A 30
días del comienzo del Sínodo de los Obispos, en el que participaré como
delegado de la Conferencia Episcopal Uruguaya, quiero compartir con ustedes algunas ideas.
En primer lugar el tema, propuesto por el Papa, que vamos a
estudiar durante tres semanas: La vocación
y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Me
resulta apasionante y esperanzador.
¿Recuerdan
la canción de Nicola Di Bari, El último romántico? Me pregunto si la familia y la Iglesia no tienen que encarnar
hoy ese papel… Es muy posible: ¡somos los locos que aún creemos en el amor! Pidan
a Dios, por favor, que los obispos sepamos descubrir cómo ayudar a las familias
a representar bien ese papel.
La misión de la familia es amar, amarse,
aprender y enseñar a amar, porque Dios es amor y ha querido compartir con el
hombre y la mujer esa chispa, misteriosa por divina, que es la capacidad de
amar. Pero los románticos no podemos estar en la luna: para las cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me
las subo. Este puro, duro y dichoso realismo es condición del amor. Pidan a
Dios, por favor, que el Sínodo sea capaz de transmitir, en la misma longitud de
onda, un mensaje de ternura y de reciedumbre en forma de Cruz.
Que la
familia está en crisis, nadie lo pone en duda. Y, mientras se despeña barranca
abajo, más crece en todas partes el anhelo de familia. ¿Cómo preparar a los jóvenes
que desean concretar el gran ideal alcanzable de quererse para siempre y
prolongar su amor en los hijos? Recen para que en el Sínodo demos en el blanco.
El “genio
femenino”. Fue san Juan Pablo II quien acuñó esa expresión, admirando y
estudiando el proyecto de Dios al crear a la mujer: darle vida a la humanidad y darle humanidad a la vida, como sintetizó
alguien que no recuerdo. Es una formula cargada de sentido. Las enseñanzas del
Papa santo sobre la mujer son un tesoro a redescubrir. Porque, en definitiva, son
las mujeres, primordialmente, las que nos sacarán del bache en el que estamos.
¿Qué consecuencias tiene esta gran esperanza? Recemos para descubrirlas y explicarlas.
El
Sínodo tratará también de diversas cuestiones que afectan a las familias heridas y su participación en
la vida de la Iglesia. Hay que estudiar, en definitiva, cómo se relacionan la
misericordia y la verdad. No es un asunto fácil, requiere mucho estudio y oración.
En
algunos países de Europa, la prensa informa de una especie de guerra entre cardenales
y obispos, “progresistas” y “conservadores”,
calificados como “buenos” y “malos” respectivamente. No pienso entrar en esta dialéctica. Me quedo con lo que escribió Juan Pablo II: la Iglesia renueva cada día, contra el
espíritu de este mundo, una lucha que no es otra cosa que la lucha por el alma
de este mundo. Si de hecho, por un lado, en él están presentes el Evangelio y
la evangelización, por el otro hay una poderosa antievangelización, que dispone
de medios y de programas, y se opone con gran fuerza al Evangelio y a la
evangelización. (Cruzando el umbral de la esperanza). Las familias cristianas deben estar en la vanguardia de esta lucha.
Last but not least, trataré de informar sobre la marcha del Sínodo en este blog y en mi cuenta de Twitter: @obispojaime
De más
está decir, pero lo digo igual: pidan a la Santísima Virgen que Ella se manifieste en
el Sínodo: que su “genio femenino” nos lleve a encontrar lo mejor para el bien de todos.
1 comentario:
Qué bueno este blog! Congrats!
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