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jueves, 14 de noviembre de 2013

¿TARDE PIASTE?

     
     

     El parlamento acaba de aprobar la ley de reproducción asistida: en la Cámara de senadores, sin ningún voto en contra; en la de diputados, con uno solo.
     Desde distintas tribunas se oyen felicitaciones por esta resolución que, según dicen, extiende “el derecho de acceder a esas técnicas para todas las mujeres”.
       Lo que llama fuertemente la atención es la ausencia, por parte de los legisladores, de un pensamiento crítico acerca, nada menos, que de la creación artificial de la vida humana. De este modo, están aprobando que es bueno para la persona todo lo que técnicamente se puede hacer. Uno se pregunta si se ha pensado adónde nos lleva este modo de pensar.
      Estamos en un bache muy profundo en lo que se refiere a la ética de la vida humana, la bioética. Para subsanarlo, animo a la lectura de dos documentos básicos sobre el particular. El primero trata sobre El respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación. El segundo se refiere a Algunas cuestiones de bioética.
        Alguien dirá: “tarde piaste”. Quizás, pero al menos quiero advertir que, tal como vamos, de aquí a la eutanasia obligatoria nos separa un patético pasito nomás. 


P.D.: al día siguiente de aprobarse la ley de la reproducción artificial, la primera de las lecturas de la Misa era esta, del libro de la Sabiduría:
       ¡Presten atención, los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones! Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibido del Altísimo: él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios. Ya que ustedes, siendo ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley, ni han obrado según la voluntad de Dios, él caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están arriba.
         Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor (...) Él hizo al pequeño y al grande y cuida de todos por igual, pero los poderosos serán severamente examinados. A ustedes, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduria y no incurran en falta" (Sab 6, 1-8).     

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