Queridos
Rafa y Anamaría:
terminaron de
leer el folleto ESTÁ BUENO CONVERSAR
y quieren saber mi opinión… Yo creí que venía dándola y estaba clara, pero
entiendo lo que quieren decir cuando se refieren al último y “espantoso”
capítulo, como apunta Rafa…
En mi opinión, este capítulo de ESTÁ BUENO CONVERSAR muestra la hilacha.
Lo digo porque si el pudor es la
tendencia natural a reservar la propia intimidad -y es obvia la relación entre
sexualidad y pudor-, el solo título del capítulo pretende desmentir esa
relación, para llevar a los adolescentes a vivir su sexualidad con un propósito
de fondo muy distinto: Divertirse y
cuidarse. A partir de aquí, se les enseña cómo conseguir este objetivo.
Dibujo: dos chicas, con aspecto de
“loquitas”, se están pintando para ir a
bailar. Una le pregunta a la otra: “¿Llevo
preservativos?”. Naturalmente. Más aún,
lo mejor es “llevar” y usar
preservativos (porque) Si los usan de
forma correcta, pueden prevenir infecciones y embarazos no deseados. Recordando
a su vez que es recomendable su uso en las relaciones entre varones. A
continuación, dibujos de distintos preservativos masculinos y femeninos.
Otro dibujo: dos señoras mayores
conversando. “Romina, mi nieta… (…) ya
tiene 17 años y cuando se enteró que veníamos a bailar, me dio preservativos.
No sabés qué vergüenza me dio al principio, imagínate. No te rías!! Pero me quedé contenta y tranquila de que sepa
cuidarse del embarazo pero también de enfermedades… de las sexuales. Tomá,
te regalo uno “para disfrutar y
divertirse de forma segura”… te lo digo como me lo dijo ella”. (Subrayados míos).
Con tono majestuoso, imperativo,
pontifica el folleto: Para todos, las relaciones sexuales deben
ser encuentros íntimos, corporales y emocionales en la pareja, donde se
comparte el afecto, el amor y se encuentra placer, siempre teniendo en cuenta que pueden ser entre parejas del mismo o de
distinto sexo. (Subrayados míos).
Les decía que este último capítulo de
ESTÁ BUENO CONVERSAR muestra la hilacha, porque es evidente que, bajo la
apariencia de educación sexual para las familias, está la ideología de género, cuya pretensión es cambiar la
concepción judeo-cristiana de la familia y la sexualidad.
Queridos Rafa y Anamaría, ahí está,
en síntesis, el balance que querían. En mi primera carta escribí que estamos
viviendo bajo una dictadura cultural, la “dictadura del relativismo”. Y, con
Eladia Blázquez, les recordé que, para enfrentarla, es hora de matar los sueños, es hora de inventar coraje para
iniciar un largo viaje por un gris paisaje sin amor...
Se dan cuenta de que hay un abismo
entre la propuesta de la ideología de género y lo que ustedes y yo pensamos sobre
la sexualidad y la familia: ¡es tan entusiasmante conocer el misterio de
la sexualidad y respetar y vivir su propia lógica! Me propongo explicarlo en
cuanto esté a mi alcance.
Con el afecto de siempre,
Jaime