Páginas

viernes, 20 de septiembre de 2013

LAS SORPRESAS DE FRANCISCO

El Papa Francisco nos sorprende casi cada día. Esta mañana, la prensa argentina (estoy cerca de La Plata, participando en un encuentro de formación) destaca en titulares algunas de las cosas que dijo a la revista La Civiltá Cattolica. Como se sabe, un texto fuera de contexto se convierte en un pretexto... Por eso, nada como ir a la fuente: en este sitio encuentran traducida al español la entrevista completa, que hay que leer despacio y meditarla aún más despacio.

La segunda sorpresa del Papa me afecta en directo. Ayer recibió en audiencia a los nuevos obispos, que fueron nombrados en el último año, y les habló de diversos temas con un denominador común: tienen que ser verdaderos pastores, que conocen a las ovejas de su rebaño y las sirven... En fin, les dijo muchas cosas sustanciosas, entre ellas, pidiéndoles que se muevan de sus diócesis lo menos posible, usó esta expresión; no sean "obispos de aeropuerto"...

Me mató, pensé al leerlo: porque mañana salgo de viaje. El destino final es Varsovia, donde abundan los sacerdotes, pero antes pasaré por Roma. Ojalá pueda ver al Papa: para recibir su sonrisa y su palabra de aliento, y para animarlo a que conozca el nuevo aeropuerto de Montevideo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

CON OLOR A OVEJA

      Que los sacerdotes tenemos que "oler a oveja" es un modismo favorito del papa Francisco, con el que nos anima a salir al encuentro de cada una de ellas, sin esperar a que vengan. Desde esta mañana, el "cura gaucho", José Gabriel del Rosario Brochero, es un nuevo intercesor para los sacerdotes de todo el mundo, sobre todo, como es lógico, para quienes tan cerca nos encontramos de los pagos por los que, montado en su mula, anduvo buscando y acercando al redil a miles de ovejas, rebeldes muchas de ellas...
      La del que hoy es Beato Brochero, es una historia que vale la pena conocer, no sólo para admirarla sino para imitarla. A esto nos anima hoy el papa Francisco:

Excmo. Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
BUENOS AIRES.

Querido hermano:
      Que finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido.

      Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en su mula malacara, recorriendo los largos caminos áridos y desolados de los 200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas.
      El Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo entendían porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él tenía a Jesús.
      José Gabriel Brochero centró su acción pastoral en la oración. Apenas llegó a su parroquia, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba para hacer los ejercicios espirituales con os padres jesuitas. ¡Con cuánto sacrificio cruzaban primero las Sierras Grandes, nevadas en invierno, para rezar en Córdoba capital! Después, ¡cuánto trabajo para hacer la Santa Casa de Ejercicios en la sede parroquial! Allí, la oración larga ante el crucifijo para conocer, sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús, y todo culminaba con el perdón de Dios en la confesión, con un sacerdote lleno de caridad y misericordia. ¡Muchísima misericordia!


      Este coraje apostólico de Brochero lleno de celo misionero, esta valentía de su corazón compasivo como el de Jesús que lo hacía decir: «¡Ay de que el diablo me robe un alma!», lo movió a conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles. Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos, que se respetaban y ayudaban unos a otros.

      En una beatificación es muy importante su actualidad pastoral. El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!
      Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios. Supo salir de la cueva del «yome-mi-conmigo-para mí» del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a buscar pasarla bien en el momento, a sacarle el cuerpo al trabajo.
      Brochero escuchó el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino, por el bien común que la enorme dignidad de cada persona se merece como hijo de Dios, y fue fiel hasta el final: continuaba rezando y celebrando la misa incluso ciego y leproso. 



      Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo. Pido al Señor les conceda esta gracia, los bendiga y ruego a la Virgen Santa que los cuide.

