El Papa inauguró el Sínodo de los Obispos. Hemos concelebrado la Santa
Misa con él Basílica de San Pedro repleta, bastante calor) los obispos que durante tres semanas de
trabajo (de 9 a 12.30 y de 4 a 7, sábados incluidos) estudiaremos cuál es la
vocación y la misión de la familia en nuestro tiempo.
El Papa no se amilana. Triste intento el de ayer, cuando un sacerdote
polaco de cierto relieve “salió del armario” y presentó a su compañero de vida,
declarando que la Iglesia tiene que cambiar…
Francisco ha sido muy claro en su homilía: “sólo a la luz de la locura de la gratuidad
del amor de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor
conyugal único y hasta la muerte”.
La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio (uno con una y para
siempre) debemos hacerla “en la fidelidad, en la verdad y en la caridad”. En la
fidelidad a Jesucristo, “para defender el
amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio
en el cual se manifiesta el amor divino; para defender la sacralidad de la
vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vinculo
conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar
en serio”.
La Iglesia debe vivir también su misión “en
la verdad, que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes”.
Y en la caridad: «El error y el mal
deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se
equivoca debe ser comprendido y amado […] Nosotros debemos amar nuestro tiempo
y ayudar al hombre de nuestro tiempo”, dijo citando a san Juan Pablo II.
Mañana empiezan las sesiones del Sínodo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario