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miércoles, 4 de diciembre de 2013

MEXICANOS EN MINAS

          Esta historia me alegra mucho y, al mismo tiempo, me pone colorado de vergüenza.
La Catedral de Minas ya cumplió 120 años y se nota, sobre todo en las humedades, que no perdonan: carcomen paredes y columnas, y provocan unas tremendas caries en los revestimientos. Enfrentar el problema es difícil, sobre todo porque el gasto de reparación está fuera de nuestras posibilidades.  
Como cantaba Nat King Cole, el estribillo de Quizás, quizás, quizás no deja de martillearme cada vez que entro en la catedral: ¡por lo que tú más quieras –así grita mi conciencia- hasta cuándo, hasta cuándo!... ¿Cuándo me vas a arreglar?

José Manuel, José Antonio y Marco Antonio

Hace cosa de dos meses, un día cualquiera, sucede algo bastante parecido a un milagro. Cinco obreros mexicanos llegan a la catedral y preguntan por el párroco, el P. Pablo. Le explican que están trabajando en la nueva planta de ANCAP, en las afueras de Minas, y que vinieron a visitar la iglesia. Le dicen que les llamó la atención el problema de la humedad y el estado de las columnas, y que varios de ellos (son 35) se han puesto de acuerdo y, si les dan los materiales, en las horas libres que tengan están dispuestos a arreglar todo lo que puedan...
Dicho y hecho: ya terminaron las cuatro columnotas de la izquierda del templo y esperan hacer algo más antes de irse, dentro de diez días.

Un sábado de tarde pude estar con tres de ellos mientras trabajaban. Son de un pueblo del estado de México, de difícil pronunciación: Tequixquiac. 
Siento no haber grabado la conversación, porque no es frecuente encontrar tanto sentido común y tanto sentido sobrenatural.
-      Pero fíjese, Padre: entramos en la casa de Dios y vimos pero ¡qué maaal está esto, no puede seeer!... Y ¡ándele!, dijimos, pues tenemos tiempo liiibre y además hay hueeeelgas, ¡vamos a ayudar un pooco! Pues claro que sí Padresito, si todos nos quedamos asiiií, diciendo nomás que ¡qué feo estáaaa!..., pues no vamos a esperar que vengan del cielo a arreglarnos la casa de Diooos,¿no cree?

Me dijeron también que se irán de Minas muy contentos.
-    No es para menos, dije. ¡Con todo lo que han hecho!..
-   Sí, Padresito, pero lo importante no es eso... (y señalaba con el dedo a las alturas). Usted me entiende...
¡Claro que lo entiendo! Pero tuvieron que venir desde Tequixquiac a recordarme que es por Dios por quien hay que hacer las cosas, o sí o sí. 






1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero no Padre, no sienta vergüenza, Ud hace lo que puede con lo espiritual del tema. Además su corazón estuvo abierto para comprender rápidamente lo que debía hacerse. Muchos en su lugar se hubiesen negado, pensando en otros pormenores muy humanos por cierto, como podría haber sido, "que pasa si se me lastima un obrero")pero Ud. vió el bosque y cada árbol, y reaccionó inmediatamente, porque esto vino de Dios. A usted no hubo que enseñarle nada, mas bien a todo el pueblo uruguayo. Y le voy a agregar una pequeña historia personal. Un día fui a Minas con una amiga, entramos a la catedral, adentro no había nadie, ni siquiera cuidando. Salimos afuera y había una señora mendigando; le preguntamos "¿a que hora es la misa?" y no supo contestar. Salimos a la vereda, al lado de la catedral se abrió una puerta y salió un grupo grande de mujeres que venían de tomar clases gratuitas de costura o tejido; a ellas le preguntamos "¿a que hora es la misa?" Y luego de preguntarse una a la otra, no supieron contestar. Yo le dije a mi amiga: "esto es una vergüenza de pueblo, reciben gratis cursos de parte de la Iglesia, y ni siquiera saben algo tan elemental como esto, ¡que manga de ateos trogloditas! Disculpe Mons. es lo que dije, tal mi indignación. Luego fuimos por los almacenes y otros comercios que funcionaban en la cuadra frente a la catedral y la misma cosa. Nos fuimos en el horario de la tarde porque yo no quería manejar de noche; cabe destacar que en ese momento no había ningún tipo de cartel que indicara horarios ni nada; y le estoy hablando de hace ya algunos años; usted no era nombrado obispo aún. Es una historia que me ha dejado preocupada hasta el día de hoy. Como los ateos o no creyentes, o los cómodos de siempre, canibalizan la iglesia en todo sentido, se la comen por dentro, aprovechan todo lo gratis, pero no concurren a retribuir no solo en lo material, sino al menos para ellos mismos en la persecución de algo mas importante: sus almas. Yo como parte del pueblo, y sin tener la autoridad de nada, porque no soy nadie, lo bendigo a Ud. y a esos obreros mexicanos porque Dios los reunió en el momento justo; y eso es la Iglesia, ¡¡reunión!! Un abrazo y beso virtual de su hija en la FE. Martha