Hoy es 17 de julio.
Estamos en las vísperas de celebrar nuestra fecha patria más importante, la
fecha que le da nombre a la avenida principal de Montevideo y a las calles
principales de casi todas las ciudades del interior: en Minas, 18 de Julio es
también la calle principal.
Mañana celebraremos la
Jura de nuestra primera Constitución, el 18 de Julio de 1830. Un cuadro de Blanes
recuerda para siempre cómo fue aquel día: de mañana, en la iglesia matriz se
cantó el Tedeum; de tarde, las autoridades juraron la flamante Constitución; lo mismo se hizo en
las ciudades y pueblos de cierta importancia del interior del país. El texto del
juramento fue éste:
“¿Juráis a Dios y a la Patria cumplir y hacer cumplir
en cuanto de Vos dependa, la Constitución del Estado Oriental del Uruguay
sancionada el 10 de Setiembre de 1829 por los representantes de la Nación?
¿Juráis sostener y defender la forma de gobierno Representativo Republicano que
establece la Constitución? Si así lo hiciéreis Dios os ayudará; si no, Él y la
Patria os lo demandarán”.
El 18 de Julio es un
día muy apropiado para pensar en algo tan esencial como el amor a la patria. En
el último libro que escribió, Memoria e
identidad, Juan Pablo II hizo unas consideraciones que pueden ayudarnos a
hacerlo. Decía así:
La
expresión «patria» se relaciona con el concepto y la realidad de «padre»
(pater). La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el
conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados. Es
significativo que, en este contexto, se use con frecuencia la expresión «madre
patria». En efecto, todos sabemos por experiencia propia hasta qué punto la
herencia espiritual se transmite a través de las madres. La patria, pues, es la
herencia y a la vez el acervo (caudal, bagaje) patrimonial que se deriva; esto
se refiere ciertamente a la tierra, al territorio. Pero el concepto de patria
incluye también valores y elementos espirituales que integran la cultura de una
nación.
El 1 de abril de 1987,
en Tres Cruces, JP II celebró la Misa. Nos dijo entonces: "Queridos
uruguayos: Vuestra patria nació católica. Sus próceres se valieron del consejo
de preclaros sacerdotes que alentaron los primeros pasos de la nación uruguaya
con la enseñanza de Cristo y de su Iglesia, y la encomendaron a la protección
de la Virgen que, bajo la advocación de los Treinta y Tres, hoy nos preside
junto a la cruz. El Uruguay de hoy encontrará los caminos de la verdadera
reconciliación y del desarrollo integral que tanto ansía, si no aparta los ojos
de Cristo, Príncipe de la Paz y Rey del universo".
Ustedes y yo queremos de verdad a nuestra patria. Respetando
y defendiendo la libertad de cada uno para pensar y actuar según su propia
conciencia, yo quisiera que Uruguay fuera cada día más católico. En el marco de
nuestra bendita laicidad, de nuestra laicidad bien entendida, esto quiere decir
que me gustaría hacer realidad lo que el Papa santo nos dijo: Uruguay encontrará los caminos de la
verdadera reconciliación y del desarrollo integral, si no aparta los ojos de Cristo. Para esto, es esencial conocer
bien y dar a conocer la enseñanza de la Iglesia acerca del sentido de la vida;
acerca del matrimonio y de la familia; acerca de la vida en sociedad. ¡Es una
enseñanza tan hermosa, tan humana y tan divina!
Mañana es feriado nacional, de manera que nos reencontramos
el miércoles. Que la Virgen de los Treinta y Tres, nuestra Patrona, los bendiga
a todos.
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