y la estadística
muestran que hay bastantes más posibilidades de divorcio entre aquellos que han
convivido, que los que no lo hicieron.
De esto habremos de seguir hablando.
En el caso de las vocaciones
sacerdotales o a la vida religiosa, es lo mismo, si se mira sólo con ojos humanos (¿seré capaz?,
¿y si después me arrepiento?) y olvidando que DIOS ES SIEMPRE FIEL. Él no se
equivoca nunca en sus elecciones.
Chesterton dio en el clavo en este
poema:
Las
estrellas, ¡millones de ellas!, brillan
y nadie
más que Dios sabe su número.
Pero
una sola, ¡ella!, fue escogida
aun
antes de nacer para mi solo.
¿Cómo
puede encontrar alguien su amor
y no
volverse loco?
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