Esta mañana estuve con el Papa Francisco y no puedo dejar de
contarlo ya mismo. Antes que adjetivar el encuentro prefiero ir al hecho,
incluyendo su entorno.
En taxi a la Piazza San Pedro. Es el taxista el que empieza
a hablar y no para.
-
¿Va a ver al Papa? ¡Qué hombre extraordinario, qué cercano, qué bueno, qué
corazón! Veramente, è un pacioccone!
-
No entiendo…
-
¡Ah, pacioccone
quiere decir, bueno, feliz, ¡grande!, muy bueno… Mia nonna lo diceva proprio a me… Sei un pacioccone! Y el Papa…
¿Usted lo va a ver?... ¡Ah, qué bien! Entonces se dará cuenta de que es verdad
lo que le digo: es un pacioccone!
Llegamos a la Plaza
a las 9.45, cuando Francisco ya estaba recorriéndola en el jeep descubierto, y
saludando y bendiciendo y deteniéndose para besar a no sé cuántos niños… Hacía
calor, 28 grados que anuncian tormenta.
Ventaja de obispo:
estar a pocos metros del lugar desde el que el Papa, cuando termina su
recorrido de más de una hora, dirige la palabra a la muchedumbre que llena la
Plaza.
Nos dijo que la Iglesia
es Santa, a pesar de que somos pecadores, porque en ella vive la santidad de
Dios: que no tengamos miedo de dejarnos ganar por ese Dios lleno de amor, que
quiere hacernos santos y nos da los medios: la confesión de los pecados, en
primer lugar, y la eucaristía.
Cuando termina de
hablar rezamos el Paternoster en
latín y nos da la Bendición. Enseguida, de pie, recibe el saludo de cada uno de
los obispos, que no somos más de treinta.
Memoricé lo que
quería decirle… y se lo dije cuando me repuse de la sorpresa: y es que, apenas empezar
con vengo de Uruguay y soy Obispo de
Minas, me dijo:
-
Así que vos sos el
obispo que estudia a María y está haciendo un santuario a la Virgen…
-
Sí, a la Virgen del Verdún…
-
Sí, ya sé… (me preguntaba yo
cómo es posible que supiera…).
-
Y quería decirle que rezamos especialmente por usted, como
nos pide… (Le cuento que aprendí de san Josemaría –hoy hace 85 años de la
fundación del Opus Dei- a rezar por el Papa. Me escucha con atención).
-
¡Gracias, gracias!
Le entrego un sobre,
que lo pasa al secretario:
-
Ahí va un trabajo mío sobre María y una foto de la
Virgen del Verdún. ¡Ah, estuve en España con las Hermanas de Iesu Communio! Me pidieron que le dijera
que lo quieren mucho, que lo encomiendan mucho…
El Papa Francisco sonríe con
la boca y con los ojos, sin soltarme la mano.
-
Y le dejo también, Santo Padre, un CD de canciones
argentinas. Lo grabó mi hermana Marga para usted… La verdad es que ella, ¡canta
mejor que Gardel!... (Pinchar para comprobación).
-
(El Papa se ríe abiertamente): - ¡Andá, dale, mirá que sos!... ¡Que Dios te bendiga!
Sigue la fila de
obispos saludando a Francisco. Me quedé hasta que pasó el último, pensando que
entonces terminaba la audiencia. Muy equivocado estaba: el Papa bajó las
escaleras enormes y fue a la primera fila de los asistentes, donde se
encontraban sus predilectos: enfermos de todas partes del mundo a los que
acarició, besó y consoló.
Más arriba, en la
parte exterior del atrio de la Basílica, dos horas llevaban de espera unas
cuarenta parejas de recién casados, con sus trajes de novios, que pasaron uno a
uno a saludarlo, llorando muchos de ellos durante y después de hacerlo.
Eran las 12 y 20 y
yo tenía que volver. En el camino a casa seguía pensando cómo sabría Francisco de
mí… Ahora, en la computadora, encuentro la carta que le había escrito hace unos
meses y que no tenía presente. En ella me despedía diciéndole:
Lo dejo por hoy, con muchas ganas de saludarlo
personalmente en octubre, cuando pasaré por Roma camino de Polonia, de donde
traeré a mi Diócesis de Minas a dos sacerdotes: en la Banda Oriental, Usted lo
sabe, escasean…
Agradeciéndole con todas mis fuerzas sus desvelos por la
Iglesia, le encomiendo especialmente a la Virgen del Verdún, de la que soy su
custodio en Minas. Dios mediante, en la gran fiesta de la Asunción comenzaremos
las obras del nuevo Santuario Nacional.
Yo no me acordaba de que le había escrito esto. El Papa
Francisco, sí: tenía razón el taxista.
P.D.: fotos que saqué esta
mañana. Cuando tenga las buenas las
subo.
2 comentarios:
Termino de leer tu artículo sobre el Papa Francisco. ¿Qué puedo decirte? Emocionante. Emocionante no; lo siguiente.
Aún no salgo del asombro.
Precioso todo.
Qué bien que hayas podido encontrarte con él. Es GRANDE este Papa. Es la primera vez que me pronuncio. Este Papa está dando vuelta mucho. Está mostrándonos el camino de Jesucristo que, vaya uno a saber por qué, se le había perdido a la iglesia.
Muy emocionada estoy. Gracias por darle el CD, gracias por lo que le dijiste de mi. Alcanzaba sólo que le dijeras que soy tu hermana porque la comparación me queda muy grande.
Gracias, Jaime.
Un abrazo fuerte y que sigas tu camino con más fuerza aún.
Es la pura verdad, su hermana canta mejor que Gardel, ya lo podrá comprobar Francisco.
Un abrazo y muchas gracias por esta entrada.
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