Afectuosamente,

FRANCISCO
Vaticano, 14 de septiembre de 2013




   

miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA JORNADA DE VARELA

Muy queridos chicos y chicas de José P. Varela, de Nico-Batlle, de Lascano, de Pirarajá, de Illescas, de Zapicán, de Mariscala, de Solís, de Aiguá y de Minas:

Se hacía necesario remansar impresiones de la inolvidable Jornada Diocesana de la Juventud, que vivimos el sábado y domingo en Varela. Las imágenes, sin duda, ayudan: apenas una mirada, es suficiente para poner en cada foto: ¡alegría, alegría, alegría!
Recepción de los participantes en la JDJ 
El que no haya participado pensará que fue pura fiesta y, en cierto sentido, tendrá razón. Pero tendrá que averiguar cuáles fueron los motivos de esa alegría.

Coincidiremos, estoy seguro, en que así como los momentos espontáneos de baile y los más organizados (Raza Gaucha, unos fenómenos) fueron una clara demostración de alegría, más, ¡mucho más! lo fue la vigilia de oración del sábado de noche. Una hora y media larga de diálogo con Jesús expuesto en la custodia, meditación profunda, música adecuada (Ázimo, unos cracks), Confesión: ¿verdad que recuperar la gracia divina es el mayor motivo de alegría? (No hay imágenes porque, como dice el refrán, “no se puede repicar y estar en la procesión” = confesar y sacar fotos).
Retirado el Santísimo, canciones y mucho ritmo. Después, cuando regresó, oración, adoración y confesiones.

Otra fuente de alegría: la cooperación de todos. De las familias de Varela para dar alojamiento a los 150 participantes; de las señoras que forman parte de la comunidad parroquial para… ¿para qué no?: comida, bebida, vasos, platos, traer sillas, atenciones a granel…; de los chicos y chicas de Interact y los Leos, que se multiplicaron para atenderlos (nos); de la Intendencia, de la Junta local, del Alcalde, de los medios de comunicación…
 Lascano, ¡presente!

¿Saben? Si nos dejamos llevar por lo que suele llamarse “actualidad”, sobran motivos para el pesimismo: porque ese título encierra –o desparrama, mejor dicho- violencias e injusticias que parecen sin fin e imposibles de arreglar. La JDC, en cambio, que no es “noticia”, nos habla a todos de la alegría de servir, del deseo compartido de ser útiles, de preocupación por los demás, de ganas reales de construir todos los días un mundo mejor (más mejor, como decía alguien), de respeto, de unidad de intenciones, de ausencia de discriminación… ¿Verdad que no es poco?
Recuerdo de la Jornada: todos pintaron

En la JDC nos unía el lema Vayan y anuncien el Evangelio, tan actual hoy como el día en que Jesús lo señaló como misión para cada bautizado. Ustedes salieron por los barrios de Varela a evangelizar y, según nos contaron el domingo, encontraron respuestas y falta de respuestas: exactamente igual a lo que le pasó a Jesús y a los primeros apóstoles.
TODOS

Cuando terminamos la Jornada con la Misa en la plaza, el sentimiento de alegría era un deseo grande de hacer apostolado todos los días: en el liceo, en la facultad… En el lugar en el que cada uno está, es donde se encuentran los lisiados, los pobres, los paralíticos, los ciegos de los que hablaba Jesús en el evangelio de la Misa y a los que hay que invitar a que lo conozcan.


Pintar la cruz, llevar la Cruz.
Los dejo por hoy. Mi felicitación y mi agradecimiento a todos y a cada uno: ¡se portaron como campeones! Estoy seguro de que así, con alegría en el alma y con hambre de apostolado vamos a mejorar esta tierra nuestra.

Presidió la Virgen de los Treinta y Tres.

Les deseo que sepamos vivir, cada día, unidos en la oración y en la acción como los tres mosqueteros: uno para todos, todos para uno. Ese UNO, ante todo, no se olviden, es Jesús.

Me despido con una Bendición llena de cariño,

+ Jaime



Bailes...
 y bailes.


P.D. de último momento: la guerra está a las puertas del mundo. Los líderes religiosos –católicos, ortodoxos, musulmanes…- han dicho que, si se ataca a Siria, se va a desencadenar una guerra mucho más terrible. El Papa Francisco ha convocado, para  el sábado 7, una jornada de ayuno y oración por la paz: para que los responsables –Presidente Obama, el primero- de tomar la decisión recapaciten y busquen caminos de paz. Quisiera animar a todos a secundar al Papa -¡ge-ne-ro-sa-men-te!