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viernes, 4 de noviembre de 2016

CONGRESO DE LA FAMILIA. LOS MILAGROS DEL CIELO (Fin).

Mientras, en Texas, Kevin y sus hijas acompañan a Ana desde lejos. Kevin sabe que la enfermedad sigue adelante, que Ana puede morir… Decide ir a verla a Boston con sus dos hijas. El problema es el dinero… hasta que se resuelve.



   En todo caso, no hay nada más que hacer: toda la familia vuelve a Texas. El médico ha dicho que la vida de familia es la mejor ayuda que pueden prestarle a Ana.  La hermana mayor quiere entretenerla… Este será el origen de un enorme dolor, de una gran conversión y de un gran milagro.


 Se imaginan... Bomberos, policías, ambulancias, caos. La familia reza intensamente por Ana.


Los bomberos rescatan a Ana, que todavía respira; la llevan en helicóptero al hospital, acompaña Christine… ¿Cómo quedará después de semejante caída y teniendo lo que tiene?... El médico que la atiende dirá que en 25 años de profesión nunca vio algo así: se despertó sonriendo… En un instante, una niña empieza una vida normal. ¿Cómo se explica? Se explica porque Dios existe, sencillamente; se explica porque la oración llega al cielo cuando se hace con fe. 


¡Cuánto nos enseñan los niños! Hablan con Dios, hablan de la vida y de la muerte con naturalidad: porque viven en la verdad. La mayor es la que explica Ana con toda sencillez. 
Se corre por todas partes la historia de esta niña. Ana. En el servicio del domingo se junta mucha gente… Christine explica lo que ha aprendido con la historia de la enfermedad de su hija. 


           Adelanto una, quizás, de las conclusiones de nuestro Congreso Nacional de Familias: descubrir la belleza de la familia pasa por vivir de fe. Y la fe se manifiesta en pequeños o grandes milagros, que suceden dentro y fuera de la familia. ¿No les parece que deberíamos pedir a Dios que sepamos reconocerlos en la propia familia y que sepamos hacerlos a muchas familias? Es así que se irá cumpliendo lo que nos dijo san Juan Pablo II cuando estuvo entre nosotros: “Son las familias cristianas las que harán que nuestro mundo vuelva a sonreír”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con el amor que Dios tiene por las familias, cuántos milagros han de haber en ellas que no trascienden. Esta familia tenía una comunidad cristiana que les acompañó en su pesar y que escuchó las maravillas que Dios hizo por ellos.

Una comunidad cristiana que acompaña y escucha a las familias, es un auténtico tesoro.