De manera que te fuiste, querido Eleuterio, así
nomás, sin armar bulla, sin pensar ni decir “después de
mí el diluvio”…
Gracias a Dios, ayer me encontraba en Montevideo
cuando supe de tu partida. Enseguida recé por vos y más tarde lo hice en el Ministerio.
Saludé a Alejandra y a tu hija, y aproveché para contarles la visita que me hiciste el 23 de
noviembre de hace cuatro años: se rieron, sobre todo tu hija. No era para
menos... Me dijiste que el día de su primera Comunión (¿o de su bautismo?, no recuerdo bien)
quisiste regalarle algo valioso para vos: el rosario que tenías desde que eras
chico… Y su reacción: - ¡Papá, si está hecho pedazos!
Sabés, querido Ñato, pensé mucho cuando me contaste
eso en Minas. Y, al saber que estabas internado en el CTI, tuve el convencimiento de
que ese rosario iba a ser para vos definitivamente importante. ¿Por qué? Porque si, aun destrozado, después de
tantas vueltas y revueltas como tuvo tu vida lo conservabas, era porque querías especialmente a la Madre que tenemos en el cielo. Y esto es esencial, lo dice la
experiencia.
Me pregunto: ¿cuántas
veces, mientras pasabas las cuentas del rosario, le habrás pedido a la Virgen “ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte”?... ¿Cómo ella te iba a fallar? Los hombres sí
fallamos, pero la Madre, nunca.
Lo comprobé una vez más cuando llamé por teléfono al
capellán del Militar, y me dijo que habías recibido la Unción de los enfermos.
¡Bien! Por si fuera poco, te llegó el momento de ir a la presencia de Dios el primer Viernes
de mes (¿te acordás? No te digo “preguntale al Dr. Google”,
ya no te hace falta) y en la fiesta de Santa María de las Nieves, ¿querés más?
No te estoy canonizando, Ñato (imposible intentarlo, coincidimos, ¿no?). Sólo
quiero dejar constancia de que, más allá
de los amores y odios que cultivaste aquí abajo, en tu corazón había ese otro Amor materno invalorable.
Por lo demás, como
seguramente tendrás que pasar por la “tintorería” y limpiar el traje antes
de entrar al Banquete -quien más quien
menos, todos agradeceremos el Purgatorio-, contá con mi ayuda: en la Misa y en
el Rosario estarás bien presente, palabra de amigo. ¡Hasta el Cielo, Ñato!
8 comentarios:
Sin palabras. Sin lugar a dudas, esa visita dijo mucho por el momento vivido.
Los caminos que nos da el Señor ... Manuelita, la hija de Eleuterio, nació un 19 de Abril, fiesta de la Virgen del Verdún. Qué detalle del Cielo ! A Dios la Gloria, amén
Hermoso mensaje, muy emocionante. Gracias Jaime...
Un tupamaro y un sacerdote del Opus Dei! Milagros de la fe!!
Muchas gracias por tan grato testimonio
Fuera de serie,Padre su panegírico.
Que maravilla y alegría, lo que es la misericordia de Dios, llevados de la mano de la Maria, nuestra adorable madre nunca nos abandona!!!
Emocionada hasta las lágrimas.
Precioso post.
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