Terminó el Sínodo. La última sesión, ayer, sábado, fue
densa: desde las 9 de la mañana, hasta la una del mediodía escuchamos la
lectura de la Relación final. A las 4 y media de la tarde empezó la votación de
cada uno de los 94 números que tiene. Acabamos dos horas más tarde.
Ha sido mi primera experiencia sinodal. Necesito un poco de
tiempo para ponderarla. En todo caso,
creo que pasará a la historia como el Sínodo del que más se ha hablado… antes
de que se celebrara. ¿Y ahora?
Ahora sólo voy a responder a algunas de las muchas
preguntas pre-sinodales que ya tienen contestación.
-
¿Ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el
matrimonio?
-
Ha sido reforzada y mejor presentada la enseñanza de
siempre. Pienso que se ha acertado en destacar la belleza del plan de Dios, que
quiso instituir el matrimonio para el hombre y la mujer: uno con una y para
siempre, y haciéndolos partícipes de su poder creador.
- ¿Ha dicho algo el Sínodo sobre la regulación de la
natalidad en el matrimonio?
-
Ha dicho mucho. El número 63 reitera la
importancia de “redescubrir las enseñanzas contenidas en la Humanae vitae y en
la Familiaris consortio, con el fin de alentar la disponibilidad a procrear, en
contraste con una mentalidad a menudo hostil a la vida” (…) “Sin duda, los
hijos son un maravilloso don de Dos, una alegría para sus padres y para la
Iglesia. Por medio de ellos el Señor renueva el mundo”.
-
¿Qué pasa con los divorciados y vueltos a casar?
- El Papa Francisco está llevando a la Iglesia por el
camino de la misericordia –el Año Jubilar está ya muy cerca- y es esta actitud
de fondo la que hay que cultivar, para comprender lo que ha dispuesto el Sínodo
en este sentido.
-
¿En qué consiste?
-
El número 84, titulado “Discernimiento e integración”,
comienza así: “Los bautizados divorciados y vueltos a casar civilmente deben
ser más integrados en las comunidades cristianas, de las diversas maneras
posibles, evitando toda ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la
llave de su acompañamiento pastoral, para que no solamente sepan que pertenecen
al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una alegre y
fecunda experiencia”.
-
¿Pueden comulgar o no?
-
Sobre la recepción de la Eucaristía por parte de las
personas divorciadas y vueltas a casar no dice nada el texto. En cambio, se
anima a los sacerdotes a “acompañar por el camino del discernimiento a las
personas interesadas, según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del
Obispo”.
-
¿Y sobre el “camino penitencial”, del que se habló
tanto?
-
Sobre esto tampoco dice nada la Relación aprobada.
-
¿Por qué estos silencios?
- En mi opinión, lo importante es fomentar en la Iglesia
la actitud misericordiosa, como he dicho. Teniendo en cuenta la enseñanza de la
Iglesia, la conciencia bien formada y con la ayuda del sacerdote, según las
orientaciones del obispo, es necesario tratar a cada persona personalmente,
valga la redundancia, es decir, conociendo sus circunstancias para poder
discernir su real situación.
-
¿Y esto no dará lugar a un relativismo moral?
-
Confío en que con la ayuda de Dios podremos acertar y
ayudar a cada uno a vivir en la verdad. Quiero animar a leer despacio la
Relación, cuando esté traducida, para poder captar cuántos matices tiene la actitud misericordiosa,
así como para mejorar la Pastoral familiar, porque es una gran verdad lo que
dijo san Juan Pablo II: “Son las familias cristianas las que harán que nuestro
mundo vuelva a sonreír”. A esto vamos, es lo más importante.
1 comentario:
Gracias Mons. Jaime por todas estas notas sobre el Sínodo. Nos permitió, a quienes estamos interesados por los temas de la familia, conocer de primera mano y sin deformaciones lo que estaba aconteciendo.
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