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sábado, 29 de julio de 2017

CON EL MISMO AMOR

En este 29 de julio quiero felicitar a cada una de las Martas o Marthas, porque hoy la fiesta de una mujer especialmente admirable y envidiada, porque junto con su hermana, María, y su hermano Lázaro, tuvo el privilegio de ser amiga de Jesús, de recibirlo en muchas ocasiones en su casa de Betania, muy cerca de Jerusalén, de servirlo…

Dice san Juan en su evangelio: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro” (11, 5). Esto me parece fantástico y nos llena de alegría. Fíjense que, así como del carácter de Lázaro no sabemos nada, de Marta y de su hermana, María, sí que sabemos. Marta era muy activa, estaba en las cosas de la casa, se preocupaba de atender enseguida a Jesús cuando llegaba sin avisar (entonces no había Whatsapp), y seguramente venía con sus 12 apóstoles, eran 13 hombres para comer… (Es verdad que entonces la vida era más sencilla, pero igual…).

Un día de esos, Marta recibió un cariñoso reproche de Jesús. Llega el Señor y ella ve que su hermana, María, se sienta embelesada a sus pies y se pone a escucharlo…  Marta pierde el control y dice textualmente el evangelio que se puso delante de Jesús y le dijo: “Señor, ¿no te importa nada que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? ¡Dile que me ayude!” (Lc 10, 39s). Jesús se sonrió ante la intervención destemplada de Marta, y le respondió con gran cariño: “Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”. En definitiva, María, que seguramente tendría que haber estado ayudando a su hermana, no había olvidado lo esencial: tener a Jesucristo como centro de su vida y de su atención. Me parece que Jesús no alaba toda su conducta, sino lo principal: su amor.

En otra oportunidad se ve también muy claramente qué distintas eran las dos hermanas. Lázaro, el hermano, se había enfermado. Y le mandaron un aviso a Jesús, que es toda una lección de fe y de oración: “Señor, el que amas está enfermo” (Jn 11, 20ss). No le piden nada, sólo expresan algo importante, que les preocupa. Me parce un modo de oración formidable. Cuando Jesús llega a Betania, Marta es la que le sale al encuentro. Dice san Juan que María, en cambio, se quedó en su casa, acompañada en su dolor por muchos amigos, porque Lázaro había muerto…

Bueno, cada uno puede agarrar el evangelio de san Juan, en el capítulo 11, e imaginar lo que pasó: qué dijo Jesús, cómo lo dijo, qué hizo después… Yo quería subrayar solamente ese “Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro”, a cada uno con su propio modo de ser… No pocas veces nos preocupamos pensando “yo debería ser de otra manera: más paciente, más  cordial, menos así, más asá”… Tratando cada uno de mejorar en su amor a Dios y a los demás, no puede olvidarse que en el evangelio no dice “Jesús amaba menos a Marta porque era demasiado activa”… Dios nos quiere a cada uno como somos. No me puedo olvidar algo que le escuché una vez a san Josemaría: “Dios llega a amar nuestros defectos, si luchamos por superarlos”.



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