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sábado, 11 de junio de 2016

ROSAS PARA LA VIRGEN


         La verdad sea dicha, me pareció una preciosa idea, pero disparatada: “vamos a ir a hacer una romería a la Virgen del Verdún el 31 de mayo, las niñas y las mamás de las que hacen la primera Comunión”. Así me lo dijo una catequista del colegio Los Pilares.

         Preciosa la idea, pero el día anterior todos los pronósticos del tiempo coincidían: frío, lluvia… ¿Cómo pretenderían  subir el cerro? Sugerí pensarlo más… Respuesta: “Bueno, pero puede que salga el sol en algún momento”.

         Venían. Quedamos que a las 10.30 las esperaba en la Gruta que está en la base del cerro. Llegaron en un ómnibus puntualmente. El frío anunciado era verdad, ¡ya lo creo!, y lloviznaba.

         Les dije unas palabras a madres, hijas y profesoras. Desde la Gruta, por la niebla, no se veía la imagen de la Virgen del Verdún, salvo en un instante: a las niñas les faltó tiempo para salir volando y alcanzar a verla…

         Me despedí y vine para casa. A las 12.20, mientras almorzaba con otros sacerdotes, deja de llover y sale el sol. Creo que no fueron más de diez minutos, pero salió.
  
         Dos días más tarde, los caseros del Verdún me trajeron un fantástico ramo de 36 rosas blancas, con una tarjetita atada en cada una de ellas: eran para la Virgen. No entendí bien si el propósito era que las llevara al Verdún porque no habían podido hacerlo o si eran para la imagen de la Inmaculada que está en la Catedral. En cualquier caso, decidí depositarlas a los pies de la imagen de la Virgen que está en la capilla del obispado.



         Tomé la decisión después de leer algunas de las tarjetas que escribieron las niñas. Desde entonces hasta hoy, cuando apenas sobreviven algunas rosas, sólo verlas me ayuda a rezar: quisiera  tener tanta fe como la de estas criaturas, herederas directas de la fe de sus madres.

Sólo estos botoncitos de muestra:

         María querida gracias por este día y porque cuando subimos despejaste el día.


    Te agradezco por este viaje. Te pido que me ayudes a prepararme muy bien para recibir a Jesús. Te pido y te doy gracias por toda mi familia y amigos.

         ¡Gracias por decir que sí!

         Gracias por la familia que tengo, cuidanos mucho. Te amo. Gracias por el sol que nos diste para subir.

         Virgencita te pido que me ayudes a preparar mi corazón para recibir a Jesús y también por todas mis amigas y encontrarme en el cielo contigo.



         ¡Amén, amén!

        

        
                 


          

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