San Benito vive a fines del
siglo V y comienzos del VI. San Benito fue elegido por Dios para empezar en
Occidente la vida monacal, la vida de los monjes. Estudia en Roma filosofía y
letras, en un ambiente relajado, dominado por el paganismo y las malas
costumbres. Siente la necesidad de apartarse de esa atmósfera, siente la
necesidad de estar solo para dedicarse por entero a la oración. Por eso se
retira primero a una cueva, fuera de Roma; después a la región de Subiaco, a 70 km de Roma. Más tarde,
cuando es ya un hombre conocido por su santidad de vida, después de no pocas
dificultades se establece con los monjes que lo siguieron, en Monte Casino, 130 km al sur de Roma. Aquí
es donde San Benito escribe su famosa Regla, el documento que regula la vida de
los monjes y que servirá de modelo para la vida monacal hasta nuestros días. La
Abadía de Monte Casino será una fuente de cultura para toda Europa, por la
labor que desarrollaron desde ahí los monjes benedictinos.
Se podría hablar horas de este
tema… También de su hermana, Santa Escolástica. (Por cierto, en el monasterio
de las Hermanas Benedictinas de El Pinar falleció el viernes pasado Sor María
Inés, una religiosa muy anciana y muy santa).
¡Qué misterio el de la
vocación! ¿Por qué Dios elige a unos hombres y mujeres y los reserva para
sí?... Para realizar, por medio de distintos caminos, lo que dice el evangelio
de la Misa de hoy: Jesús recorría todas
las ciudades y aldeas enseñando…Al ver a las multitudes se llenó de compasión
por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen
pastor. Entonces les dijo a sus discípulos: la mies es mucha, pero los obreros
pocos. Rueguen, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros para su mies
(Mt 9, 32.38).
Rueguen, pidan a Dios, que es
el dueño de los corazones, que prenda en muchos la inquietud santa de ayudar a
Jesucristo y seguir enseñando el Evangelio. En el sacerdocio, en la vida
religiosa, en el lugar que cada uno ocupa en el mundo. Un poema de León Felipe
expresa el misterio de la vocación de una forma exacta:
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
Que cada caminante encuentre su camino, le pido
hoy a San Benito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario