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sábado, 27 de junio de 2015

DE MUSULMANES SIN REGISTRO CIVIL



El jueves pasado, el periodista Raúl Ronzoni publicó en el semanario Búsqueda una nota titulada La Cruz, el Islam y los disidentes, en la que comenta mi post del 15 de junio, Musulmanes sin Registro, ¿por qué? De aquí esta carta.

Estimado amigo Ronzoni:

le agradezco que se haya ocupado de mí en su columna en Búsqueda. En primer lugar, por advertirme que cometí un error al transcribir el art. 84 del Código Civil; es una prueba más de su reconocido prestigio como periodista judicial.

En segundo lugar porque, como usted señala con razón, el reconocimiento civil de los matrimonios religiosos es un tema que trasciende lo periodístico. Me pregunto si es razonable, en el siglo XXI, la vigencia de una norma emanada en tiempos del dictador Máximo Santos.
Pienso que su distinción entre "comuniones residentes y disidentes" es interesante y debería ser aclarada por los expertos. Pienso, no obstante, que esa distinción no da respuesta al motivo central de mi post: “¿Por qué yo, obispo católico, marcho preso si bendigo la boda de una pareja que no ha pasado por el Registro, y en el caso que nos ocupa se ha celebrado con bombos y platillos la comisión de un delito? ¿Por qué esta discriminación?". 
Si el ministro musulmán que casó a la pareja cometió o no un delito, a ver si lo aclara alguien con autoridad. (En todo caso, amigo Ronzoni, reconozca que se pasó al afirmar que yo pedí “la condena penal de un "colega" de otra fe religiosa”). 
Por último, quede claro cómo abrí mi post sobre la boda que comentamos: A la pareja de musulmanes que se casaron en Montevideo hace un par de semanas, así como a los otros ex-prisioneros de Guantánamo que están en lista de espera, les deseo muy de veras que sean felices y que Dios los bendiga con muchos hijos.
Un cordial saludo,
+ Jaime Fuentes

Presidente de la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal Uruguaya

miércoles, 17 de junio de 2015

APURO TUVO LA MUERTE

        Esta mañana falleció en Madrid el Padre Pancho, como todos lo llamaban. Nadie esperaba que la enfermedad sería tan ejecutiva. Nos había llegado que iban a operarlo, que después le harían quimioterapia…

           La noticia de la muerte de Pancho me ha llegado al alma. El año pasado, en Madrid, hablé con él por teléfono: una conversación breve, en que noté que esquivaba el tema de su salud.

 El año anterior, en cambio, tomando un café en un barcito de la calle Mayor, me contó con detalle los problemas de salud que tenía, aunque el relato importante estuvo centrado en sus ocupaciones sacerdotales.



          Estaba contento, muy contento, trabajando como capellán de un hospital. Los enfermos lo querían mucho, me dijo. Le aseguré que así correspondían al cariño que él les daba: porque Pancho era un sacerdote que sabía querer.

        Salimos del bar y enfilamos hacia la Puerta del Sol. Apenas habíamos caminado cien metros y estaba jadeando… - Sí, ya ves… Pero en cuanto llegue a casa tomo la medicación y se me pasa.

     Pancho quería volver a Uruguay: estoy seguro de que se daba cuenta, aunque lo disimulaba, que no le quedaba mucho tiempo.  

Cuando fue ordenado sacerdote, el Padre Pancho fue consagrado “sacerdote para siempre”. Y además de ser un enfermo que atendía a los enfermos, ejercitaba su sacerdocio escribiendo semanalmente una homilía que enviaba a sus amigos. Tuvo un gran corazón sacerdotal.

La noticia de su muerte me llegó al alma: vivo en la casa en la que él vivió durante cinco años, desde 2005 hasta 2009. Después pasaron cosas de las que nunca hablamos, para qué, ni de las que nunca oí críticas aquí. Los minuanos vivieron con él aquello que describe Camino: “Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu padre, el sacerdote”. (Noé se había emborrachado. Sus hijos lo vieron durmiendo la mona vestido de Adán y, sin mirarlo siquiera, lo taparon con un manto).

Pancho ha ido al encuentro del Señor a los 71 años. Y entiendo el apuro que tenía la muerte en llevárselo esta madrugada, como antes de tiempo para nosotros y en el momento exacto, en realidad: porque un 17 de  junio de 1972, Monseñor Francisco Barbosa, Obispo emérito de Minas, fue ordenado sacerdote para siempre, para siempre. Descanse en paz.


            

lunes, 15 de junio de 2015

MUSULMANES SIN REGISTRO. ¿POR QUÉ?

      A la pareja de musulmanes que se casaron en Montevideo hace un par de semanas, así como a los otros ex-prisioneros de Guantánamo que están en lista de espera, les deseo muy de veras que sean felices y que Dios los bendiga con muchos hijos.

     PERO: quisiera que alguien explique cómo es la cosa.

  En nuestro Código Civil, el artículo 83 declara: El matrimonio civil es obligatorio en todo el territorio del Estado, no reconociéndose, a partir del 21 de julio de 1885, otro legítimo que el celebrado con arreglo a este capítulo, y con sujeción a las disposiciones establecidas en las leyes de Registro del Estado Civil  y su reglamentación”.

     Y el artículo siguiente:“Efectuado el matrimonio civil … los contrayentes podrán solicitar... la ceremonia religiosa de la Iglesia a que pertenezcan, pero ningún ministro de la Iglesia Católica o pastor de las diferentes comuniones residentes en el país, podrá proceder a las bendiciones nupciales sin que se le haya hecho constar la celebración del matrimonio civil, … y si lo efectuase sin dicha constancia incurrirá en la pena de seis meses de prisión y en caso de reincidencia un año de prisión".

     No consta en el Diario Oficial que los que se casaron hayan pasado por el Registro Civil. 

     Pregunto: ¿cómo es la cosa? ¿Por qué yo, obispo católico, marcho preso si bendigo la boda de una pareja que no ha pasado por el Registro, y en el caso que nos ocupa se ha celebrado con bombos y platillos la comisión de un delito? ¿Por qué esta discriminación?

   La ley es igual para todos, ¿o no? ¿Alguien puede explicarlo? Gracias.

    

martes, 2 de junio de 2015

EL VERDÚN EN 2 MINUTOS


            Esto es el Verdún: fe en la Santísima Virgen, amor a la Santísima Virgen, familias enteras que  suben su cerro para darle gracias y pedirle tantos favores... 

           Y Ella, Madre de todos y cada uno, atiende a sus hijos, los escucha, sonríe, les da paz.