El Brexit, sumado a las bolsas
volando por encima de la tapia de un convento; más la renuncia de tres flamantes
ministros brasileños; más las protestas turcas porque el Papa llamó genocidio
al genocidio turco; más el atentado de Orlando; más la orden de Obama para que
los trans usen los servicios higiénicos que prefieran; más las acusaciones penales
contra el arzobispo de Valencia porque habló de la ideología de género; más la
perspectiva de que Hillary o Trump sea la/el presidente de los Estados Unidos; más el
terror que impone el ISIS; más las tragedias
diarias del Mediterráneo; más el sufrimiento de los millones de refugiados; más los ataques que
sufre la familia, en Uruguay y en el mundo; más los malos ejemplos de algunos
eclesiásticos; más… ¿Para qué seguir, si sólo CORRUPCIÓN y MIEDO son las palabras que definen lo
que estamos viviendo en todos los niveles y en todas partes?
Andaba degustando este cocktail tan amargo, cuando hace unos días, por circunstancias
que no vienen al caso, me llegó esta imagen de la Virgen.
Fue Bartolomé Murillo quien la pintó hace cuatro siglos, en
medio de la tormenta causada por la reforma protestante. Llamó a su pintura La Virgen del Rosario. Y la verdad es
que, mirándola y remirándola, cada vez me hablan más, tanto la Madre como su
Hijo.
En esas meditaciones estoy y se me hace presente, con mucha
fuerza, lo que escribió san Juan Pablo II hace 16 años:
“La Iglesia ha
visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su
práctica constante. En momentos en los que la cristiandad misma estaba
amenazada, se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y
la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación.
Hoy deseo confiar a la eficacia de esta oración, la causa de la paz en el mundo y la de la
familia. Las dificultades que presenta el
panorama mundial en este comienzo del nuevo Milenio nos inducen a pensar que
sólo una intervención de lo Alto, capaz
de orientar los corazones de quienes viven situaciones conflictivas y de
quienes dirigen los destinos de las Naciones, puede hacer esperar en un futuro menos oscuro” (Carta Apostólica El Rosario de la Virgen María).
Si
interesa, puedo decirles que todos los días estoy rezando dos partes del
Rosario. Trato de llegar a más. Y les aseguro que, rezando, encuentro mucha paz. Y
Esperanza.