Esta mañana fui al Verdún. El viento estaba estrenando la última versión de hojas de afeitar. Los soldados, sin hacerle caso, le daban y le daban al muro de piedra que encorseta al templete de la Virgen: ya casi luce por completo la hermosura de su plena libertad.
Recorriendo el perímetro, me detuve en la que podría ser una nueva versión, no menos esforzada, de aquella epopeya de los soldados americanos en Iwo Jima...
Así peleaban esta mañana nuestros soldados contra la piedra, bajo la mirada de la Madre del Verdún.
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