HOMILÍA
FIESTA VIRGEN DEL VERDÚN 19 DE ABRIL 2017
Queridos hermanos
todos que han venido un año más a visitar a la Virgen en su Santuario del cerro
del Verdún: que Dios Nuestro Señor, por la intercesión de la Madre de Jesús y
Madre nuestra, los bendiga en abundancia.
El domingo pasado
celebramos en la Iglesia la verdad capital de nuestra fe: Jesucristo ha
resucitado, vive para siempre, es nuestro Hermano Mayor y nuestro Amigo que
nunca traiciona. Esta verdad es el fundamento de nuestra fe y de nuestra
esperanza, y la celebramos en la Iglesia a lo largo de toda la semana, con la
misma solemnidad y la misma alegría del Domingo de Pascua.
No es para menos.
Como escuchamos en la lectura del Evangelio, Jesús no deja solos a sus amigos…
Él fue a buscar a aquellos dos que estaban abatidos, desesperanzados…, se hizo
el encontradizo con ellos. ¡Cuánto tenemos que aprender de la conducta de
Jesús! No nos quedamos solamente en la contemplación de un episodio realmente
entrañable, conmovedor, sino que tratamos de aplicar a nuestra vida,
imitándolo, el comportamiento de Jesús resucitado.
IMITAR
A JESÚS
Él fue a buscar a aquellos dos y les dedicó
tiempo, un montón de tiempo para escucharles contar lo que le había sucedido a
Él!... Fue Jesús quien provocó el sinceramiento de los dos discípulos: los
ayudó, con su pregunta y su atención, a que desembucharan…
Una vez que lo
hicieron, habló Jesús. Habló claro, los llamó “duros de corazón y de cabeza”… y
se dirigió precisamente a su cabeza, a su inteligencia, para que entendieran
por qué había ocurrido todo. En otras palabras, Jesús les hizo ver que era muy razonable creer lo que habían
dicho las mujeres.
Jesús escucha y
Jesús explica: ya vamos aprendiendo qué quiere decir “la Iglesia en salida” de
la que tanto habla el Santo Padre Francisco: Emaús es el mundo entero, en el
que abundan las personas desesperanzadas,
los que oyeron hablar de Jesucristo una vez pero después se olvidaron de Él;
los que están encerrados en su agnosticismo, que tantas veces es consecuencia
de la pereza de ponerse a estudiar si será verdad que Jesús es el Hijo de Dios…
CÓMO
HABLAR
¿Cómo tendremos que
hablar? Tenemos que hablar de tal manera que se produzca lo que experimentaron
los dos de Emaús oyendo a Jesús: “¿No
ardía acaso nuestro corazón mientras en el camino nos hablaba y nos explicaba
las Escrituras?”…Con el mayor respeto a la intimidad de aquellos, las
palabras de Jesús son convincentes, son razonables… No los convence haciendo un
milagro, ni pretende que lo sigan ya mismo: cuando llegan al sitio, Él hizo
además de que iba a continuar su camino. Ellos son los que le piden “Quédate con nosotros”.
Vamos a
encomendarle a la Santísima Virgen que de esta fiesta del Verdún salgamos con
un propósito de salir al encuentro de
tantos amigos y parientes que esperan que les hablemos sinceramente de
Jesucristo, de sus enseñanzas, de su resurrección. Que la Virgen nos enseñe a saber escuchar, a poner atención a lo que
nos dicen, a saber consolar, y también a hablar con claridad, sin miedo de
tocar temas espirituales.
EL
CORAZÓN DE MARÍA
Acudimos a Santa
María porque Ella es nuestra Madre, es la herencia que nos dejó Jesús… En nuestra Diócesis de Minas estamos celebrando un AÑO
MARIANO. Dentro de menos de un mes, en el mundo entero recordaremos con agradecimiento
a la Madre de Jesús, que hace cien años se apareció a tres niños, en Portugal,
para darles un encargo: “que los hombres
dejen de ofender a Dios, a mi Hijo, que ya está demasiado ofendido”. Les
pidió que rezaran el Rosario todos los días ara obtener el fin de la guerra, la
primera guerra mundial. Y les mostró un instante el infierno, al que van
quienes mueren en el pecado. Y les advirtió que, si los hombres no dejaban de
ofender a Dios, vendría otra guerra peor que esa…Todo se cumplió, tremendamente…
Después
de transcurrido un siglo, el estado del mundo no parece estar mejor: abunda la
violencia, la muerte de tantos inocentes, la emigración de millones de hombres,
mujeres y niños, de familias enteras que huyen a otros países por la guerra; y
vemos que hay una corrupción generalizada en todos los órdenes de la sociedad, empezando por la corrupción de la misma
institución familiar mediante ideologías y leyes que favorecen su corrupción,
y legalizando el aborto y el consumo de drogas… El pecado, en definitiva, tiene
carta de ciudadanía en tantos lugares de la Tierra.
En
Fátima, la Virgen nos advirtió que rezáramos el Rosario… también nos pidió que
sepamos hacer de las pequeñas contrariedades de cada día un ofrecimiento a
Jesucristo, en desagravio por los pecados… Hoy renovamos este propósito.
El Papa
Francisco, en nuestro Año Mariano, ha concedido la indulgencia plenaria, es
decir, el perdón de la pena que merecemos por nuestros pecados, a todos los que
lleguen al Verdún o a nuestra Catedral y después de rezar un rato pidiendo por
la unidad de las familias y por las vocaciones, que tanta falta nos hacen,
recen también por el Papa, el Credo, el Padrenuestro y el Avemaría, y se
confiesen antes o después… ¡Aprovechemos esta gracia extraordinaria!
Tenemos
que llenarnos de esperanza. Porque María Santísima nos dijo también estas
palabras: AL FINAL, MI CORAZÓN INMACULADO
TRIUNFARÁ. ¿Por qué medios conseguirá este triunfo? No hay triunfo sin
esfuerzo, lo sabemos bien por el deporte; y todos tenemos la experiencia de la
alegría que nos da subir al Verdún sudando un poco…
El
Inmaculado Corazón de María es refugio nuestro y, al mismo tiempo, es una
conquista que cada uno tiene que hacer en su propia vida: para aprender a
querer más y mejor; para hacer realidad el dicho “obras son amores y no buenas
razones”; para saber ofrecer un corazón limpio a Dios y a los demás. Todo esto
lo encomendamos esta tarde a nuestra Madre Santísima, depositando en Ella
nuestra esperanza y llamándola, ESPERANZA NUESTRA. María nos sonríe desde su
imagen del Verdún. Que así sea.
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