De entrada parece difícil desearnos ¡Felices
Pascuas!, tantas son las muertes y tanta la violencia que pinta de luto la
alegría de vivir en nuestro mundo.
Pero,
precisamente porque aquí y allá compartimos un nudo en la garganta, debemos desatarlo volviendo
a las preguntas esenciales:
¿De dónde vengo, adónde voy? ¿Qué sentido
tiene mi vida? ¿Existe Dios? ¿Hay algo después de la muerte? ¿Qué está bien,
qué está mal? ¿Quién es Jesús?...
En
la parroquia del Cordón, hace muchos años, mientras estaba confesando se acerca un hombre ya maduro y me pregunta: – Padre, ¿tiene un catecismo? –
No, lo siento… ¿Lo querías para un hijo tuyo? – No, Padre, ¡para mí, para mí!
¡Lo necesito porque voy por la vida manejando sin libreta!, ¿me entiende?
Una mamá –ella me lo contó- le pedía un beso a
su hijo de seis años. El nene seguía jugando. La mamá recurrió a la exageración
cariñosa: - ¿No le vas a dar un beso a tu madre, ¡a tu madre que te dio el
ser!? Su hijo la descolocó: - ¿Qué es el ser? – ¿El ser?... Bueno, el ser… ¡la
vida! El niño, mirándola serio: - Vos no me diste el ser. La mamá,
desconcertada: - ¿Ah no? ¿Y entonces quién te dio el ser? - ¡Dios!, ¿quién va a
ser?
Jesús
Resucitado, Jesús lleno de Luz, recurro a tu inagotable bondad: ilumina a los
gobernantes, para que faciliten el trámite y dejen que los niños aprendan a
manejar bien su vida. No vaya a ser que crezcan con el temor de Clavius, el
centurión de “Resucitado”. Le preguntan: - ¿Qué te da miedo? - ¡Equivocarme! Y
que la eternidad dependa de ello.
Jesús
Misericordioso: que te conozcan, que te conozcamos mejor. Que aprendamos de ti a
respetarnos, a querernos, a pasar por alto las ofensas, a perdonarnos como tú nos
enseñaste. Sólo contigo lo más amargo puede volverse dulce. Por eso, ¡faltaría
más!, celebraremos tu Resurrección con un huevo de chocolate.
¡FELICES PASCUAS!
+ Mons. Jaime Fuentes
Obispo de Minas
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