Texto de la carta que el Papa Francisco le ha escrito al Secretario General de las Naciones Unidas.
Sr. Ban Ki-moon
Secretario General
Organización de las Naciones Unidas
Con un peso en el corazón y angustiado, he seguido los dramáticos
eventos de estos últimos días en el norte de Irak, donde los cristianos y las
otras minorías religiosas han sido obligadas a huir de sus casas y a presenciar
la destrucción de sus lugares de culto y del patrimonio religioso. Conmovido
por su situación, he pedido a Su Eminencia el Cardenal Fernando Filoni,
Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que ha sido
Representante de mis predecesores, el Papa San Juan Pablo II y el Papa
Benedicto XVI, ante el pueblo de Irak, que manifieste mi cercanía espiritual y
que exprese mi preocupación, y la de toda la Iglesia católica, por el intolerable
sufrimiento de aquellos que sólo desean vivir en paz, armonía y libertad en la
tierra de sus antepasados.
Con el mismo espíritu, le escribo, Señor Secretario General, y
coloco ante usted las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de
los cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak.
Mientras renuevo mi llamado urgente a la
comunidad internacional a intervenir para poner fin a la tragedia humanitaria
en curso, animo a todos los organismos competentes de las Naciones Unidas,
en particular a los responsables de la seguridad, la paz, el derecho
humanitario y la asistencia a los refugiados a continuar sus esfuerzos
conformes al Preámbulo y a los Artículos pertinentes a la Carta de las Naciones
Unidas.
Los ataques violentos que están extendiéndose por todo el norte de
Irak no pueden sino despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres de
buena voluntad para cumplir acciones concretas de solidaridad, para proteger a
cuantos son golpeados y amenazados por la violencia y para asegurar la
asistencia necesaria y urgente a los numerosos refugiados así como también el
regreso a sus ciudades y a sus hogares. Las trágicas experiencias del siglo XXI
y la más elemental comprensión de la dignidad humana, obliga a la comunidad
internacional, en particular, a través de las normas y de los mecanismos del
derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir otras
violencias sistemáticas contra las minorías étnicas y religiosas.
Confiado en que mi llamado, que uno al de los Patriarcas
Orientales y al de los demás líderes religiosos, encontrará una respuesta
positiva, aprovecho la oportunidad para renovar a Vuestra Excelencia la
confirmación de mi más alta consideración.
Desde el Vaticano, 9 de agosto de 2014
FRANCISCUS PP
No hay comentarios:
Publicar un comentario