Esta mañana falleció en Madrid el Padre Pancho, como
todos lo llamaban. Nadie esperaba que la enfermedad sería tan ejecutiva. Nos
había llegado que iban a operarlo, que después le harían quimioterapia…
La noticia de la muerte de Pancho me
ha llegado al alma. El año pasado, en Madrid, hablé con él por teléfono: una conversación
breve, en que noté que esquivaba el tema de su salud.
El año anterior, en
cambio, tomando un café en un barcito de la calle Mayor, me contó con detalle los
problemas de salud que tenía, aunque el relato importante estuvo centrado en
sus ocupaciones sacerdotales.
Estaba contento, muy contento, trabajando como capellán
de un hospital. Los enfermos lo querían mucho, me dijo. Le aseguré que así
correspondían al cariño que él les daba: porque Pancho era un sacerdote que
sabía querer.
Salimos del bar y enfilamos hacia la Puerta del Sol.
Apenas habíamos caminado cien metros y estaba jadeando… - Sí, ya ves… Pero en cuanto
llegue a casa tomo la medicación y se me pasa.
Pancho quería volver a Uruguay: estoy seguro de que se
daba cuenta, aunque lo disimulaba, que no le quedaba mucho tiempo.
Cuando fue ordenado
sacerdote, el Padre Pancho fue consagrado “sacerdote para siempre”. Y además de ser un enfermo que atendía a los enfermos, ejercitaba su sacerdocio escribiendo
semanalmente una homilía que enviaba a sus amigos. Tuvo un gran corazón
sacerdotal.
La noticia de su
muerte me llegó al alma: vivo en la casa en la que él vivió durante cinco años,
desde 2005 hasta 2009. Después pasaron cosas de las que nunca hablamos, para qué,
ni de las que nunca oí críticas aquí. Los minuanos vivieron con él aquello que
describe Camino: “Como los hijos
buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu
padre, el sacerdote”. (Noé se había emborrachado. Sus hijos lo vieron durmiendo la mona vestido de Adán y, sin
mirarlo siquiera, lo taparon con un manto).
Pancho ha ido al
encuentro del Señor a los 71 años. Y entiendo el apuro que tenía la muerte en
llevárselo esta madrugada, como antes de tiempo para nosotros y en el momento
exacto, en realidad: porque un 17 de junio de 1972, Monseñor Francisco Barbosa,
Obispo emérito de Minas, fue ordenado sacerdote para siempre, para siempre. Descanse en paz.
5 comentarios:
Qué pena Pancho,para nosotros que recibíamos tu ayuda espiritual aún desde el destierro.... el Señor te llamó para terminar de purificarte porque como siempre nos dijiste: Dios no puede dejar de ser Padre, y te esperó como al hijo pródigo porque tú siempre te sentiste hijo, y como humano te equivocaste, pero donde sobreabundó el pecado, sobreabundó también la Gracia.
Estarás allá contando los cuentos de tu niñez en Piedra Sola, recorriendo con tu papá las visitas a los vecinos en campaña con sus trajes de gala y la Misa de los domingos o rezando el Rosario todos juntitos las noches de frío. Pido a Dios por la Santa Iglesia y sus representantes que tan solo te dejaron, que el Señor no mida sus miserias con la vara con que te midieron (distintas pero miserias al fin). Desde allá sentimos tu risa carcajeante, que nos estimula a SEGUIR ANDANDO NOMÁS
Descansa en Paz!
En el Año Santo de la Misericordia, el Padre te llama
a su Seno para cantar eternamente sus Misericordias.
Gracias Mons. Jaime por su Post ; rezo porque en
nuestra Iglesia abunde la "Misericordia Fraterna",
esa, de la que quizás le faltó al Padre Pancho porque
de la otra, de la Misericordia Divina, seguro le ha
sobrado y ha podido repartir a manos llenas en su
hospital de Madrid.
Estimado Mons. Fuentes, gracias por su Post.
Me ayuda a valorar su Caridad Fraterna y su
Calidad Humana al poner en evidencia la
intransigencia con el pecado y la Misericordia
con el que yerra.
No he encontrado en la página de la CEU,
NINGÚN COMENTARIO...NI OBITUARIO.
NI SIQUIERA ESTÁN ACTUALIZADOS A DÍA
DE HOY (13 días después de su muerte)
LOS DATOS DE MONS. BARBOSA...
Olvido?
Falta de tiempo?
Esperemos que haya sido por eso....
No es correcta la información. El 19 de junio se reprodujo en la página de la CEU la noticia.
¡Muchas gracias Monseñor Jaime Fuentes!
Conocí la Padre Pancho mucho en su labor en Salto.
Que Dios lo tenga en Su Gloria!
Un abrazo y que Dios lo bendiga
Roberto Mezzera
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