Queridos Rafa y Anamaría:
me alegro, Ana, que el cuento del paraguayo te
haya levantado un poco el típico-ánimo-de-embarazada-trimesina-nada-importante, como escribiste. Te cuento ahora un “hecho de vida” bastante asombroso, a ver qué opinan.
Al terminar el partido de Argentina y Suiza,
subí el siguiente tweet: No podía no ganarle Argentina a Suiza... Si
ganaba Suiza, habría sido un suizidio... (pavaditas que se me ocurren; si
sirven para :) sirven.
La pavadita fue muy retuiteada y nadie,
excepto una persona, comentó algo. El tweet que recibí de ese señor,
Representante Nacional, decía así: “es
demasiado serio el suicidio como para hacer ese tipo de “bromas”, me extraña
viniendo de quien viene.
¡Glup!, pronuncié de pura sorpresa. Después recapacité
y escuché dos voces dentro de mí: una decía: - ¡Hay gente para todo! La otra, a
la que trataré de seguir con los límites del sentido común, la interrumpió con
un solemne reproche: - ¿Todavía no caíste en la cuenta de tu identidad?
Volvamos a lo nuestro. En tu último mail, Rafa, escribiste dos cosas
con las que estoy plenamente de acuerdo: la primera es que en las próximas
ediciones del folleto ESTÁ BUENO
CONVERSAR, debería incluirse la Resolución del Consejo de Derechos Humanos
de la ONU acerca de la familia, de la que hablamos la semana pasada. Sí, corresponde
incorporarlo a los textos legales citados como referencias, sobre los derechos de los uruguayos a recibir
educación sexual.
Pienso que es una elemental cuestión de coherencia.
En el folleto se afirma que en Uruguay “la educación sexual es un derecho
legitimado. Tiene en consideración la promoción de valores fundamentales
vinculados a derechos humanos universalmente aceptados”. Precisamente, la
Resolución de las Naciones Unidas afirma que la institución familiar, como tal,
es sujeto de derechos humanos. ¿Cómo no proclamar que estamos en sintonía con
la ONU?
El Mago
A su
vez, se da otra coincidencia importante entre ESTÁ BUENO CONVERSAR y la Resolución. Esta última reconoce a la
familia “como el núcleo
natural y fundamental de la sociedad”. Y se lee en el folleto: La
primera institución educadora de los niños es la familia, es decir, sus padres, su papá y su mamá.
¡Bien!
La
segunda cuestión en la que estamos de acuerdo, querido Rafa, es la perplejidad provocada por la afirmación que sigue a la anterior: Es
precisamente en el hogar, desde el
momento de su nacimiento, que los niños aprenden acerca de su sexualidad en
un proceso permanente que se compartirá con las instituciones educativas más
adelante. ¿Qué quiere decir esto? ¿Se piensa, realmente, que la educación
sexual comienza el día en que uno nace? No, no puede ser; debe haber algún
error…
No obstante, en el folleto encuentro otras
afirmaciones que juzgo acertadas. Refiriéndose a cómo tratar de las cuestiones
sexuales con los niños más chicos, dice: Primero
debemos escuchar y así ver hasta dónde necesitan saber, no contándoles cosas
que aún no les interesan, no entienden o crean confusión.
En
la misma línea de acierto destaco esta sugerencia: Alrededor de los cuatro años, cuando comienzan a vestirse o a ir al
baño por su cuenta, empiezan a sentir pudor
o vergüenza y no quieren ser vistos desnudos. Es necesario respetar su intimidad; esto colabora con su
desarrollo y confianza.
Intimidad
y pudor, ¿cómo no destacar estas dos palabras que daba por desaparecidas desde
hace décadas? Me alegró, la verdad. Y, al mismo tiempo, me sentí confundido por
el tratamiento –mejor, el destrato- que más adelante reciben el pudor y la
intimidad. De esto quisiera seguir hablando en la próxima.
Los dejo por hoy, porque quiero ver algo del
segundo tiempo de Argentina y Bélgica. (Me propuse no mandar ningún tweet
cuando termine, ya ven).
Con
el cariño de siempre,
Jaime
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