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domingo, 16 de marzo de 2014

¿CASARSE Y VIVIR SUMISA? (y 3)

             La autora de Cásate y sé sumisa y Cásate y da la vida por ella no es una fuera de serie. Es una madre de familia de 4 hijos que, como muchas que conozco, además del trabajo de engendrarlos, traerlos al mundo, cuidarlos, alimentarlos y educarlos, tiene un trabajo fuera de casa que le ocupa unas cuantas horas del día.
¿Cómo hace una mujer para llevar adelante su pluriempleo? En los dos libros se encuentran un montón de experiencias de vita vissuta e alegremente sofferta, diría en su idioma, que solamente en parte se explican por el “genio femenino”: hay “algo” más en la vida de esta mujer madre de familia y periodista que, según cuenta ella misma, ha escrito sus libros de noche y pagando el precio de vivir deseando dormir muchas horas seguidas.

            Ese “algo” más de Costanza Miriano aparece repetidas veces en las páginas de los dos Cásate. En la carta que escribe a su amigo Marco, que convive desde tiempo inmemorial con Chiara y no se decide a casarse con ella por un montón de argumentos difíciles de rebatir, Costanza pasa directamente al insulto. Eres un cobarde, un crío, un invertebrado, le suelta. (Interesante: la confianza que da la amistad permite, y obliga muchas veces, a sacudir al interlocutor).
Después de este arranque enérgico y de otras afirmaciones, duras y muy amables al mismo tiempo, llega la hora de ir al nudo de la cuestión. En cada uno de nosotros hay una semilla de mal que nosotros, los católicos, llamamos pecado original, al que nos enfrentamos intentando aprender, durante toda la vida, a desobedecerla de manera creativa, semilla sin la cual no se puede explicar la mentalidad del mundo.
La realidad del pecado en nosotros mismos trae consigo la necesidad de luchar con ese que no queremos ser: Esta lucha por la conquista de la libertad y la felicidad verdaderas constituye el sentido de nuestra vida, y debemos seguir aprendiendo a ejercitarla hasta nuestro último día, e intentar enseñar a hacerlo a nuestros hijos desde el primero. No solamente por el premio futuro, sino porque así podremos vivir felices ya desde hoy mismo. Y nosotros, los creyentes, pensamos que sin Dios, un Padre bueno que siempre está por nosotros, no se puede vencer en esa lucha.
Cómo disfrutar la presencia de Dios, cómo recurrir a ella para conseguir paz en momentos de agitación (el estado normal de una madre de familia), es una experiencia “personal e intransferible”, como antes advertían los pasajes de avión. En su blog, Costanza Miriano habla de su propia experiencia diciendo que, convencida como está de que sólo se va al cielo con recomendación, busca siempre los canales preferenciales para llegar al Jefe Supremo. Para ella, la Misa y el Rosario son los que funcionan mejor.


            

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